La creación de empleos ha sido uno de los éxitos más reclamados por el gobierno de Danilo Medina. En su reciente discurso ante la Asamblea Nacional, el presidente dijo que octubre de 2012 y finales de 2018 se crearon 770 mil empleos. Esto significa algo más de 128 mil nuevos empleos por año.

Esa es una cifra difícil de constatar, por lo menos por el momento, por dos razones. La primera es que el Banco Central todavía no ha publicado datos de empleo del último trimestre de 2018.
Además, los últimos datos disponibles, que son del penúltimo trimestre y que deberían ofrecer una razonable aproximación a los del último trimestre, están lejos de los que ofreció el Presidente. Esas últimas cifras publicadas indicarían que entre octubre de 2012 y el penúltimo trimestre de 2018, el total de empleos creados fue de 608 mil, 162 mil menos que la cifra ofrecida en el discurso. Claramente, no es posible que esa cantidad de empleos haya sido creada en apenas un trimestre. Esto merece una discusión y una aclaración.

La segunda, que podría explicar lo anterior, es que todavía no queda del todo claro hasta dónde los datos recogidos desde 1991 hasta 2014 a través de la encuesta tradicional de fuerza de trabajo sean comparables con los recogidos desde 2014 en adelante, con la nueva encuesta, con la cual se mejoró y robusteció la metodología.

El Banco Central ha argumentado que, por lo menos en materia de población ocupada, los datos son comparables porque los criterios usados por ambas fueron similares y mostró resultados de pruebas estadísticas que lo confirman. Sin embargo, cuando se comparan datos e indicadores resultantes de ambas encuestas para los mismos años, en varios de ellos se observan diferencias relevantes que ameritan explicaciones. Además, no se termina de hacer lo que parecería que zanjaría el asunto: publicar series continuas de los datos que sean posible encadenar, desde 1991 hasta 2018, series que deben mostrar las consistencias temporales necesarias, acompañada de un documento metodológico claro. Los resultados de ambas encuestas se siguen publicando de manera separada, una hasta 2016, y la otra desde el segundo semestre de 2014 en adelante.

No es, sin embargo, el propósito de este artículo discutir la comparabilidad de las cifras a lo largo del tiempo sino de divulgar y discutir algunos de los resultados más relevantes del mercado de trabajo en años recientes. El objetivo es discutir que tanta razón tienen el Presidente y el gobierno de sentirse satisfechos con los resultados.

Como la comparabilidad de los resultados de las dos encuestas no es evidente, utilizaremos solamente los datos de la nueva encuesta de fuerza de trabajo, la cual recoge evidencia desde el segundo semestre de 2014 hasta el tercer trimestre de 2018.

¿Qué dicen los números? Que los resultados son buenos. Esto no es una sorpresa porque en cuatro de los cinco años, el crecimiento fue muy alto y cuando hay expansión económica, se generan puestos de trabajo y oportunidades de negocios. Sin embargo, también se advierten déficits importantes. Veamos.
¿Cuántos empleos hay que crear?

Un primer resultado de la encuesta es la estimación de la llamada Población Económicamente Activa (PEA), que se define como la población en edad de trabajar (15 años y más) y en capacidad y con interés en trabajar. El crecimiento de este número es importante porque dice cuántos puestos de trabajo hay que crear para evitar que el total de personas desempleadas crezca.

La encuesta indica que entre 2014 y 2018 la PEA creció a una tasa media anual de 2.4%. Esto significa que cada año se integran al mercado de trabajo unas 110 mil nuevas personas buscando un empleo.

Sin embargo, llama mucho la atención que el crecimiento de la PEA que reporta la encuesta es muy inestable, algo que no es nuevo, pero es muy extraño para una variable como esa, que tienden a cambiar poco porque los factores que la condicionan como la escolaridad entre jóvenes, la disposición a trabajar de las mujeres y el crecimiento de la población de 15 años y más no cambia tan bruscamente como muestran los datos de la encuesta.

