No hay que dar más vueltas, y mucho menos “reflexionar” respecto a un boxeador oriundo de Filipinas llamado Manny Pacquiao.

Como se lee en el título que da pie al presente artículo: Manny Pacquiao es, sencillamente, ¡sensacional!

Antes de su combate -montado la madrugada del pasado domingo en la arena del hotel MGM de la ciudad de Las Vegas, Nevada- me reí dejando ver mis últimas muelas al leer un tuit que me pareció sin fundamento. El tuit decía: “Manny Pacquiao es un muerto. Le han buscado un rival fácil para que gane”. No voy a mencionar el nombre de la persona que se atrevió a tanto. Claro que no.

En uno de mis trabajos, previos al combate con Broner, escribí que Pacquiao de nuevo iba a demostrar que es un extraordinario púgil y que no es casual que haya ganado ocho títulos mundiales en diferentes categorías. El único que lo ha hecho en toda la historia del boxeo.

También antes de enfrentar, hace unos meses, al argentino Lucas Matthysse, algunos individuos, neófitos del boxeo, llegaron a decir que el filipino no tenía ninguna posibilidad de salir airoso en ese pleito.

Hasta Joe Cortez, exárbitro de boxeo y ahora analista de la cadena ESPN, vaticinó que Matthysse ganaría.

Pacquiao, por su capacidad, experiencia, pundonor y disciplina, les cerró las bocas a quienes lo subestimaron.

¿Viejo quién?

Pacquiao, a sus 40 años, que cumplió recientemente, demostró que sigue siendo un excelente púgil.

Y que esa madera, de la que está hecho, ya no llega a los ensogados de estos tiempos.

Pacquiao lo proclamó antes de su pleito con el parlanchín de Broner: “No estoy viejo. A mis 40 años puedo hacer lo que jóvenes de ahora no pueden hacer”.

En un análisis que escribí el pasado jueves expuse que, tras su contvictoria sobre Broner, Pacquiao allanó el camino para volver a contender con Floyd Mayweaher.

No quiere colgar los guantes sin quitarse la espinita que el dos de mayo de 2015 le clavó Mayweather. Por necesidad (¿?) esa pelea de revancha tiene que celebrarse.

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