Pekin. China responderá hoy lunes -aunque de forma moderada en comparación- a la agresiva oleada de aranceles que entrarán en vigor en Estados Unidos, en un nuevo capítulo de la guerra comercial por entregas que protagonizan ambas potencias económicas.

Desde este 24 de septiembre, más de 5,500 productos chinos -entre los que figuran bolsos, prendas de ropa y arroz- y cuyo valor total asciende a 200,000 millones de dólares serán gravados con un arancel del 10 % al ser importados por compradores estadounidenses.

Fue el lunes pasado cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, dictó la fecha y la reacción de Pekín no se hizo esperar: China hará lo propio con 4,000 bienes estadounidenses -gas natural licuado, productos agrícolas y químicos y componentes de automóviles, entre otros- que totalizan 60,000 millones de dólares y a los que impondrá aranceles de entre el 5 y el 10%.

Hasta la fecha ambas potencias se habían impuesto tarifas a bienes importados por valor de 50,000 millones de dólares cada una, en una batalla arancelaria que inició EE.UU para intentar persuadir a China de que cambiara su comportamiento en materia comercial. En concreto, el elevado déficit que sufre EE.UU en su balanza de pagos con China, la denuncia de violación de derechos de propiedad intelectual y la desigualdad de condiciones de juego y competencia -motivada por el apoyo del Gobierno chino a compañías estatales- son de las razones con las que se justifica Trump.

Ante la agresividad en las formas del mandatario estadounidense, China ha adoptado el papel aparentemente más bondadoso en esta guerra, con el que quiere demostrar al mundo que preferiría evitar el conflicto pero que no tiene más remedio que defenderse, al tiempo que asegura que está llevando a cabo las reformas que Occidente le solicita.

El propio primer ministro chino, Li Keqiang, aseguraba el pasado miércoles en el Foro Económico Mundial, el “Davos de verano”, que China va a abrir su economía “más rápido” y que va a poner en práctica medidas para facilitar la entrada de capital extranjero y la competición justa de empresas foráneas con las domésticas.

Li no precisó, como ha ocurrido en las últimas ocasiones, qué medidas concretas se aprobarán en el país para calmar la intranquilidad de EE.UU o Europa. La escalada de tensión entre ambas potencias se agravó y podría ir a más, pues el presidente republicano ya ha advertido de que si China contestaba podría subir esta nueva ronda de aranceles del 10 al 2 % en enero de 2019.

Un crecimiento mundial que puede verse afectado

El margen de maniobra de Pekín cada vez es más reducido -tal y como se aprecia en la diferencia de valor de los aranceles que entrarán en vigor- porque sus importaciones de EE.UU no son tan elevadas, aunque sí podría recurrir a elevar los aranceles ya existentes o a otras prácticas (como el boicot o una regulación más estricta). Si se da este escenario, el crecimiento económico mundial se vería afectado, advierte en un informe Louis Kuijs.

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