Al vivir en pleno centro de la ciudad, puedo ver, especialmente los fines de semana, cómo se aglutina gran cantidad de jóvenes en busca de diversión, centrada en la ingesta de bebidas alcohólicas.

A veces, me detengo a observar y me apena ver las edades de los jóvenes que conforman dichos grupos. No sé si existan leyes que prohíban que menores de edad estén en las calles ingiriendo bebidas alcohólicas, ni mucho menos que les prohíban fumarse un cigarro, pero es penoso presenciar cómo muchachos y muchachas de 14, 15 y 16 años , se pasean en estos predios con una botella en la mano izquierda y un cigarrillo en la derecha.

Como madre de tres hijos, no solo siento tristeza, sino vergüenza ajena, colocándome en el lugar de los padres o cabezas de las familias de los mismos. En ocasiones, hasta he llorado al ver caminar tambaleando a una jovencita que no llega a los 17 años.

¿Dónde están los responsables sobre estas vidas sometidas a todo tipo de peligro, expuestos a ser víctimas de cualquier acto en contra de ellos mismos? En mi doble papel; primero, de madre y luego profesional de la conducta, entiendo la emergencia de atender este fenómeno que se ve cotidiano, simple, pero no lo es. Son muchos los hogares que han perdido sus hijos, por ejemplo en accidentes de tránsito ocasionados por la imprudencia a veces de estos mismos menores con un guía en las manos, sumado al efecto producido por el alcohol o las drogas a su sistema nervioso central, alterando su respuesta de reflejo.

En muchas ocasiones, por todos los medios, de una forma u otra, se ha tratado el tema, prestándose para hacer una reflexión, por todos, en cuanto al papel de autoridad y reglas de padres o tutores en sus hogares. La libertad es algo de uso delicado, especialmente cuando la misma es dada en edades en las cuales no se está preparado para manejarla. Existe un principio bíblico en el libro de Eclesiastés, y es el siguiente: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora”. Sé que es difícil manejarlos a esta edad, pero, por favor, cuídalos.

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