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Como a veces acontece en la vida patriótica de los pueblos surgen enfermedades, pero también la peste más dañina de los partidos que se ensañó sobre la naciente República Dominicana con el enfrentamiento entre los liberales acaudillados por Duarte, quienes proclamaban la independencia pura y simple y los conservadores, dirigidos por el taimado Bobadilla y el implacable Pedro Santana, quienes prontamente se desviaron de los objetivos que originaron la lucha por la independencia.

Los liberales pretendían un protectorado como única salida para mantener a los haitianos fuera del territorio pero los febreristas, encabezados por Duarte objetaban esa posibilidad pues Duarte había proclamado “que el país tenía que ser libre de cualquier dominación extranjera o se hunde la isla”.

Frente a esa pugna Mella proclamó en el Cibao a Duarte como Presidente de la República lo que disgustó a los conservadores y motivó que se dispusiera el exilio de Duarte y a todos sus seguidores.

El presidente Jiménez proclamó en 1849 una Amnistía General pudiendo regresar los seguidores de Duarte pero el Padre de la Patria no pudo hacerlo y se mantuvo en Venezuela con su familia en condiciones muy precarias, pero cuando estalló la guerra restauradora el 16 de agosto de 1863 se dispuso regresar al país para ponerse a las órdenes de los que iniciaron la lucha por la redención nacional, pero después de 20 años de ausencia Duarte era particularmente un desconocido y en débiles condiciones de salud razón por la cual el gobierno consideró improcedente su presencia y decidió designarlo en el exterior para que buscara ayuda a favor de la causa patriótica.

Ante esta situación, Duarte dejó constancia escrita dirigida al Presidente de la República en la que expresó “Si he vuelto a mi patria ha sido para servirle con alma, vida y corazón”.

Sus restos mortales fueron repatriados el 24 de julio de 1844 y depositados en nuestra Catedral, donde el Arzobispo Meriño pronunció un discurso memorable, así como su compañero el Dr. Félix M. del Monte, a quien se le deben las letras del primer himno dominicano.

En 1944 los restos de Duarte, Sánchez y Mella fueron trasladados a la Capilla de los Inmortales y depositados en ella en la Puerta del Conde, santuario de la Independencia Nacional.
Posteriormente en el mismo recinto se construyó el panteón nacional, donde reposan, con la solemnidad merecida a quienes la gratitud nacional ha consagrado como las tres glorias más altas de nuestra historia: Juan Pablo Duarte y Diez, Francisco Sánchez del Rosario y Matías Ramón Mella y Castillo, Padres de la Patria.

Cuenta la historia que Duarte vivió con grandes dificultades en los Llanos de Apure, Venezuela, colindantes con Brasil y el sacerdote italiano Juan Bautista Sangénis a quien Duarte ayudaba a oficiar la misa en una pequeña iglesia, al ver la bondad, el comportamiento ejemplar y altamente cristiano de nuestro Libertador, y quien comulgaba diariamente le ofreció la ordenación sacerdotal, la respuesta de Duarte fue la siguiente: “Mientras mi patria no sea libre no puedo tomar estado”, o sea que ni aceptaba el ofrecimiento ni tampoco se casaba.

El ideal de honestidad de Duarte está consagrado en su rendición de cuentas, ejemplo para todas las instituciones públicas y privadas. Presentamos debajo la rendición de cuentas hecha por Duarte como General de Brigada de su viaje a Baní para su encuentro con Pedro Santana, con el objetivo de atacar al General Riviere quien se había atrincherado en Azua.

Gloria eterna a nuestro Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria en su 206 Aniversario de su natalicio, y para terminar esta entrega recordemos los primeros versos del Himno a Duarte, autoría del gran educador Ramón Emilio Jiménez, en su libro la Patria en la Canción: “En la fragua de la Escuela, nuestra Patria fue forjada al calor de su enseñanza le infundió vida sagrada. La gloriosa Trinitaria que fundara tu heroísmo fue la cátedra primera de moral y de civismo”.

Rendición de cuentas de Duarte

 Detalle  Monto
a) Recibí de la Junta  1,000.00
b) Por gastos hecho en el camino  1.00
c) Por raciones para el Estado Mayor y agregados a él desde su salida de Santo Domingo y su vuelta. 14 hombres sin contarme yo.  39.12
d) Para papel blanco  1.00
e) Para 8 militares y bastimento  1.00
f) Al sargento Carriles, una ración atrasada  0.50
g) Para maíz  2.00
h) Al batallón castillo por su buen comportamiento con los habitantes sin estar racionado, gratificación  10.00
i) Al comandante Rafael, que estaba enfermo, para alimentos  1.50
j) Para la tropa, plátanos y raciones  2.00
k) Por el mismo concepto  6.00
l) Por un novillo para racionar la tropa  20.00
m) quintal de azúcar para la tropa  4.00
n) Por 4 platos de hojalata para la tropa 4.00
o) Al Comandante Pina a cuenta 50.00
p) Por 2 cueros para las cajas de la tropa 1.00
q) En velas 3.88
r) Al capitán Martín Girón, enfermo 16.00
s) Al señor Ramírez, miembro de la Central 10.00
Suma Total gastos 173.00
Monto entregado 827.00

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