En fecha 6 de agosto del pasado año 2018 advertimos en nuestro artículo de elCaribe que agosto, septiembre y octubre serían los 3 meses de mayores probabilidades de lluvias porque las tormentas y huracanes siempre vienen en compañía de extensos campos nubosos que descargan muchas lluvias, por lo que era preciso estar muy pendientes a las lluvias que debían caer en esos tres meses, y almacenar la mayor cantidad posible de agua para luego administrarla racionalmente, pues los pronósticos de lluvias eran desfavorables para finales del año 2018 y principios del año 2019.

Pero es importante entender que las sequías son fenómenos climáticos que no debemos subestimar, porque cuando estamos en medio de una sequía regional todos nos vemos afectados por igual, y por eso en fecha 13 de agosto del pasado año 2018 el ministro de Agricultura Osmar Benítez anunció desde el palacio nacional, en compañía del director ejecutivo del INDRHI, de la directora de la ONAMET, del administrador del banco Agrícola, del director del IAD, del director del FEDA, del Ing. Antonio Cocco, junto con varios viceministros y nosotros, que se esperaba una fuerte sequía para finales del año 2018 y principios del año 2019, lo que demuestra que los datos científicos fueron puestos al servicio de los productores agrícolas y ganaderos para advertirles que la sequía que vendría les afectaría.

Y aunque en agosto pasado algunos agricultores dudaron de esos pronósticos, pues realmente es muy difícil creer en la posibilidad de una futura sequía mientras hay abundantes lluvias, al terminar los meses de agosto, septiembre y octubre los productores agrícolas pudieron constatar que esos 3 meses fueron de intensas lluvias, pero luego vieron que noviembre, diciembre y enero fueron meses secos que afectaron mayormente a la Línea Noroeste y a la región suroeste.

El pasado 4 de febrero publicamos en elCaribe que tendríamos “el agravante de que durante los meses de febrero, marzo, abril, y primera mitad de mayo, las temperaturas en el océano Pacífico habrían de subir entre 1.0 y 1.5°C por encima de lo normal, lo que implicaría el desarrollo de un moderado fenómeno de El Niño que concentraría mayor cantidad de vapor de agua en el océano Pacífico y menor cantidad de vapor de agua en el océano Atlántico, lo que para Centroamérica y el Caribe se traduciría en una sequía regional por encima de la normal que es usual en el primer trimestre del año”.

También advertimos en ese mismo artículo que “la sequía se habría de extender hasta cubrir importantes zonas de la cordillera Central, y que durante el trimestre febrero-marzo-abril la pluviometría se habría de reducir significativamente en las cabeceras de los ríos Nizao y Haina, que alimentan a los acueductos de Santo Domingo y San Cristóbal; en las cabeceras de los ríos Yuna y Camú que alimentan al Cibao Oriental y al bajo Yuna; en las cabeceras de los ríos Jimenoa, Yaque del Norte y Bao que alimentan a los acueductos de Jarabacoa, Santiago y Moca; y en las cabeceras de los ríos Yaque del Sur, Las Cuevas y Grande que alimentan a la presa de Sabana Yegua, y que era un deber de todos los dominicanos comenzar a racionar el agua”.

Y así ha sido, pues en el concluido mes de febrero las precipitaciones en la región suroeste han sido de apenas un 12% de lo normal, mientras en la Línea Noroeste las precipitaciones han sido apenas un 25% de lo normal, y por esas razones los efectos directos en la ganadería y en la agricultura han sido importantes, al extremo de que el ministerio de Agricultura ha reconocido públicamente que unas 1,190 reses han muerto en la Línea Noroeste por causas de la dura sequía, aunque los impactos de esta sequía han sido mitigados por la oportuna decisión gubernamental de no autorizar la tercera siembra de arroz, ya que el cultivo de arroz consume excesivos volúmenes de agua, y por el gran apoyo del ministerio de Agricultura y del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos que han sumado esfuerzos para la perforación de cientos de pozos, para la construcción de lagunas para almacenamiento de agua, para el suministro de agua en camiones para las comunidades, así como para el suministro de melazas y forrajes.

Todavía nos restan 60 días más de sequía en los cuales las lluvias serán menores de lo que han sido en los últimos 4 meses, y más regiones serán afectadas porque además de la región suroeste y la Línea Noroeste también la región central será afectada con la reducción de lluvias, lo que implica que debemos racionar todavía más la escasa agua que nos queda en las represas, y esperar a que llegue la segunda mitad de mayo cuando deberemos tener importantes lluvias a nivel nacional.

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