Como muchos otros jóvenes, en el 2013 me entusiasmé con participar en el VIII Congreso Ordinario Comandante Norge Botello porque era una gran ventana de esperanza. Sin embargo muy pronto aprendí en carne propia que en realidad no contamos con un Partido de la Liberación Dominicana (PLD) adaptado a los aires de la modernidad.

También me di cuenta de que mi partido, el PLD, no era aún lo suficientemente organizado y transparente para realizar un proceso electoral y que los resultados de dicho ejercicio reflejaran más allá de toda duda la auténtica voluntad de los votantes.

Comprendí, además. que los peledeístas tampoco tenemos un “árbitro imparcial” para los certámenes internos, debido mayormente a los múltiples intereses que se incuban en la organización. Es por eso que se han dado precedentes literalmente funestos durante jornadas donde los militantes buscaban de un ejercicio pulcro de la libertad de elegir y ser elegidos, manifestada en las urnas.

Más tarde, al saber que se discutía una ley de partidos que permitiría a las organizaciones políticas ser reguladas por la Junta Central Electoral (JCE) me embargó una gran alegría porque eso implicaría romper con una opaca tradición que por años ha llenado de dolor y conflictos terribles (mortales a veces) a casi todas las organizaciones políticas.

El país tiene hoy una gran oportunidad de realizar procesos en cada partido administrados por la JCE, permitiendo a los ciudadanos ir libremente y votar por quien simpaticen. Con este ejercicio democrático tendremos padrones reales con los verdaderos simpatizantes de los partidos.

Todos estamos de acuerdo en que es una responsabilidad del Comité Central del PLD definir la forma de hacer las primarias: abiertas o cerradas. Pero eso de volver al pasado con procesos oscuros y cerrados nunca ha garantizado ni garantizará la democracia del partido alguno, mucho menos su permanencia en el poder.

Es un hecho que mientras las organizaciones políticas den más participación al universo de la población, los candidatos serán cada vez más representativos de aspiraciones de la sociedad.

Sin dudas, las primarias abiertas, simultáneas y administradas por la JCE pueden ser la clave para responder con la transparencia que demanda la nueva generación, sangre nueva que busca involucrase en la política y que quiere hacerlo de la mejor forma posible.

No hay nada más transparente que dar la oportunidad a los nuevos liderazgos y que nuestro PLD pueda renovarse, en especial luego de estar bajo un padrón secuestrado, que por más de siete años no ha permitido el ingreso de ningún nuevo miembro, excluyendo más del 20%de la población hábil para votar.

Es por eso que la prudencia indica que se deben ignorar las voces que, que al no tener la mayoría partidaria para lograr sus propósitos, hacen propuestas que poco ayudan a lograr la transparencia y renovar esas esperanzas que hoy más que nunca necesita el PLD.

Es hora de un cambio de actitud, de dar un paso adelante, la victoria que buscamos en el 2020 no se logrará con referéndum ni acuerdos de aposento. Sino multiplicando las oportunidades para que las generaciones que tienen la fuerza, la energía y la aprobación necesarias para conquistar un nuevo triunfo, se sientan confiados en participar.

Nadie, absolutamente nadie, ningún partido debe ponerse nunca por encima de la ley. A nadie le luce, al PLD menos.

Posted in OpinionesEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas