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En el artículo anterior abordamos el polémico tema de la integración de la educación sexual en las escuelas dominicanas, a propósito de la última declaración del papa Francisco en Panamá, donde enfáticamente plantea la necesidad de impartir educación sexual en las escuelas, sobre todo porque muchas familias, espacio ideal para iniciar el conocimiento del tema, no tienen las condiciones o no saben cómo hacerlo. Asimismo, el artículo instaba a desoír las voces ortodoxas que apegadas a viejos paradigmas, se mantienen de espaldas a las feroces consecuencias que tiene para nuestra sociedad la ausencia de conocimiento sexual de manera formal, sistemática y científica.

Una de las problemáticas de mayor impacto para el sector educativo generada por la pobre educación sexual de nuestros jóvenes, es el alto índice de embarazos en adolescentes. En nuestro país, este índice está por encima del promedio general de la región, en un 34%. En ese sentido, hemos visto con mucha satisfacción el lanzamiento del Plan Nacional para la Reducción del Embarazos en Adolescentes 2019-2023 que coordina la Vicepresidencia de la República con fondos de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través de del Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales (GCPS).

Según reseñan diversos medios de comunicación, el Plan surge con el apoyo de los ministerios de la Mujer, Economía, Juventud, Educación, el Servicio Nacional de Salud y otras tantas instituciones gubernamentales y sociales, y tiene el objetivo de reducir la prevalencia de madres a temprana edad. Este Plan se apoya en cuatro ejes estratégicos que son: prevención, atención y respuesta, protección e incidencia política. En los dos primeros ámbitos de trabajo no cabe duda que el Ministerio de Educación debería tener una participación relevante en la definición de políticas, programas y acciones concretas que coadyuven a la solución de la problemática. En ese orden, el Sr. Lorenzo Jiménez, representante del PNUD en el país, en el acto de lanzamiento del Plan, decía “este fenómeno perdurará en el tiempo y no se resolverá, si no se educa” (elCaribe, 2019). De hecho, el Plan establece la incorporación gradual de contenidos de educación sexual al currículo actual.

Tenemos esperanza en el Plan y en una respuesta asertiva del MINERD a los nuevos planteamientos. No podemos seguir eludiendo nuestra responsabilidad como gestores educativos en la solución de este problema nacional que compromete el futuro de nuestras mujeres, de sus familias y del país.

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