El derrotero que tomen las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China es incierto porque no está claro hasta dónde están dispuestos a llegar cada uno de esos países ni cuánto están dispuestos a ceder. China está defendiendo el estatus quo y Estados Unidos procura un nuevo equilibrio, especialmente en lo que tiene que ver con la tecnología y la propiedad intelectual.

En ese contexto, hasta que no se defina la situación y no haya previsibilidad de mediano y largo plazo, es difícil para países pequeños reposicionarse y adoptar una nueva postura estratégica en matera de inversiones y comercio internacional. Un escenario es que se logre un entendimiento que permita reducir significativamente o eliminar los aranceles y otras barreras que ambos países impusieron a mercancías originarias del otro país, presumiblemente a cambio que China se comprometa con reformas creíbles a sus políticas tecnológicas.

Otro escenario es que China y Estados Unidos no logren acuerdos significativos en materia tecnológica. Esto conllevaría a una reconfiguración de los flujos de comercio internacional y de las cadenas globales de valor. Estas últimas se refieren a los procesos de producción de manufacturas en los que las partes van pasando de país a país, siendo transformadas de forma parcial pero progresiva, hasta alcanzar un producto que está listo para su uso final.

Hay importantes cadenas de valor en el mundo que son transpacíficas y que conectan empresas en Estados Unidos y China. Si las barreras comerciales entre estos países se mantienen o aumentan, las empresas estadounidenses buscarán reemplazar a las empresas chinas que ensamblan sus partes y procurarán reubicar esas operaciones en otros países, a fin de evitar los aranceles impuestos. Por su parte, las empresas chinas buscarán reubicar parte de su producción en terceros países que no estén sometidos a las barreras que Estados Unidos les impuso a sus productos, preservando así el resto de la cadena y parte de sus operaciones en su territorio.

A pesar de que no está claro hacia donde se va a mover la balanza, es relevante ir perfilando actividades en las que el país pudiera tener oportunidades para atraer inversiones y sacar ganancias de una permanencia prolongada de esas barreras.

Los productos chinos gravados por Estados Unidos
Una primera aproximación a este asunto la podría dar el listado de productos importados desde China a la que Estados Unidos les aplicó una tasa arancelaria adicional de 25%. Estos fueron introducidos en tres rondas. La primera fue en julio de 2018, la segunda en agosto de ese mismo año y la tercera en septiembre. El razonamiento es que los productos gravados serían aquellos que son de preocupación para el gobierno estadounidense y que, por tanto, habría una mayor probabilidad de que las barreras se mantuvieran.

Sin embargo, una mirada rápida a este listado no da pista alguna al respecto. Es tan larga que obliga a concluir que las mercancías específicas gravadas no respondieron a una estrategia basada en productos y actividades sino a una que pretendió causar un efecto comercial adverso generalizado para obligar al gobierno chino a negociar. Para que se tenga una idea, de los 97 capítulos en los que se organiza el código arancelario que clasifica todos los productos comercializables, Estados Unidos impuso la sobretasa arancelaria en mercancías correspondientes a 82 de ellos.

La primera ronda gravó 818 productos, los cuales son principalmente tecnológicos, y cuyas importaciones alcanzaron 34 mil millones de dólares en 2017. La segunda ronda incluyó 279 productos cuyas importaciones ascendieron a 16 mil millones de dólares, y contiene numerosos artículos de naturaleza y usos muy diversos, desde aceites lubricantes, polímeros y plásticos, hasta productos de aluminio y partes de motores. La tercera lista fue muchísimo más larga, de 5,745 productos, a los que se le aplicó un sobre arancel de 10%, que subiría hasta 25% en enero. Estados Unidos decidió posponer esta subida a la espera de resultados de las negociaciones. Estados Unidos indicó que las importaciones de esos productos en 2017 alcanzaron los 200 mil millones de dólares.

En la medida en que Estados Unidos está usando la aplicación generalizada de aranceles a los productos fabricados en China para negociar desde una posición de fuerza, no hay manera de saber cuáles de ellos podrían permanecer. De hecho, se podría especular que las tasas arancelarias podrían subir aún más si las importaciones desde China no aminorasen y si los chinos no terminan cediendo frente a la presión estadounidense. En el segundo semestre de 2018 las medidas comerciales no tuvieron resultados positivos en términos comerciales para Estados Unidos, en parte porque el crecimiento económico hizo que en ese país se demandaran más importaciones desde todo el mundo, y en parte porque la moneda china, el yuan, se devaluó, haciendo más competitivas las exportaciones de ese país. Entre julio y octubre, el yuan cayó casi un 6% respecto al dólar estadounidense.

Productos que la República Dominicana exporta
Otra forma avizorar las posibles oportunidades que ofrece el contexto para la República Dominicana es identificar los productos exportados por China a Estados Unidos que ese país gravó y que la República Dominicana también exporta a ese mercado. ¿Cuáles son esos? Los más destacados son productos eléctricos, productos plásticos, preparaciones alimenticias, productos de belleza, frutas frescas o secas, y productos de cuero.

En 2017 Estados Unidos importó desde China más de 150 mil millones de dólares en productos eléctricos. En ese mismo año, la República Dominicana exportó unos 730 millones de dólares y en 2018 podría terminar superando los mil millones. Casi todas las ventas al exterior de esos productos se dirigen a Estados Unidos. Ese país ha penalizado las importaciones desde China de transformadores de baja potencia, dispositivos (o sus partes) de encendido de motores, conductores eléctricos, tableros de indicadores, y acumuladores. Todos esos dispositivos son ensamblados en el país en empresas de zonas francas, y éstas pudieran incrementar significativamente sus órdenes de procesamiento si capturan una parte de las que las chinas no pueden aprovechar más.

En productos plásticos, Estados Unidos importó desde China en 2017 más de 4,800 millones de dólares. Estos productos se ubican en el octavo lugar en exportaciones en el país. En 2017 se vendió en el extranjero unos 315 millones de dólares de estos productos, tanto desde zonas francas como por parte de industrias nacionales. Claramente, no todos los productos plásticos que importa Estados Unidos desde China son producidos o exportados por el país. Nuestra producción se concentra en productos terminados de consumo final como envases, tapas y bolsa. Pero en la medida en que China, además de productos como polímeros, placas, láminas, monofilamentos y revestimientos, también exporta a Estados Unidos productos terminados, esto puede ofrecer espacios para exportar más.

También en alimentos la República Dominicana puede sacar algunas ventajas, en especial en frutas y vegetales frescos, secos o refrigerados, todos ellos penalizados por Estados Unidos cuando sean originarios de China. Destacan pepinos, pimienta, batata, cocos, calabazas, plátanos, bananos, naranjas, y algunas hortalizas.

El caso es similar para las preparaciones alimenticias (distintas de las conservas de frutas, vegetales y pescados y mariscos). En 2017 el país exportó 125 millones de dólares en ese tipo de productos, de los cuales 44 millones fue a Estados Unidos. Los productos específicos gravados son condimentos y sazonadores, de los cuales la República Dominicana exportó unos 15 millones a Estados Unidos y a China algo más de 100 millones.

Asimismo, se puede sacar provecho en productos de belleza. Los estadounidenses gravaron las importaciones desde China de shampoo y otros productos relacionados. Este sector, aunque pequeño todavía, es uno de los que ha tenido más éxito exportador en la última década.

Ciertamente, los aranceles que aplica Estados Unidos a productos chinos les dan oportunidades a todos los países de mundo a incrementar su participación en ese mercado, y las empresas y países con más capacidad para incrementar su producción y sus exportaciones serían los más beneficiados.

Aunque la República Dominicana difícilmente esté en una posición ventajosa para ello, pellizcar un poco de eso puede hacer la diferencia en un momento determinado. No es eso lo que va a impulsar las exportaciones a largo plazo porque para eso necesitamos transformar la producción, aumentar la productividad y aprender a producir mercancías de calidad, pero el impacto en el volumen exportado para algunas actividades puede ser decisivo.

De allí que hay que posicionarse bien en la gatera y estar preparados para, una vez se defina el panorama, correr en la dirección correcta.

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