El Consejo Estatal del Azúcar (CEA), otra espina dorsal de la economía, se ha convertido en un infierno para una cantidad indeterminada de personas que adquirieron terrenos en los predios de entidad descontinuada y no han podido, pese a los grandes esfuerzos por obtener la titularidad.
Los cambios constantes, los engaños y las acciones de funcionarios y empleados de la institución convertida en inmobiliaria, es hoy por hoy un nido de los imposible, todos han pagado, han llenado los requisitos exigidos y, pese a ello son mantenidos dando viajes bajo la premisa de que todo está resuelto, pero a la jurisdicción inmobiliaria, que debe expedir los títulos, nada llega.
El presidente Danilo Medina ha sido claro en su preocupación por titular a las personas que han adquirido predios, pero cada vez que se nombra un nuevo funcionario, la búsqueda de canonjías resurge y nadie está seguro de los pasos dados.
La Comisión Evaluadora no ha dado los pasos pertinentes para investigar y limpiar la cara del Gobierno titulando a quienes, por la vía normal y legal han comprado pedazos de tierra para levantar sus viviendas. Lo que hace el CEA, que no presta atención a nadie y sus principales incumbentes no dan la cara, contradice esa vocación del mandatario que enarbola el valor de la propiedad.
La Inmobiliaria del CEA debe transparentarse y no retener las cartas de no objeción que pide la Jurisdicción Inmobiliaria para expedir los títulos a los propietarios y, por el contrario, la Comisión Evaluadora debe mostrar que trabaja con honestidad, diligencia y voluntad de resolver una situación que afecta a miles de personas que depositaron su fe en ellos.
No es posible que la institucionalidad se denigre a ese nivel y que el ciudadano esté perdiendo su valor, solo cumpliendo deberes sin acceso a ningún derecho. Si seguimos por ese rumbo en poco tiempo seremos cualquier cosa, menos un país. El CEA debe resolver el problema de títulos a sus adquirientes.
