Ya vimos cómo fue aprobada la ley de partidos. Al conocer la versión final, surgen aspectos que obligan a reflexionar sobre el proceso electoral del 2020, ya en desarrollo.

Los partidos, los que se pueden considerar como tales, quedan expuestos a un estado de estrés, más allá del habitual pulseo o pugnas por el predominio del más fuerte.

La Junta Central Electoral (JCE), condenada a jugar un papel fundamental en la implantación de la misma, no ha ocultado sus aprensiones. Son muchos los retos a que se obliga para contribuir o garantizar una adecuada organización, sea de los procesos internos de los partidos, o del montaje mismo de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales.

De inmediato, por el tipo de ley que es, obliga a la fabricación de un reglamento que permite precisar aspectos abordados parcialmente, como el financiamiento de las campañas.

Llama la atención cómo establece los límites de los gastos de los aspirantes para ser elegidos como candidatos de los partidos, movimientos o agrupaciones, los llamados precandidatos, pero sin embargo, no aborda el tope de gastos de los partidos o sus candidatos cuando queden formalizados como tales.

Con ese vacío, habría que pensar si el proyecto de ley de reforma de la ley 275-97 podría subsanar ese “olvido”, pero hemos visto que en la propuesta de la JCE depositada en el Congreso se plantea un límite de gastos por partido en función de la cantidad de votos obtenidos en las elecciones anteriores.

Todo eso, al margen de que los montos previstos en la ley de partidos suponen unos límites extraordinarios por candidatos, sea a nivel presidencial, congresual, municipal o distrital.

Estaríamos asistiendo a una nueva edición de campañas de altos costos. A cada precandidato presidencial que le abran las compuertas para recaudar RD$70.00 por cada elector, le están diciendo que puede reunir más de RD$500 millones. Se sabe muy bien hacia dónde puede conducir ese camino.

Serían campañas costosísimas, que abrirían la codicia a los corruptos que pululan por ahí, en búsqueda de dinero fácil, sin importar fuentes.

Hay que esperar para ver si en vez de avanzar, hemos retrocedido.

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