No hay dudas de que el período 2014-2017 ha sido uno de muy alto crecimiento económico. El crecimiento medio anual del PIB fue de 6.5%, un 67% más elevado que el observado entre 2008 y 2013, cuando la economía se expandió a un ritmo de sólo 3.9% por año, muy por debajo de la media histórica. Esta es una buena razón para explicar por qué la pobreza monetaria no se redujo mucho en esos años y por qué sí lo ha hecho más recientemente.

Hay preocupaciones muy legítimas respecto a que, a pesar de la reducción en la pobreza monetaria, la vida de la gente no parece haber cambiado en la medida en que era esperable en un contexto de tanto dinamismo económico. También respecto a cuán sostenible es ese crecimiento.

Hay dos preguntas cuyas respuestas contribuyen a aproximarnos a esas y otras cuestiones. La primera es: ¿qué fue lo que creció? La segunda es ¿cuáles son las causas del crecimiento? Son dos preguntas distintas que a veces se confunden. Con frecuencia se tiende a explicar el crecimiento a partir del comportamiento de los sectores específicos, pero eso apunta a las razones del crecimiento sino sólo a cómo éste se ha expresado.

Las razones tienen que ver con la demanda. La producción crece porque crece la demanda, y si la producción de una actividad crece más que otra, es porque la demanda específica de ella creció de forma más intensa que la demanda para el resto. Por eso, descomponer el crecimiento entre actividades económicas (p.e. agricultura, industria, y servicios) no nos habla de las causas de la expansión sino sólo, por decirlo de alguna forma, de cuáles actividades aprovecharon o se beneficiaron más del aumento en la demanda. De allí que discernir sobre las causas obliga a identificar las fuentes del incremento en la demanda.

¿Qué fue lo que creció?

Una evaluación rápida del comportamiento de la producción por sectores permite sacar las siguientes conclusiones principales.
Primero, el 53% de todo el crecimiento observado entre 2014 y 2017 se explica por el aumento de la producción de servicios. Un 29% es por aumento de la producción industrial y sólo un 4% debido a la agropecuaria. Si excluimos al turismo (hoteles, bares y restaurantes), los servicios todavía explican el 45% del crecimiento:

Segundo, seis actividades económicas explicaron el 54% de todo el crecimiento: construcción, hoteles, bares y restaurantes (esto es turismo y algo más), transporte, manufactura local, comercio y el sector financiero. De ese porcentaje, la mitad (26% del total) lo explicaron sólo la construcción y el turismo.

Tercero, los datos oficiales indican que la expansión de la construcción fue impresionante y que su peso en el crecimiento total fue descomunal. El crecimiento medio anual fue 12%, 1.8 veces lo que creció el promedio de la economía, y explicó el 18% de todo el crecimiento. En 2017, el sector construcción produjo 65% más de lo que lo hizo en 2012. Ese dinamismo arrastró a una parte de la industria local, en especial la producción de cemento, el cual representa más del 10% de toda la producción del sector.

Cuarto, hoteles, bares y restaurantes (turismo), creció a una tasa media anual de 6.7%, 8% más rápido que la economía en su conjunto, y explicó un 8% de todo el crecimiento. También este sector, que se ha beneficiado de un entorno internacional favorable, arrastra a una parte de la agricultura y las manufacturas.

Quinto, las actividades agropecuarias y de la industria local combinadas explicaron menos de un 12% del crecimiento. La producción manufacturera local creció, en promedio, en 4.4% por año, equivalente a un 70% del crecimiento global, y explicó un 7.3% de éste. La agropecuaria apenas explicó un 4.2% y creció a una tasa media anual de 4%.

Sexto, el comercio, el transporte, las comunicaciones, las finanzas y las actividades inmobiliarias y de alquiler, cuyo comportamiento tiende a responder al de otras actividades, explicaron más del 26% del crecimiento. El transporte y el comercio crecieron más que el promedio de la economía.

En síntesis, los sectores construcción y turismo, en especial el primero, lideraron el crecimiento, así como los servicios en general. Menos dinamismo y contribución tuvieron la industria y la agropecuaria.

¿Qué explicó el crecimiento?

Responder a esa pregunta obliga a identificar las fuentes del crecimiento de la demanda. En un esquema simplificado, la demanda toma la forma de consumo (privado y público), inversión (privada y pública) y exportaciones (demanda de personas no residentes de bienes y servicios del país), y se descuentan las importaciones porque se trata de una demanda de bienes y servicios de consumo o inversión del exterior que no estimulan la producción doméstica.

De todo el crecimiento de la demanda en ese período, el 97% fue interna. En otras palabras, las exportaciones de bienes, esto es, la demanda externa de productos nacionales jugó un rol muy pequeño en estimular la producción. Esto es un reflejo del escaso dinamismo exportador de estos años recién pasados.

Por su parte, el aumento del consumo privado explicó un 50% del crecimiento de la demanda, lo cual es natural debido al peso de ese consumo en la demanda. Estas cifras, sin embargo, no permiten dilucidar quiénes son los que han incrementado su demanda, si se trata de un aumento de la demanda de base amplia, esto es, de personas de ingresos bajos y medio bajos, o si es de base relativamente estrecha, es decir, de sectores de ingresos medio altos y altos, o si es una combinación.

Mientras, el consumo público explicó un 12% del crecimiento de la demanda. Sin embargo, en ese período, éste creció un 44% más rápido que el consumo privado. Esto sugiere que, por lo menos en lo que tiene que ver con el consumo, el gasto público ha jugado un rol importante en sostener el crecimiento.
Si una parte del gasto público es financiada con deuda, es claro que una parte del dinamismo de la demanda ha estado siendo soportada con créditos. Las preguntas obvias son: ¿Por cuánto tiempo se puede sostener eso? ¿Cuánto tiempo tenemos para cambiar los créditos por recursos tributarios? ¿O es que, a medida que se haga más difícil el financiamiento nos veremos obligados a reducir el gasto y el consumo público y no tendremos otra opción más que reducir la demanda y el crecimiento?

Por su parte, el aumento de la inversión ha sido otro factor importante para la demanda y el crecimiento. Explicó cerca de un 26% del aumento de la demanda total, y creció un 73% más que la demanda total.

Desafortunadamente, las cifras oficiales no desglosan el gasto en inversión entre privada y pública. Sin embargo, sabemos que la inversión pública como proporción del gasto público total se ha mantenido estable en los últimos años en alrededor de 13% o 14% (algo menos de 3% del PIB). Siendo así, la inversión pública seguramente creció a un ritmo similar que el consumo público por lo que también debió haber contribuido a sostener el crecimiento de la demanda. Por ello, también a la inversión pública le corresponden las mismas preguntas de arriba: ¿es sostenible? ¿Por cuánto tiempo? ¿Tendremos que eventualmente recortarla y hacer que la economía aterrice o podremos finalmente financiarla con más recursos propios?

En síntesis, a pesar de las notables cifras del crecimiento que se exhiben, cuando se las ausculta, se advierten vacíos y fragilidades. La industria y la agropecuaria no destacan, tampoco las exportaciones de bienes. Por fortuna, el turismo sí. Mientras, una parte relevante de la demanda que empuja el crecimiento se financia con deuda.

No se trata sólo de crecer, sino de hacerlo con calidad y sostenibilidad.

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