En estos días el último y sazonado incidente en la frontera dominico-haitiana ha alborotado el avispero. Abundan quienes atizan la llama de discordia, los de poses nacionalistas que piden un muro para separarnos. Muchos aseguran que los vecinos son la amenaza a nuestra existencia. Como los roces fronterizos no desaparecerán porque la línea divisoria permanecerá ahí; y tampoco es posible desaparecer a Haití, mudar a la República Dominicana a otro lugar, o escoger otros vecinos, decidí posponer mi análisis sobre la diversificación de las estrategias de crecimiento turístico, para intervenir en el tema de las relaciones RD-Haití que tanto nos agita.

Tomaré prestadas las sabias opiniones, que comparto, de personas con experiencia y muy calificadas para aconsejarnos. La primera del empresario Pepín Corripio; y la segunda del diplomático y hombre de Estado Lorenzo Jiménez de Luis, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Corripio considera que Haití es el mejor cliente de República Dominicana, por lo que debemos tratar de evitar una confrontación que perjudique a ambas naciones. “No debemos tener problemas con un vecino, sobre todo cuando el vecino es el mejor cliente. A mí como empresario no me gustaría tener problemas con mi mejor cliente, y Haití es el mejor cliente del país y hay que evitar confrontación. Ese es mi criterio conciliador y racional”.

Lorenzo Jiménez de Luis, afirmó ayer que en el país se genera una “innecesaria alarma social” con el caso de la frontera dominico-haitiana, y rechazó la construcción de un muro como alternativa la problemática.

Observó que actualmente ambas naciones tienen una relación fluida, y los problemas puntuales que pudieran surgir ocurren en todos los países del mundo que comparten fronteras con otros.

“Pero la realidad es que yo creo que no hay que dejarse llevar por unas ideas o manera de percibir o concebir la realidad que en lugar de contribuir al acercamiento y a la armonía, lo que hacen es dividir, crear alarma y en definitiva, provocar fisuras”.

Cuando un periodista le preguntó si el PNUD estaría en disposición de apoyar u orientar a la República Dominicana en la construcción de un muro, que proponen algunos sectores como solución a la problemática en la frontera, el diplomático dijo: “Desde Naciones Unidas no creemos que un muro sea la solución adecuada. Lo que nosotros promovemos es el acercamiento y el diálogo entre los pueblos cuando hay fricciones y problemas, o pueden surgir controversias”.

Refirió que el asunto de la frontera dominico-haitiana ha sido abordado en innúmeras ocasiones, y sostuvo que la mejor manera de resolver los problemas que allí se dan es “dialogando, hablando y promoviendo el acercamiento entre ambos pueblos”.

A estas reflexiones añado que una intervención violenta de los dos soldados que llegaron al lugar en que más de 200 vecinos haitianos protestaban y retuvieron 18 dominicanos, en vez de solucionar algo, es muy probable que hoy estaríamos opinando sobre las consecuencias de una “matazón”, y en la lista de muertos estaría los nombres de más de un dominicano.

En la escena mundial, que nos interesa porque como país turístico vivimos de nuestra buena imagen, Haití es el vecino paupérrimo o hermano chiquito, de los dominicanos prósperos. El hermano grande no tiene que soportar siempre las necedades del hermano chiquito, pero tampoco será provechoso que le caiga a pescozones cada vez que grita.

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