El Listín Diario ha publicado una serie de interesantes reportajes sobre la ciudad de Santo Domingo, titulado La Ciudad Enferma. La capital es la décima más poblada de América Latina. Sin embargo, dicho crecimiento ha estado acompañado de un agravamiento de diversos problemas. La lista es larga: la inseguridad pública causada por la creciente delincuencia y el narcotráfico; el hacinamiento y duras condiciones de vida de gran parte de la población, agravado por la presencia de inmigrantes pobres, que en el barrio Los Praditos, en pleno corazón de la ciudad, llega a un treinta por ciento de los habitantes; el caótico, congestionado, contaminante y estresante tráfico vehicular; la acumulación de basura y residuos de todo tipo, principalmente plásticos; el problema del agua y de su manejo, pues “la mitad del agua que entra al Gran Santo Domingo se pierde;” y finalmente, el ruido y el estrés causado por el mismo. Como reacción a todo estos factores, los habitantes manifiestan problemas de ansiedad, de hipertensión, y respiratorios. Sin embargo, debemos afirmar que existen soluciones. La creciente aglomeración en Santo Domingo se debe a incentivos o estímulos que llevan a las personas a desplazarse hacia la capital. Siendo así, tenemos el principio de una solución. Debemos crear incentivos para promover el movimiento contrario, hacia las provincias. La solución propuesta es contraria a la lógica electoral que aconseja una mayor inversión pública donde hay mayor población votante. No obstante, la lógica electoral con el tiempo simplemente agravará la concentración urbana y deteriorará la calidad de vida de los votantes, por la mayor delincuencia, caos del tráfico, aglomeración, contaminación, ruido, etc. Por el contrario, si establecemos incentivos para dispersar la población hacia las provincias, ocurrirían dos cosas que favorecen a la sociedad y a sus líderes. Todo aquel que se desplace hacia una ciudad de tamaño intermedio ganará inmediatamente calidad de vida, pues los problemas de la capital existen, pero en mucho menor grado, y simultáneamente se reduciría la presión a Santo Domingo y a sus habitantes. Estamos antes una solución ganar, ganar. Tomemos un caso para ilustrar el fracaso de la política actual y el potencial de una solución. Es el caso de la provincia de Higüey, que es un motor de la economía nacional debido al crecimiento del turismo. Pero es también la provincia de mayor densidad de inmigrantes ilegales del país, que ocupan puestos de trabajo de los dominicanos. Los gobiernos han sido indiferentes a promocionar una política de empleos para los dominicanos, que crearía un flujo migratorio de decenas de miles de dominicanos hacia las provincias. Así que necesitamos elaborar un plan basado en las ventajas de las diferentes provincias. En definitiva, la solución al problema de Santo Domingo no estña en la ciudad, sino fuera de la ciudad.

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