En la semana que acaba de concluir, tuvimos la oportunidad de acompañar al Ing. Francisco Pagán, director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE), y al Arq.

Franklin Labourt, director de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructuras y Edificaciones (ONESVIE), en una visita de supervisión de los trabajos de reforzamiento estructural del hospital regional universitario José María Cabral y Báez, el cual fue construido en la segunda mitad de la década de los años ’70, y desde entonces se ha convertido en el hospital principal de la ciudad de Santiago de los Caballeros y de la región del Cibao, y donde más de 400 médicos especialistas y más de 2,000 enfermeras prestan servicios médicos a miles de ciudadanos.

Nuestra historia sísmica registrada a partir del año 1562 nos dice que los grandes terremotos que han tenido como epicentro a la costa norte de la isla Hispaniola han provocado grandes destrucciones en la ciudad de Santiago de los Caballeros, y por esa razón, desde su construcción, muchos entendidos en sismicidad hemos tenido dudas sobre el comportamiento sísmico del hospital Cabral y Báez en caso de un terremoto de magnitud superior a 7, dudas que se sustentan en que la ciudad de Santiago descansa sobre arcillas calcáreas flexibles que amplifican las fuerzas sísmicas y generan altas aceleraciones del suelo que se amplifican dentro de las altas estructuras, con lo cual se generan grandes fuerzas cortantes que muchas veces superan las resistencias máximas al cortante de las columnas esbeltas, especialmente cuando no hay suficientes muros rígidos capaces de absorber, con mínima deformación, el máximo cortante sísmico que se pueda generar al momento de un gran terremoto.

Pero si bien es cierto que en la década de los años ’70 los especialistas en geociencias, sismicidad y construcción no disponían del conocimiento y de la experiencia con que se cuenta hoy en día en materia de sismicidad y sismorresistencia, ello no es justificación para dejar el hospital Cabral y Báez expuesto al colapso sísmico el día en que llegue un próximo gran terremoto.

De ahí que el Gobierno dominicano, a través de la OISOE, decidiera intervenir el hospital regional universitario José María Cabral y Báez para reforzarlo estructuralmente bajo los modernos criterios de la sismorresistencia, y aunque lo ideal hubiese sido demoler el hospital para construir una nueva estructura bajo los nuevos códigos de construcción sismorresistente, como se hace en países desarrollados, la gran importancia regional de este dispensario médico, que lo hace indispensable para miles de personas del Cibao, impedía su demolición total para levantar una nueva superestructura lo suficientemente rígida como para soportar un terremoto de magnitud 8.1 como el ocurrido en nuestro territorio en fecha 4 de agosto de 1946, quedando como única opción su intervención parcial, paralela al mantenimiento de los servicios médicos, pero pagando el alto precio de la lentitud en el proceso de reforzamiento, ya que un reforzamiento estructural de un hospital donde diariamente se mueven más de 3,000 personas debe hacerse con el debido cuidado para evitar cualquier error que comprometa la integridad y la estabilidad de la estructura.

El reforzamiento del hospital Cabral y Báez ha implicado excavar y remover parte del subsuelo arcilloso de mala calidad para introducir ajustes y arriostramientos perimetrales en las fundaciones de la estructura, ya que una estructura hospitalaria, levantada sobre suelos arcillosos flexibles, no debe estar cimentada sobre zapatas aisladas que a su vez soportan columnas esbeltas, porque los grandes terremotos ocurridos en los últimos 30 años han demostrado que los hospitales construidos con esas configuraciones estructurales han colapsado brutalmente, y basta citar los casos de Armenia, China, México, Ecuador y Haití.

Las viejas y sísmicamente frágiles columnas esbeltas del Cabral y Báez han sido revestidas con tela de fibra de carbono, tela que es tan delgada como la tela común, y tan ligera como el plástico, pero por su alto módulo elástico es tan resistente como el acero, con lo cual ahora las columnas serían capaces de resistir un mayor esfuerzo cortante generado por un fuerte terremoto, pero, luego de revestir las columnas con fibra de carbono, se ha incrementado la sección transversal de cada columna, con hormigón armado perimetral, constituyendo un doble reforzamiento estructural para aumentar el factor de seguridad sísmica del hospital.

Las viejas vigas de hormigón armado están siendo aumentadas de grosor para aumentar su resistencia sísmica, y se han incluido nuevas vigas de acero y nuevos muros de hormigón armado que han de contribuir al incremento de la resistencia al cortante sísmico, por lo que la larga espera ha valido la pena, ya que este reforzamiento estructural, que garantizaría la sismorresistencia de este hospital, debe estar siempre por encima de la prisa que reclama terminar el hospital.

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