En la actualidad, doña Sonia trabaja con el Ministerio de Cultura en un proyecto de titulación de alumnos de la Orquesta Sinfónica Juvenil

Han pasado muchos años desde el fallecimiento de los padres de Sonia Peralta de Piña, una pérdida de la que aún no se repone. Y es que solo al mencionar a sus progenitores, no pudo contener las lágrimas y la tristeza que le embarga no tenerlos junto a ella.

Peralta de Piña contó que en 2000 sus padres perdieron su casa en un incendio, lo que provocó una profunda depresión en su madre, quien tres meses después de la tragedia, falleció. “Después del incendio mis padres no volvieron a ser los mismos”, recuerda entre lágrimas doña Sonia.

Asegura que esa tragedia marcó su vida, y dijo que aún mantiene viva en su mente la escena que encontró, cuando llegó a San Juan de la Maguana para ver el estado que había quedado la vivienda de sus padres. “Ese incendio se llevó el trabajo, las pertenencias, los recuerdos y las vivencias de mis padres. Ese incendio se llevó sus vidas por completo”, dijo doña Sonia.

1. Nacimiento
Nací en Santiago, pero mis padres se fueron a vivir a San Juan de la Maguana siendo muy pequeña. Mi padre era empleado público en la época de Trujillo y tenía que ir a donde lo mandaran. Viví una niñez feliz, mi madre me contaba que a los cinco años me quedaba acostada en la habitación escuchando tocar a los estudiantes de una academia de música que quedaba cerca de la casa. Entonces mi mamá le hizo el comentario a su directora, doña Aurora Betances, quien le dijo que me llevara. Ella fue mi primera profesora de música. Después, con el pasar de los años, empecé a estudiar con doña Monina Cámpora de Piña, que fue mi forjadora, un ícono de la música en San Juan de la Maguana. Recuerdo que mi mamá me contaba que al poco tiempo de iniciar las clases de música, ya estaba debutando tocando el piano”.

2. Familia nuclear
Mi padre, Víctor Peralta era un hombre, que a pesar de su poca educación escolar, fue un hombre de una vasta cultura. Mi madre Mayra Diep de Peralta era descendiente de árabes con esa educación sicorrígida, con una inteligencia natural, porque también, al igual que mi papá, tenía pocos estudios, pero tenía una amplia visión de la vida, que después de que uno madura se pregunta cómo una persona con tan pocos estudios era capaz de tener esa inteligencia. Mamá era modista de aguja fina como le llaman, tenía clientes importantes, esa era su vida, trabajó mucho para ayudar a mi papá. Mi hermano Víctor José Peralta Diep, es seis años menor, nosotros de pequeños fuimos muy enfermizos, mi madre siempre estaba pendiente de nuestra salud, que si había que salir de urgencia con nosotros para la capital, a ella no le temblaba el pulso, no sabía de dónde sacaba los recursos, pero para curar a sus hijos siempre aparecía. Adoro a mi hermano, es lo único que tengo, tenemos una relación muy linda, él dice que soy su otra madre, porque siempre me preocupo por él y lo cuido mucho”.

3. Internado en La Vega
Mi madre era una árabe recalcitrante preciosa, ella entendía que lo mejor que me podía pasar era enviarme a estudiar de interna al Colegio Inmaculada Concepción de La Vega. Allí hice el bachillerato, eso era lo que se estilaba en la época, entonces nos fuimos un grupo de sanjuaneros para ese colegio. Al principio era rebelde, porque no quería estar interna, porque a los jóvenes no les gusta que lo encierren, pero luego me acostumbré. Luego que salí del colegio volvía San Juan de la Maguana, mis padres pensaban enviarme a estudiar a Canadá, entonces mi novio desde la infancia, Tony Piña Cámpora, quien actualmente es mi esposo, le dijo a mi mamá que no me mandara a estudiar fuera, que le diera un año para casarnos, entonces ella le dijo que daría su consentimiento con la condición de que no me tronchara los estudios.

