De aproximadamente siete billones de habitantes, una ínfima cantidad dice no creer en Dios, pero de alguna forma íntimamente todo hombre reconoce que debe el boleto que lo trajo al mundo, llegase en primera clase, económica o cabina. Disciernen entre lo superior, lo sublime y lo supremo; En su humanidad aseguran que somos polvo de estrellas, los más espirituales que somos energía y los bíblicos que “somos su imagen y semejanza”. De éstos últimos aprendí el significado de “habitar” al abrigo del Altísimo, ser “su habitación”, algo transformador… El Alto y Sublime habita entre los afligidos ¡que impresionante!, entre los redimidos, maravilloso, junto a su pueblo, ¡evidente! Tu conciencia es el lobby, tu corazón es el trono, el es el genio y tú la lampara, no se frota, se limpia.

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