“Por ser un público reducido, los precios son altos”. Los queridos comunicadores y productores de teatro Anibelka Rosario y Pedro Jiménez citaron aquello al conversarme brevemente sobre los motivos de los altos precios de las obras. Ciertamente la cultura en nuestro país es de consumo relativamente bajo. Pero las costosas boletas terminarán limitando aún más el universo de espectadores del teatro. Es contradictorio que mientras hay necesidad de expandir el arte dramático entre la población, el costo para acceder funcione como desincentivo. En cada función el clamor escuchado entre los teatristas es “más apoyo”, del público, de patrocinadores. Al paso en que estamos con los precios, la dramaturgia quedará como una actividad cultural prohibitiva. Cosas de un país sin política cultural.

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