4. Noviazgo
Tony y yo nos conocimos cuando él fue a estudiar el bachillerato a San Juan de la Maguana, nos enamoramos, tenía 14 años, él vivía en Santo Domingo y viajaba a San Juan todas las semanas. Él siempre me visitaba en el internado, se las ingeniaba para ir acompañado de una de sus tías o de su mamá, doña Monina, que fue mi profesora de piano, la cuestión era que siempre iba a verme. Cuando salí del internado volví a San Juan, tenía 18 años, entonces nos casamos por la iglesia, fue una boda muy linda. Después del matrimonio vine a vivir a la capital. Aquí tengo toda mi vida forjada como profesional, como ama de casa, mujer, esposa, madre y abuela. Tenemos dos hijos, Hilda Ivonne, quien está casada y tiene dos hijos y Lorenzo, que vive en Estados Unidos y tiene tres hijos”.

5. Estudios de música
Durante el internado, también estudie piano en la Escuela de Bellas Artes de la Vega. Cuando vine con mi esposo a la capital en 1969, trasladé mi matrícula al Conservatorio Nacional de Música, entonces casi terminando la primera parte de mis estudios de nivel medio se presentó una vacante para sustituir a una profesora de lectura musical, mi profesora de música le dijo al director que yo podría cubrir esa vacante, porque ellos descubrieron en mí la vocación de maestra que no sabía que tenía. A partir de ahí seguí sustituyendo a otros profesores, hasta que me nombraron como profesora de los Cursos Superiores de Música en el conservatorio hasta el otro día prácticamente que salí. Estudié piano para el título de profesora y de ahí me dediqué a la enseñanza de materias teóricas y lectura musical, esa fue mi especialización. Después de mi familia, la música es mi vida y enseñarla ha sido mi pasión toda la vida. Toda mi carrera de música la hice en el conservatorio, después hice una especialidad en una universidad de Chile, realicé talleres y cursos que se daban en el país y después hice la Licenciatura en Música en la UASD para certificar a los profesores del conservatorio que no tenía un título oficial. Ahí obtuve el grado Suma Cum Laude y aun continúo cogiendo talleres”.

6. Docencia
Me desempeñé como subdirectora administrativa del Conservatorio Nacional de Música y como profesora de Audioperceptiva por 12 años y como profesora de los Cursos Superiores de Lectura Musical durante 35 años. En la subdirección sustituí a Dante Cucurullo. Durante mi gestión, protegí mucho a los estudiantes junto con doña Floralba del Monte que era la directora, hicimos como un binomio muy bonito, donde se trató de trabajar en post de los logros de la institución. El conservatorio se le construyó a doña Floralba, el presidente Balaguer, que era su compadre le había prometido que le iba a hacer un conservatorio, nosotras inauguramos ese palacio que existe actualmente, cuando nos mudamos a ese local pudimos desarrollar lo que pensábamos, se fundó el Departamento de Música Popular, Dante tuvo mucho que ver con ese departamento, se abrieron diferentes carreras, se formaron coros y orquestas, y se abrió un abanico de posibilidades para estudiantes de los pueblos, se conseguían becas para traerlos a la capital. Fue un trabajo de mucha recompensa personal, de mucha satisfacción de que estábamos haciendo algo bueno por los estudiantes. También trabajé dando talleres de capacitación a profesores, eso ha sido mi fuerte por un tiempo. He sido profesora pedagógica toda la vida, trabajé en el Coro Nacional como profesora por 15 años enseñando a leer, acompañando a los músicos en su lectura de partitura del coro. La época hacía que los profesores fueran cómplices, amigos y protectores de los alumnos, tuve la suerte de que me quisieran mucho. Creo que todavía, el educador es como otro papá”.

7. En la actualidad
Actualmente trabajo con el Ministerio de Cultura en un proyecto de titulación de alumnos de la Orquesta Sinfónica Juvenil y con alumnos del interior con un programa con la Associated Board of the Royal Schools of Music (ABRMS), que es un convenio con las universidades de Inglaterra, eso abre un abanico de posibilidades para que los estudiantes puedan capacitarse e irse fuera del país con las posibilidades de becas y trabajo que ofrece al que está certificado de ese programa. Es un programa nuevo e innovador; para mí es un reto, estoy contentísima con él, porque sé que vamos a marcar una diferencia en la música en los jóvenes. Junto a las profesoras Laurina Vásquez, Patricia Logroño y la extranjera Yudelí estamos encargadas del proyecto, que es un curso intensivo que culminará en junio próximo”.

