Esta semana se produjo un acontecimiento que pone de manifiesto el profundo deterioro verificado en el Partido de la Liberación Dominicana, cuya cúpula dirigencial ha caído en tan desenfrenados niveles de ambición por bienes materiales y gozos fugaces, que les hicieron perder el norte de los principios de civilidad democrática.

Enceguecidos a terror por su desparpajo de gula incontenible, los gobernantes y líderes del PLD pasaron por alto que quienes ejercen roles de autoridad o liderazgo en una sociedad, disfrutan de poderes que los colocan como primeros frente a sus iguales, pero que esos poderes conllevan también responsabilidades sociales.

Desdeñaron el compromiso de que quien gobierna tiene responsabilidades de Estado que le obligan a trascender los límites de sus intereses de partido, grupales, familiares o personales.

Que quien gobierna o ejerce liderazgo en un país, o en cualquier institución con responsabilidad social, tiene el deber de agregar valor, darle plusvalía civilizatoria a su función pública.

Y no entendieron que estaban obligados a hacernos sentir que gobernaban y dirigían para todos los dominicanos y dominicanas, que era su obligación promover valores y conductas ciudadanas ejemplares.

Sobre todo en tiempos en que la descomposición y las inconductas, que con su permisividad el PLD ha alimentado, lo arropan todo y amenazan con llevarnos a extremos de disolución que pulvericen la idiosincrasia y las esencias mismas que nos identifican como nación.

El martes Participación Ciudadana otorgó el Reconocimiento a la Integridad y a la Lucha Contra la Corrupción 2018 a doña Milagros Ortiz Bosch, ex vicepresidenta de la República, senadora de la República en dos ocasiones, ex secretaria (ministra) de Educación, ex asesora de la Cámara de Diputados, asistente de su tío el presidente Juan Bosch, colaboradora del líder del Partido Revolucionario Dominicano, José Francisco Peña Gómez.

Es a sus años coordinadora honorífica del Plan de Educación Ciudadana de la ciudad de Santo Domingo, para motivar hábitos de urbanismo público que contribuyan al aseo de la ciudad, y mantiene un espacio radial diario para construir valores ciudadanos en democracia.

Habiendo ejercido la cátedra, y la praxis de las ciencias políticas, doña Milagros ha sido una militante de la lucha porque nuestros partidos, incluyendo al PLD, cultiven la meritocracia, la disciplina y los métodos de trabajo democráticos.

Y en 50 años de servicio al país y a la política que sigue creyendo superable, Milagros ha dejado una estela paradigmática que debe ser honrada por todos.

Por todos menos para el gobierno del PLD, que mira para otro lado e ignora los tantos ejemplos que nos da esta Milagros estadista de alta valía, que nos ha enseñado e inspirado tanto.

Una pobre cúpula del PLD, pobre por la miseria filosófica en que ha caído, que no logra valorar la importancia, como dice Participación que su reconocimiento a Milagros, que “tiene por objetivo educar mediante el ejemplo, presentando a los ciudadanos y ciudadanas modelos positivos de conducta ética que sirvan de estímulo al rescate de los más elevados valores de la nación dominicana”.

Una cúpula del PLD que ignora el colofón de la directora general de PC, doña Miriam Díaz Santana, quien al exaltar la vida y obra de Milagros, subraya que “El tiempo es fugaz, se escapa de nuestras manos vertiginosamente y con él se van las cosas materiales y los egos, pero cuando nos fundimos con nuestro tiempo para hacer algo valioso, diferente, trascendente, el tiempo se convierte en duradero”.

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