El dirigente deportivo considera que el deporte es un constructo social que no se puede desligar de la cultura ni de la situación social del mundo

Fernando Teruel ha recibido innumerables reconocimientos por su destacada labor y aporte al baloncesto dominicano.
Esto se lo agradece a Andrés Van Der Horst, Leandro de la Cruz y Virgilio Travieso Soto, quienes, en 1975 fueron a su casa en La Vega a proponerle un contrato para que viniera a la Capital a dirigir el equipo de baloncesto los Astros de Montecarlo. “Eso cambió totalmente el rumbo de mi vida”, dice Teruel, quien expresa que “el deporte ha sido mi vida, desde que nací en La Vega”.

Recuerda que a los nueve años, ya pertenecía al equipo de baloncesto en el Colegio Agustiniano, donde estudiaba. Posteriormente, luego de terminar sus estudios de bachillerato, se convirtió en el director de la secundaria del centro educativo. Tenía 19 años.

“Toda mi infancia y juventud en La Vega la dedicaba a los deportes, también dedicaba mi tiempo a realizar actividades sociales, siendo parte de diversas organizaciones como los Bomberos, 20-30, Boy Scout, Grupo San Agustín, Cruz Roja, entre otras entidades culturales.

1. Primer contrato
En 1975 Andrés Van Der Horst, Leandro de la Cruz y don Virgilio Travieso Soto fueron a mi casa en La Vega a contratarme para que viniera a la Capital a dirigir el equipo de baloncesto los Astros de Montecarlo. Eso cambió el rumbo de mi vida, porque desde los 15 años jugaba baloncesto y dirigía varios equipos en La Vega, tenía vocación para ser entrenador deportivo, pero nunca lo veía como una profesión, sino como entrega y servicio a la comunidad. Ellos me motivaron y dejé el trabajo. A regañadientes de mis padres, vine a Santo Domingo a hacer lo que me gustaba, el baloncesto, incluso con un sueldo menor que el que ganaba en el magisterio en La Vega. Tuve la suerte de ganar el torneo y me convertí en el entrenador más joven que haya ganado un Torneo Superior. Tenía unos 22 años. Ese mismo año, don Virgilio me ligó a la Selección Nacional, con apenas 23 años, me incluyó en el staff dirigencial en un viaje para España, cuya selección estaba dirigida por Humberto Rodríguez y yo como su asistente”.

2. Opinión de sus padres
Mis padres apoyaban que jugara, pero recuerdo que me decían que si me iba a casar con una pelota, que no iba a vivir de una pelota, que jugara, pero que no tuviera tanta pasión. Mis padres no eran deportistas, pero mi hermano mayor, ya fallecido, Luis Andrés Teruel, “Papi”, como le decíamos, sí lo era. Él me impregnó ese sentimiento, pero mis padres nunca estuvieron de acuerdo. Recuerdo que con la pelota rompí muchas cosas en mi casa, en el baño por ejemplo, apagaba las luces y driblando la pelota rompía cosas de mujeres que siempre estaban en el baño y eso no era del agrado de mi padre. Confieso que a ellos les debo mis títulos y maestrías, porque si no hubiera sido por su insistencia para que estudiara, no los hubiera obtenido. Recuerdo que les lleve los títulos y me fui de una vez a jugar. Esos títulos me han ayudado en la dirección de los equipos, el conocimiento de la sicología, en la dinámica de grupo y en el trabajo social, además de darme fortaleza para dirigir, de manera que se lo debo a mis dos viejos que me pusieron eso en la cabeza”.

3. Llegada a Santo Domingo
Cuando llegué a la Capital me quedé dirigiendo equipos superiores, como el Club Mauricio Báez, que me dio una posibilidad inmensa, porque me permitió las herramientas para trabajar y estructurar un buen equipo y ganamos tres años consecutivos, era la primera vez que el Mauricio Báez ganaba un torneo en el país y me tocó a mí la suerte de ser su dirigente. Tuve la dicha de encontrar una directiva que me dio todas las facilidades para construir un equipo sin ningún tipo de objeción y logramos hacer una simbiosis interesante. Eso nos abrió tres títulos profesionales. Luego dirigí el Club San Lázaro y luego el Club Los Prados, donde ganamos el primer torneo en su historia, eso fue por los años 80. En ese equipo estaba Tito Horford y también un refuerzo panameño que se llamaba LeRoy Jackson. Recuerdo que paré a Los Prados y ganamos. Ya al final, estuve con el Barrio de Mejoramiento Social (Bameso), ahí tuve una oportunidad brillante y bonita, la cual agradezco muchísimo por la confianza que el club depositó en mí. En ese tiempo, Bameso comenzaba siendo franquicia en el Torneo Superior, me tocó dirigirlo y ganamos el partido. Agradezco enormemente a Osvaldo Rodríguez Suncar que me dio esa oportunidad”.

