Desde ese pacto, el expresidente afronta la situación más difícil de su carrera política a lo interno del PLD

Cuando en mayo del 2009 fue rubricado el memorable “pacto de las corbatas azules” que lo rehabilitó para volver aspirar a la presidencia del país, era difícil imaginar que a partir de entonces el expresidente Leonel Fernández afrontaría tal vez la situación más difícil de su carrera política a lo interno del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

El acuerdo fue firmado por Leonel y el presidente del PRD, Miguel Vargas. El objetivo básico era darle vida al futuro político de Fernández, quien entonces cumplía su segundo mandato que culminaba en agosto del 2012, pero quedaba imposibilitado de aspirar para el ciclo electoral de ese mismo año y de por vida, porque se lo prohibía la Constitución reformada en el 2002.

La reforma constitucional del 2002, bajo el influjo del expresidente Hipólito Mejía, estableció que tras dos períodos consecutivos un expresidente jamás podría aspirar al mismo cargo. Esa modificación al texto constitucional se centró en limpiar el camino para que Mejía repitiera como candidato presidencial para las elecciones del 2004.

El expresidente Mejía fue electo en el 2000 con la Constitución resultante de la crisis política del 1994, que prohibió la reelección presidencial consecutiva, aunque sin establecer el “jamás”, que en lo adelante sería caldo de cultivo de encendidas confrontaciones y divisiones políticas insalvables.

Pero como lo que preocupaba a Mejía era el veto para la reelección inmediata, como ordenaba el artículo 49 de la Constitución del 1994, entonces hizo todo cuanto pudo para cuajar su proyecto político para las elecciones del 2004.

Nada ni nadie se lo impidió. Contra viento y marea, Hipólito logró que el artículo 49 en la reforma constitucional del 2002 dijera que “el presidente de la República podrá optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República”.

A partir de esta enmienda es cuando el polémico “jamás” adquiere mayor connotación y comienza a ser motivo de toda clase de discusiones. Y todo porque de esa prohibición dependía la vigencia de expresidentes que, aún con edad biológica para aspirar nuevamente, quedarían imposibilitados de hacerlo por el resto de sus vidas.

Para el 2004, el temible “jamás” no era motivo de perturbación para Leonel Fernández, que en ese momento saboreaba una apreciable popularidad, lo que no ocurría con Hipólito Mejía cuando se animó a modificar la Constitución para su fallida reelección.

Pero un político experimentado como Fernández no se perdonaría jubilarse a destiempo, con poco más de 50 años, sintiéndose con fuerzas físicas y partidaria suficientes para echar muchos pleitos en la arena político-electoral.

El nativo de Villa Juana sabía mejor que nadie que su futuro político estaba amenazado por el odioso “jamás” estampado en la Constitución modificada por Hipólito Mejía.

Era tiempo, pues, de actuar en consecuencia, pronto y con sagacidad. Sin pensarlo dos veces, Leonel inició una cruzada nacional para convencer a la sociedad dominicana de una nueva modificación a la Constitución.

El exgobernante entendía que la Carta Magna debía ser ajustada a la concepción de un Estado moderno y dotada de auténticos mecanismos de democracia participativa.

En el 2006 se inició así un amplio proceso de consultas populares que sirvió de referencia para discusiones sectoriales sobre el tipo de Constitución que querían los dominicanos. Tres años después, el expresidente Fernández sorprendió incluso a la propia militancia del PLD, firmando el acuerdo que salvaría su entumecimiento político.

El pacto y sus consecuencias

El “pacto de las corbatas azules” (nombrado de esta manera por la coincidencia o no de esa prenda de vestir entre Fernández y Vargas) fue rubricado la mañana del 14 de mayo del 2009, en el hotel Jaragua, en la capital.

La esencia de ese acuerdo era, obviamente, el apoyo del PRD para que en la próxima Constitución fuera eliminado el “jamás” que le espantaba el sueño al expresidente Fernández.

Finalmente, en el 2010, la Carta Magna fue sometida a cambios profundos, con elementos realmente novedosos, pero con el artículo 124 plasmado a imagen y semejanza de los propósitos de Leonel: “El Poder Ejecutivo se ejerce por el o la Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el período constitucional siguiente”.

Con la Constitución del 2010, Leonel logró que se eliminara la reelección consecutiva y la palabra “jamás”, que fueran más tarde dos estocadas mortales a las aspiraciones futuras de su principal oponente interno, el presidente Danilo Medina.

Ya Fernández volvía a respirar tranquilo, con la cancha abierta para volver a presentarse como candidato presidencial. Pero se impuso la sentencia de Heráclito: todo fluye, todo cambia y nada permanece, y el 2012 trajo consigo la era del danilismo que alteró radicalmente los planes de Leonel.

Como nada es estático, ni siquiera la palabra empeñada, Danilo olvidó su promesa de no reelegirse, y el 12 de junio del 2015 concretó su proyecto al aprobarse con mayoría aplastante (181 a 39) otra modificación constitucional.

El zarandeado artículo 124 quedó así: “El Poder Ejecutivo lo ejerce el Presidente o la Presidenta de la República, quien será elegido o elegida cada cuatro años por voto directo. El Presidente o la Presidenta de la República podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República.

La ñapa de este cambio focalizado a la Constitución quedó vaciada en la vigésima disposición transitoria de la nueva Carta Magna. “En el caso de que el Presidente de la República correspondiente al período constitucional 2012-2016 sea candidato al mismo cargo para el período constitucional 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente período ni a ningún otro período, así como tampoco a la Vicepresidencia de la República”.

En este último episodio del festival de modificaciones a la Constitución, el danilismo hizo con el artículo 124 todo lo opuesto a lo aprobado en la Constitución del 2010, aupada por el leonelismo: reintrodujo la reelección consecutiva y restableció el “jamás” que en su momento perturbó a Leonel.

Y este es el resultado de la ecuación. Para volver a aspirar, el danilismo tendría obligatoriamente que arrancar el “jamás” del 124 de la Constitución, y llevarse de cuajo la disposición transitoria al respecto, cuya permanencia después del 2020 sería absurda, porque fue concebida sólo para acomodarle la carga a Danilo Medina en el 2016.

Leonel Fernández sí puede ser candidato, incluso de forma seguida y sin que el “jamás” lo sobresalte. ¡Vaya ironía¡ Pero antes tendrá que rebasar la postura ambivalente del danilismo frente a las posibilidades de que su líder vuelva a competir como candidato.

Danilo Medina.

2009
El “pacto de las corbatas azules” fue rubricado la mañana del 14 de mayo del 2009, en el hotel Jaragua, en la capital.

2010
Con la Constitución del 2010, Leonel logró que se eliminara la reelección consecutiva y la palabra “jamás”.

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