8. Tragedia
En 2000 la casa de mis padres se quemó en San Juan, era de madera, por suerte la vivienda estaba sola, mis padres estaban en mi casa, porque habían venido a la capital a una consulta médica. En ese incendio ellos perdieron su vida completa. Mi padre era un lector empedernido, la música era su debilidad, tenía una gran colección de música y todo eso se le perdió, fue muy duro para él. Lamentablemente mi mamá murió de depresión tres meses después de la tragedia, porque no aceptó nunca que no tenía retorno para San Juan, ellos no querían vivir en la capital, pero tuvieron que aceptarlo, pero mamá no lo superó y murió. Pero mi papá, siendo ciego, decidió aceptar su filosofía de vida, él decía yo nací encuero y estoy vestido. Esa tragedia me marcó mucho, aún no lo he superado, cuando voy a San Juan es por obligación, porque allá vive la familia de mi esposo, pero cuando voy ni miro para el barrio donde mis padres vivían, porque me embarga una inmensa tristeza. Esa es la época más dolorosa que he vivido y que va a vivir siempre conmigo”.

9. Un ídolo
Mi papá era mi ídolo, fue un hombre de una vasta cultura y experiencia en su profesión. Era secretario general en el Tribunal de Tierras de San Juan de la Maguana, tenía una experiencia muy sólida. Los abogados que lo conocían, siempre me decían que tenía el padre más serio y conocedor de tierras del Sur. Puedo decir que mi padre fomentó en mí el amor por la música, él era un conocedor fuerte de la música culta. Recuerdo que de pequeña, los domingos, lo veía poner ópera en la radio y además cantarla”.

10. Anécdota
Cuando estaba en el colegio de La Vega le hice una travesura a las profesoras Sor Justina y Sor Micaela. Resulta que nos obligaban a ir a misa todos los días y en esa época de rebeldía, tenía 16 años, les pregunté que por qué tenía que ir a la iglesia todos los días, entonces decidí jugarle una mala pasada. En ese tiempo las internas dormíamos en habitaciones juntas, recuerdo que me escondí debajo de la cama, pero dejé las cortinas abiertas para que no sospecharan. Cuando sor Justina descubrió que no estaba en la misa, me buscó por todo el colegio, entonces cuando se acabó la misa, que ella vio que salí del desayunador me preguntó que dónde estaba, entonces le contesté que en la iglesia, ella me dijo que no me vio en la iglesia. Logré engañarlas y nunca se dieron cuenta donde estaba. En días pasados hicimos un encuentro de exalumnas del colegio, ya ella no es monja, entonces se me acercó y me dijo que nunca se le olvida que le hice una jugarreta en el colegio, que nunca pudo descubrir donde estaba escondida, entonces le dije que me había escondido debajo de la cama, pero ella no me creyó, porque había revisado en todo el colegio y nunca me encontró, entonces le dije que lo que hice fue que abrí las cortinas y recogía los pies para que no me vieran”.

Profesora de músicos populares

Tuve una experiencia como docente con los músicos populares. En la época 1977 desarrollé mi metodología de trabajo con los músicos populares, en ese tiempo no existía el departamento de música popular, entonces en mi casa hice un estudio privado de música, donde empecé a formar músicos popular y los enseñaba a leer música.

La voz se regó y ahí empezaron a fluir estudiantes, fui maestra de Juan Luis Guerra y 440 casi completo, de Manuel Tejada, Bonny Cepeda, Cuco Valoy, Ramón Orlando, Wilfrido Vargas, Fausto Rey, entre otros músicos. Todos los que no sabían leer música en esa época iban a mi casa para que les enseñara.

Recuerdo que me apodaron “La Piña”, ese era mi mote entre la música popular, como soy Sonia de Piña, le decían unos a otros tú tienes que coger clases con “La Piña”.

Ese fuerte mío duró hasta que me nombraron como subdirectora administrativa del Conservatorio Nacional de Música, entonces casi no tenía el tiempo para enseñar, porque tenía que dedicarle más tiempo a la parte administrativa. Lo mío toda la vida siempre ha sido pura enseñanza.

Clases
Estudié música con doña Monina Cámpora de Piña, que fue una forjadora, ella fue un ícono de la música en San Juan de la Maguana”.

Descripción
Mi madre era una árabe con esa educación sicorrígida y una inteligencia natural, que aunque tenía pocos estudios, poseía una amplia visión de la vida”.

Orgullo
Mi padre era un lector empedernido, tenía una gran colección de música y todo eso se le perdió en el incendio, eso fue muy duro para él”.

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