El inicio de un año escolar es un período especial para todos aquellos que tienen interés en la educación, en la formación de las generaciones del futuro. Entran aquí los propios estudiantes, que dejarán atrás los días de ocio para encarar el reto de levantarse temprano para atender sus obligaciones, que justamente son equivalentes al trabajo que cada día realizan los adultos. También los padres, que previamente debieron asegurarles los útiles y los instrumentos básicos para que cumplan desde el primer día con las asignaciones.

Los profesores, que deben ejercitarse en la inevitable renovación o ampliación de los paradigmas, los mejores modelos para el aprendizaje y el conocimiento de sus alumnos. Y ni hablar de los técnicos y coordinadores, directores de las escuelas, públicas y privadas. Y obviamente, el Ministerio de Educación, que debe empeñarse en que todos los engranajes del sistema educativo funcionen adecuadamente, desde el primer día, desde las aulas habilitadas, los servicios de soportes técnicos, académicos y operativos, para que cumplan el propósito de garantizar un año escolar exitoso.

Ese es un gran esfuerzo colectivo en el que no puede caber la amenaza, y mucho menos el miedo. O las advertencias temerarias de que este será un año de confrontación y pelea. Esa locura no cabe en mente sensata. Hay que apostar a lo mejor y no al conflicto.

Es con buen ánimo que debe empezar el año escolar, al que están convocados todos, especialmente los 2,826,773 estudiantes; 348,752 en el nivel inicial; un millón 242 mil 025 en Primaria; 943 mil 219 en Secundaria, y 292 mil 777 en Adultos. De esos, 2 millones 205 mil 543 irán a las escuelas públicas y 621 mil 230 a las escuelas del sector privado.

Satisface que este año inicia con 271 nuevos centros que se incorporan a la Jornada Escolar Extendida, para totalizar 4,471 centros con una matrícula de un millón 270 mil 407 estudiantes con desayuno, merienda, almuerzo y materiales didácticos gratuitos.

Es un ambiente de entusiasmo, de trabajo, de dedicación, de colaboración, de solidaridad. Es lo que se necesita en la escuela dominicana, que se contribuya cada día, creativamente, a la formación de una nueva generación para el progreso social, para combatir las injusticias y la marginalidad.

Posted in Edición Impresa, Editorial, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas