Tal como ocurre ahora, en el proceso electoral pasado, dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se barajó la fórmula “ni tú ni yo”, pero el planteamiento no prosperó.
La idea consistía en presentar una tercera opción para la candidatura presidencial para los comicios del 2016, al margen de los dos grandes líderes de la organización política.
La propuesta surgió, aunque nunca se formalizó, a mediados del 2015, tras la agudización de las contradicciones entre los grupos encabezados por Danilo Medina y Leonel Fernández.
En aquel momento, el PLD estaba fragmentado, y las diferencias habían llegado a su máxima expresión. Una gran parte de los peledeístas promovía la reforma constitucional para que Medina pudiera repetir. Mientras, Fernández decía que esperaría la dirección de “los vientos” para decidir si aspiraba o no. Pero era evidente que quería volver.
En tanto, se promovían como aspirantes a la candidatura por el partido morado los dirigentes, Francisco Javier García, Radhamés Segura, Temístocles Montás y Reinaldo Pared Pérez.
A pesar de su intenso activismo, ninguno de los cuatro llegó a alcanzar números significativos en las encuestas. La posibilidad de la reelección de Medina o del retorno de Fernández pesaba mucho en la mentalidad de peledeístas y ciudadanos, en sentido general. Algo parecido a lo que ahora ocurre.
De hecho, cuando se hablaba de una tercera vía, no eran sus nombres los que se barajaban. Más bien, se mencionaba a la vicepresidenta Margarita Cedeño y al entonces procurador Francisco Domínguez Brito como candidatos a encarnar la fórmula “salvadora” que evitara una división.
En aquel entonces, no se dio la formula, aunque tampoco el partido se dividió, como muchos temían.
La reelección se impuso y Fernández cedió, mediante un acuerdo en el que, aparentemente, todos ganaban, aunque Medina se quedaba con el premio mayor.
Dificultades
Aplicar la fórmula entonces, tiene las mismas dificultades que ahora. Lo primero es que implica un sacrificio de los dos principales líderes del PLD, lo que ya de por sí plantea un inconveniente. A ningún político le gusta la idea de ceder su liderazgo.
La segunda dificultad para llevar a la realidad la propuesta es que requiere de un acuerdo entre Medina y Fernández en torno a una figura determinada. Y no parece realista pensar que el Presidente apoye a un leonelista o que el exmandatario respalde a un danilista.
