A finales de junio se habló de sequía, en plena temporada ciclónica, pero las autoridades dijeron que no se estaba ante ese fenómeno, y que en cualquier caso se disponía de agua en los diferentes reservorios. Entonces vino la tormenta Beryl, que arrancó como huracán en el Caribe Oriental y terminó como tormenta tropical, y dejó algunas lluvias, pero no como se deseaba. Llueve poco, especialmente en la cordillera Central, en las áreas que proveen el líquido vital a las principales cuencas. Ahora se habla de sequía, aunque llueve en el Sureste y el Nordeste. Los niveles de las presas clave para los grandes valles están bajos. No es para alarma general, pero inquieta. Tenemos una atípica sequía.