Desde principios de los años 70, todos los dominicanos nos hemos quejado amargamente de una grave crisis eléctrica que por sus largos apagones y sus altas tarifas ha afectado nuestra vida diaria residencial y laboral, nuestra educación escolar, la atención médica que buscamos en el hospital, todos nuestros medios de producción, y hasta nuestra sana diversión de escuchar radio y ver televisión.

Todos siempre hemos querido buscar la mejor y más oportuna solución a esta difícil situación, porque todos queremos ver llegado el día en que los apagones sean parte de un pasado que, por los traumas y las pérdidas que nos ha dejado, no queremos que jamás sea recordado; pero por la dimensión de este problema capital, por su gran impacto industrial, y por su importancia política electoral, cada partido político siempre ha predicado tener la “única y verdadera solución” al más grave y más viejo problema de nuestra nación, llegando a decir que si no se aplica “esa solución” entonces nunca habrá solución a los apagones que vienen como consecuencia de girar infinitamente alrededor de una circunferencia donde hay un alto costo de generación que a su vez genera un déficit financiero que a su vez genera un déficit en la producción de energía y a su vez genera odiosos apagones.

Todos debemos entender que el problema eléctrico es transversal y multilateral, y que requiere una solución nacional, pues todos sabemos que la solución de las plantas de gasoil, de rápida instalación, no funcionó por sus altísimos costos operacionales; la solución de la capitalización del 1999 no funcionó porque se concentró en instalar más potencia cara, para producir energía eléctrica más cara, y en desmontar un subsidio eléctrico gubernamental que para entonces estaba en 100 millones de dólares anuales, dejando como resultado energía eléctrica más cara que consecuentemente aumentaba el déficit financiero de las distribuidoras, y la única forma de reducir ese déficit era reduciendo la energía servida, generando incremento de apagones, incremento de tarifas, e incremento de disgustos; y sabemos que la solución de los Acuerdos de Madrid tampoco funcionó porque, aunque rebajó mínimamente los precios de compra de la energía, aumentó los plazos de contratos onerosos y mantuvo odiosas y costosas indexaciones reprochables.

De ahí que el Pacto Eléctrico, con muy buena intención, pero con lentos avances, busca crear un consenso entre los productores de energía, el Estado dominicano, los consumidores de energía, y los partidos políticos, a los fines de buscar la solución definitiva a un viejo problema eléctrico cuyo mal original está en la fuerte atracción comercial del campo gravitacional de un gigantesco agujero negro que fue cuidadosamente diseñado para la perpetuidad en base a establecer un gran negocio de producir energía eléctrica cara, para venderla indexada a las distribuidoras, de forma tal que el Estado, en su compromiso de apoyar a los usuarios residenciales de escasos recursos económicos, siempre tenga que subsidiar a las deficitarias distribuidoras de energía, y la proporción que el Estado no pueda asumir como subsidio sea compensada con aumentos de las tarifas y aumento de los apagones; y por entender esa realidad fue que quienes originalmente invirtieron escasos recursos en comprar distribuidoras, luego decidieron vender sus intereses en las distribuidoras para invertir en generadoras caras.

Pero es evidente que el presente Gobierno también entendió a tiempo que el actual mercado eléctrico había sido diseñado para beneficiar exclusivamente a productores de energía eléctrica cara, perjudicar al Gobierno que paga un alto subsidio a las EDES, y perjudicar a los consumidores que pagan altas tarifas, por lo que el Gobierno decidió, a tiempo, instalar las dos unidades de generación de Punta Catalina, las de mayor capacidad en nuestra nación, y las de menores costos operacionales, a los fines de resolver el problema eléctrico de los altos costos de compra de energía; y ahí mismo comenzaron los resabios, los insultos y las descalificaciones a las plantas y al Gobierno, pues los beneficiarios del mercado eléctrico caro bajo ninguna circunstancia quieren energía eléctrica barata que los saque del lucrativo mercado caro, ni los partidos políticos que no han podido resolver el viejo problema eléctrico quieren que sea otro partido político que resuelva ese problema, por entender que quien resuelva el viejo y tormentoso problema eléctrico tendría un asiento garantizado en el salón del respeto del pueblo dominicano, siendo esa la razón del boicot a las plantas a carbón y al pacto eléctrico, pero con las plantas a carbón en operación ya no necesitaríamos el Pacto Eléctrico.

Cuando las plantas a carbón entren en operación, todos veremos que el actual Gobierno tenía toda la razón al tomar la decisión de optar por la producción de energía eléctrica de bajo costo como única solución al principal problema de nuestra nación, tal y como lo acaba de hacer Japón con la instalación de nuevas y modernas plantas a carbón.

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