Mientras en 2016 la PEA creció en 122 mil personas, en 2017 lo hizo apenas a la mitad de ese número, y al año siguiente, con datos hasta el tercer trimestre, el número de nuevos entrantes el mercado se multiplicó por 2.4 para alcanzar casi 161 mil personas. Un comportamiento tan errático como ese es muy enigmático, no se ha dado una respuesta satisfactoria a ese fenómeno y si hay algún tipo de problema o sesgo, podría estar generando datos distorsionados de desocupación.

¿Cuántos empleos se crearon? ¿Qué pasó con el desempleo?
Desde el tercer trimestre de 2014 hasta el tercer trimestre de 2018, se crearon 578 mil empleos, a razón de unos 127 mil empleos por año, 16 mil empleos más de los necesarios para impedir que el número de personas desocupadas crezca. El resultado fue una caída del desempleo bajo cualquiera de las cuatro definiciones que usa el Banco Central para medirlo.

Una definición es el desempleo abierto, que es el porcentaje de personas que busca trabajo, pero no encuentra. Este cayó desde 7.7% a fines de 2014 hasta 5.6% en el tercer trimestre de 2018.

Otra definición de desempleo es la que incluye no solo las personas que buscan empleo y no lo encuentran, sino también las subocupadas, esto es, las que tienen trabajo, pero por un número de horas a la semana insuficientes como para considerarlas ocupadas. Usando esta definición, la desocupación cayó desde 15% hasta 10.4%. El número de personas subocupadas cayó, en promedio, en 22 mil personas por año, y pasó desde 317 mil en el último trimestre de 2014 hasta 228 mil en el tercero de 2018.

La tercera definición, que es conocida como desempleo ampliado, incluye no solo a quienes buscan trabajo y no lo encuentran sino también a quienes no buscan activamente pero quieren trabajar. A esta se le conoce como población desalentada porque aunque quieren trabajar no buscan porque no esperan encontrar. Bajo esta definición, el desempleo cayó desde 15.8% a fines de 2014 hasta 11.1% en el tercer trimestre de 2018.

Una última definición considera como desempleada tanto la población desalentada como la subocupada. Con esa definición, el desempleo cae desde 22.4% hasta 15.6%.

Sin embargo, los hombres se han beneficiado más que las mujeres de ese proceso porque entre los primeros, el desempleo ha caído más velozmente que entre las mujeres. Por ejemplo, mientras en julio-septiembre de 2014 la tasa de desempleo abierto entre las mujeres era 1.9 veces la de los hombres, en julio-septiembre de 2018 fue de 2.3 veces. Para el desempleo ampliado, la proporción pasó desde 2.1 hasta 2.6.

Nuevos empleos: ¿formales o informales? ¿en qué actividades?
Los datos de la encuesta continua de fuerza de trabajo indican que entre 2014 y 2018, las proporciones de empleos formales e informales se mantuvieron esencialmente inalteradas, en cerca de 50% cada una. Tampoco cambiaron las proporciones cuando se observan a nivel de cada actividad económica (agricultura, manufactura, construcción, etc.).

Aunque imperfecto, la formalidad o informalidad de la ocupación es un indicador de la calidad de los empleos y lo que los datos sugieren es que, a pesar del crecimiento y la reducción del desempleo, la calidad de los empleos no ha cambiado.

Del total de mujeres empleadas, el 60% lo hace en condiciones de formalidad y el 40% en condiciones de informalidad. En contraste, un 43% de los hombres se ocupa de manera formal y un 57% lo hace en la informalidad. Estas proporciones no cambiaron entre 2014 y 2018.

Además, tampoco se advierten cambios importantes en la estructura de los empleos por actividad económica. Las proporciones de personas ocupadas en cada actividad se han mantenido básicamente inalteradas.

En síntesis, el crecimiento ha generado menor desempleo bajo cualquier definición porque el número de puestos de trabajo que se crearon fue mayor al número de personas que entraron al mercado buscando un empleo. Sin embargo, a pesar del crecimiento y del mayor número de empleos, la proporción de informales se mantiene elevada y estable, la estructura del empleo por sectores de actividad no ha cambiado, y las mujeres se han beneficiado menos que los hombres de la caída del desempleo.

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