4. Selección Nacional
Mientras era dirigente deportivo en Santiago, La Romana y San Pedro, estaba también en la Selección Nacional, donde tuve la dicha de dirigirlo muchos años, desde 1975 hasta hoy, porque de alguna manera me he mantenido en eso. Dirigí la Selección Nacional en los Juegos Centroamericanos Santiago 86, en el Pre Olímpico de Brasil; dirigí también la Selección Nacional Juvenil, con la cual ganamos medalla de oro aquí, en 1984. Eso nos dio el pase al Mundial de España en el Palma de Mallorca, fuimos con la selección y ganamos oro en una finales contra Puerto Rico, pero ya le habíamos ganado a Cuba, a Panamá, a Nicaragua y a Guatemala. Eso nos dio el pase para ir al primer Torneo Mundial Juvenil que República Dominicana participa, ahí quedamos en una posición muy decorosa, ganamos la Ronda de Consolación, sexto lugar, fue un gran evento. También, dirigí la selección de Mini Básquet, Selección Nacional juvenil, Selección Nacional Femenina; la Selección Grande, todavía dirijo la Selección Master, con la Selección de Adulto, fuimos campeones del mundo hace cuatro años en Orlando, Florida”.

5. Dirigente en Guatemala
Dirigí la Selección Nacional de Guatemala. Esa fue una experiencia muy bonita para mí, muy impactante y significativa. Ganamos oro en un Torneo Centroamericano en Honduras, eso para mí fue significativo y muy duro a la vez, porque en medio de la fase preparatoria murió mi madre y tuve que venir al país, pero fue una experiencia muy bonita, donde estuve dos años, 1988-1990. Era la primera vez que Guatemala obtenía una medalla de oro y me tocó a mí ese privilegio. Guatemala es un país que quiero mucho y que visito a menudo, porque allí tengo muy buenos recuerdos”.

6. Docencia
Mi vida siempre ha sido deporte y educación, y la he combinado con las aulas. Fui por ocho años director de la secundaria del Colegio Dominicano de la Salle. Allí becamos a Alfred Horford, él estuvo conmigo hasta el segundo año de bachillerato. Recuerdo que inmediatamente terminaba de impartir las clases me quitaba la corbata y el saco y, me iba a la cancha con él. Ser entrenador de la Salle fue una experiencia muy bonita, de manera que toda mi vida ha sido compartida entre la cancha y las aulas. También, fui profesor de Sicología del Deporte en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu) y en la Universidad Mundial Dominicana, ya desaparecida”.

7. Momento muy importante
Uno de los momentos más emocionantes e importantes en mi vida fue cuando nombraron al Palacio de los Deportes de La Vega con mi nombre. Nunca busqué eso, ni nunca lo pensé. Tampoco imaginé que, tanto los habitantes de La Vega, como los diputados, senadores y el pueblo dominicano decidieran que ese estadio se llamara Fernando Teruel. De buenas a primera la gente y la prensa comenzó a llamarle Palacio de los Deportes Fernando Teruel, sin haber sido decretado oficialmente. Todo el mundo lo llamaba así, hasta que el Congreso por una propuesta de nuestros diputados y senadores decidió ponerle mi nombre. Eso significa mucho, hasta de temores me llenaba, porque no pensaba que merecía tanto, eso me comprometida más con mi conducta ante la sociedad y con mi pueblo que añoro entrañablemente. Nunca me he desprendido de La Vega, voy allá casi todos los fines de semana”.

8. Muerte de su madre
Cuando estaba en Guatemala dirigiendo su equipo, mi madre en ese tiempo estaba muy mal de salud con un cáncer muy fuerte. Recuerdo que paré los entrenamientos y vine al país a visitarla, me pasé quince días con ella, pero tuve que volver de nuevo a Guatemala por los compromisos que tenía con los Juegos Centroamericanos, teníamos muchos viajes de preparación, nos manteníamos viajando a México y a Estados Unidos, en la fase de fogueo, previo al torneo, entonces tuve que dejar a mi madre, me entristeció mucho tener que irme. De regresó a Guatemala, tuve que salir de una vez para el Torneo Centroamericano en Honduras, allí ganamos oro. Luego, como al mes y medio, mi madre murió, no pude llegar a su entierro, busque todas las maneras, fue muy fuerte. El no poder estar en su velatorio ni en su entierro fue muy, muy traumático. Pero me imagino que ella se siente bien, donde quiera que esté. Luego vine al país y deposité la medalla que ganamos en la tumba de mi madre, porque en vida le había dicho que esa medalla iba a ser para ella”.

9. Anécdotas
En 1975 tuve que sancionar a Chicho Sibilio, un jugador estelar, el más importante del equipo, porque no asistió a una práctica. Él era un jovenzuelo que comenzó conmigo, recuerdo que una hermana de él, ya fallecida, me avisó que él no iba a asistir a los entrenamientos, porque Chicho decía que no iba a entrenar en una cancha de cemento, como lo era en ese entonces el Parque Eugenio María de Hostos. Le contesté a su hermana que si no venía, no lo dejaría jugar y, como no vino lo sancioné, entonces el gerente del equipo, Andrés Van Der Horst vino de Santiago a hablar conmigo y le dije que no cambiaría mi decisión. Recuerdo que en el primer tiempo del partido estábamos perdiendo y de camino al camerino, dos fanáticos morenos, gigantes y fuertes brincaron la cerca y se me pararon en frente, uno de ellos me dijo: mira vegano, a ti te quedan dos horas, una de camino para La Vega y otra para terminar el juego; me decían que metiera a jugar a Chicho Sibilio, que si no lo hacía, íbamos a perder el partido y que me iban a sacar. Me fui al camerino y no entré a jugar. Por suerte, ganamos el partido y también el torneo. Seguidamente, uno de esos morenos, me dijo que era el mejor entrenador del mundo. Hoy, Chicho y yo nos adoramos, lo respeto mucho y admiro como uno de los jugadores de todos los tiempo de República Dominicana y del mundo”.

10. Amarga experiencia
Tengo el dolor de no haber podido ganar un campeonato con el Club San Lázaro, el cual dirigí por tres años. Me hubiera gustado dirigirlo de nuevo, porque no pude ganar con ellos, lo llevo en mi corazón. Lamentablemente, cuando estuve a punto de ganar con ese equipo, en 1977, se produjo una trifulca entre jugadores y el torneo fue suspendido en las finales y no pudimos terminar la competición; el juego era entre Naco y San Lázaro. Ahí tenía la posibilidad de ganar. Luego lo dirigí de nuevo por dos años más, pero no pude ganar con ellos. Esa ha sido una de mis grandes frustraciones”.

Dirigente deportivo

Soy presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (Abadina), no tenía eso nunca en mi cabeza ni en mi mente.

Fui presidente de la Asociación de Baloncesto de La Vega y el fundador 1970, siendo un muchacho, a instancia de don Virgilio Travieso Soto, ahora casi 50 años después, José Bollón Domínguez, presidente del Club Mauricio Báez, un inmortal del deporte dominicano, me llamó y me dijo que si quería ser el presidente de la asociación; también el presidente de la federación había recomendado mi nombre.

En ese entonces, había una crisis en la asociación y la selección tuvo que posponerse, entonces pensaron en mí, que soy un soldado, que si me llaman hasta para barrer ahí estaré, porque el deporte ha sido mi vida, desde que nací en La Vega.

Vine a las elecciones y ganamos, fue unánime, solo hubo un voto de abstención. Mi periodo termina el año que viene. Dirigir Abadina no produce ningún dividendo económico, es una entrega por amor y por servicio a la comunidad.

Declaración
En Abadina no tengo ningún tipo de beneficio personal, no es un trampolín para nada, porque no aspiro a ningún puesto político, ni mucho menos al Comité Olímpico, simplemente es el amor al deporte.

Dolor
Estando en Guatemala murió mi madre, el no poder estar en su velatorio, ni en su entierro fue muy traumático. Luego vine al país y deposité la medalla que ganamos en su tumba, porque en vida le había dicho que esa medalla iba a ser para ella.

Confesión
A mis dos viejos les debo mis títulos y maestrías, porque si no hubiera sido por su insistencia para que estudiara, no los hubiera obtenido”.

Influencia
Mi hermano mayor, Luis Andrés Teruel (Papi), ya fallecido, fue el que me impregnó ese sentimiento por el deporte”.

Orgullo
Uno de los momentos más importantes en mi vida fue cuando nombraron al Palacio de los Deportes de La Vega con mi nombre”.

Malestar
Tengo el dolor de no haber podido ganar un juego con el Club San Lázaro, el cual dirigí por tres años. Me hubiera gustado dirigirlo de nuevo”.

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