De los gobiernos de Leonel Fernández hay tanto por recordar que cualquier intento es puramente simbólico y enunciativo.

Por ejemplo, recuerdo cuando en 2011 a República Dominicana le suspendieron el voto ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) por atraso en el pago de sus cuotas, pasando a formar parte, junto a países como Somalia y Liberia, de una reducida lista de “malapagas” que tiene el organismo.

Recuerdo que en 2007 el Atlas Mundial Geographica, elaborado por 40 Phd`s contratados por Random House, afirmó que el narcotráfico desempeña un papel importante en la economía dominicana, y eso fue secundado por asociaciones empresariales como la Federación Nacional de Comerciantes de la República Dominicana (FENACERD), la Asociación de Empresas Industriales de Herrera (AEIH) y la Organización Nacional de Empresas Comerciales (ONEC), entre otras.

Recuerdo al jefe de la Policía de 2010 cuando habló sobre el aumento de las muertes violentas, señalando que la razón fundamental era lo que llamó “un problema de la sociedad dominicana”, y recuerdo que apenas a mediados de junio de ese año una investigación de elCaribe arrojó entre sus resultados que 700 personas habían perdido la vida en esos 6 meses por armas de fuego.

Los ruidos de los primeros años de gobierno del Presidente Fernández se han tratado de enterrar en el pozo del olvido y en ello se ha tenido bastante éxito, pues del caso PEME hace tanto tiempo que ya resulta difícil recordar que muchos de los implicados ocuparon posteriormente importantes posiciones en la administración pública. Por otro lado, del escandaloso caso SUNLAND se ha preguntado tanto que hasta se olvida que nunca se dio una respuesta oficial para explicar o justificar el uso de los fondos.

Ya nadie menciona las multimillonarias nominillas de comités de base, ENADE, ENADIZ, CORDE, los fondos de pensiones, las Harley Davidson de la Policía Nacional o las numerosas denuncias de “grado a grado” y de sobrevaluaciones: Que si la Suprema Corte de Justicia, que si el parque de Santiago, que si la decoración de la Procuraduría General de la República, que si la remodelación del Palacio de Bellas Artes, que si la carretera Vallejuelo San Juan, entre tantos otros.

De las cosas mencionadas y decenas que faltan hay un importante punto en común: A fin de cuentas, todo siempre ha quedado en nada. Por eso, a la hora de ir a votar, los dominicanos debemos refrescar nuestra memoria.

Posted in OpinionesEtiquetas

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas