El presidente Danilo Medina ha adoptado un estilo de gobernar muy sui generis. Le gusta hacer cosas sin muchos avisos previos. Ha hecho de la sorpresa un modo de actuación que con las visitas semanales sin anuncio previo a diferentes localidades, ha logrado un nivel de acción de Estado. Ayer la sorpresa fue que el presidente Medina no realizó su ya institucionalizada visita sorpresa. Sorprendió al menos a los medios de comunicación que tienen esa actividad como proyecto para difundir. El pasado viernes el mandatario hizo una especie de versión modificada cuando visitó San Pedro de Macorís para escuchar proyectos de desarrollo. El sábado apareció en los actos religiosos de la Isabela, Puerto Plata. Allí la sorpresa fue un efusivo abrazo a un sacerdote.

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