Si yo fuera el Presidente Medina aceptaría la descomunal #MarchaDelMillón del domingo como un plebiscitario ¡Basta ya! frente al agotamiento del modelo de gobierno de su partido, cuyas expresiones de corrupción, impunidad y deficiencias mantienen al pueblo en una mezcla de desesperanza e irritación.

La situación ha convertido al pueblo en un toro bravo en el que se encuentra montado el Presidente, temiendo que si se baja de él le va a entrar a mordidas, pisotones y a herirlo de mala manera con las afiladas puntas de los cuernos.

De no ser porque se le pinta al pueblo un panorama distinto a la realidad; del desahogo a través de las redes de internet, y de la prudencia y madurez con que se maneja la oposición, fundamentalmente Luis Abinader y el PRM, aquí hace tiempo que prevaleciera un clima de ingobernabilidad.

No hay un dominicano que no conozca en persona, o de oídas, a un tutumpote peledeísta que llegó pobre o medio pobre al Gobierno y ahora es un multimillonario o un millonario que ofende la pobreza y la extrema pobreza del pueblo.

Posiblemente el Presidente se resista a creer que el domingo se movilizó un millón de personas. Ni siquiera aceptaría que fueron 500 mil. Quizás concedería que hubo 250 mil, o 200 mil personas, que multiplicados por 30 que piensan igual que ellos pero que no marcharon por distintas razones, son por lo menos 6 o 7.5 millones de electores contrarios al PLD.

Es una proyección abrumadora, pero el Presidente conoce que esos cálculos se aproximarían a los de la encuesta Gallup-Hoy que encontró que hasta un 91% del electorado expresó su respaldo a la primera Marcha Verde contra la corrupción y la impunidad.
Sea quien sea que ostente la candidatura y que se unan o que se junten todos. E´pa´fuera que van.

La nublazón propagandística del gobierno del PLD, y los opinólogos confundidos o no habían vaticinado su muerte o disolución, pero Marcha Verde resurgió el domingo más fuerte que nunca y con la gente más determinada y más indignada.

El presidente Medina debe tener la grandeza del Dr. José Francisco Peña Gómez, a quien luego de comprobarse el fraude que le hicieron en 1994, en una reunión con altos militares y figuras del poder, le pedían una acción de fuerza para rechazar el fraude.

Un diplomático aliado de la democracia le dijo: -Doctor Peña Gómez, le robaron las elecciones ¿Qué usted hará?

Peña se dirigió a los militares presentes, y les preguntó: “¿Qué tiempo les tomaría a ustedes asegurar el control del país”?
-De 4 a 5 días, doctor, le respondieron.

Peña consultó a su conciencia unos minutos, y afirmó contundente: No, eso sería un baño de sangre, de ninguna manera me prestaría a eso. Rechazaremos el fraude luchando democráticamente. El resto es historia, Balaguer aceptó gobernar sólo dos años.

Hoy, el Presidente se encuentra en una situación similar. Resistirse a bajar del toro bravo que es el pueblo, mediante cualquier triquiñuela o invento, puede desatar una situación que degenere en un baño de sangre.

Hay que buscarle una salida a la situación, y una posibilidad, se me ocurre pensar, sería adelantar las elecciones para un año antes.

A la forma y las fórmulas se le busca la vuelta. Pero sería mejor en frío, que en caliente, pienso.

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