Si tienes Facebook, WhatsApp y una aplicación de correo electrónico instalada en tu ‘smartphone’, estás en riesgo serio de no encontrarte en tus mejores condiciones.

Según un estudio reailizado por Nascia, centro especializado en tratamientos contra el estrés, basado en experiencias de pacientes, sostiene que estas aplicaciones generan estrés adicional entre los usuarios, hasta tal punto que se alteran los horarios de sueño, hábitos saludables y costumbres diarias.

Las aplicaciones de mensajería instantánea son las principales culpables. WhatsApp es la reina de este tipo de «apps», pero también existen otras en el mercado, como Telegram o Facebook Messenger. Según los expertos, actualmente contestamos al 75 % de los mensajes al momento, porque se considera que no hacerlo es ignorar a la otra persona y existe una necesidad autoimpuesta de responder.

El estudio también señala que los usuarios pasan al menos una hora diaria respondiendo mensajes, con independencia de la hora que sea y de lo que estén haciendo en ese momento. “En la distancia corta estamos obligados a responder de forma inmediata como interlocutores. A nivel digital nos imponemos esta obligación cuando realmente lo podemos hacer en otro momento”, dicen los expertos.

Las redes sociales son el segundo tipo de “apps” que menos nos benefician en nuestra salud. Consultar Facebook o Instagram se debe a dos necesidades: primera, por querer estar informados al momento de lo que ocurre en el mundo y lo le ocurre a los demás y, segunda, por lanecesidad creada de contar lo que hacemos, dónde estamos o de buscar cierta aprobación.

Para los desarrolladores del estudio existe una relación directa entre el estrés y la ausencia de interacción. La sociedad está conectada de forma permanente y escapar de ello no sólo es complicado sino que en un 55 % de la población tiene esa necesidad de conexión. Hasta el punto de que para los ‘adictos’ supone una obligación y una fuente de estrés inagotable, aseguran los expertos. A pesar de que son las nuevas generaciones las que sufren problemas del tipo de la nomofobia, cada vez más, adultos sufren de estrés tecnológico porque se une a la necesidad de estar conectados la obligación de manejar las herramientas para no ‘aislarse’.

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