Frecuentemente nos encontramos en el cine dominicano con filmes de acción que imitan al hollywoodense en cámara excesivamente trémula y edición desenfrenada hasta lo indecible y falto de toda lógica narrativa. Y este filme se aparta de todo eso, lo que puede ser un instrumento de estudio, principalmente al indicar que la violencia mostrada tiene su razón de ser. Igualmente y como en los buenos filmes se pasa la primera mitad preparándonos para la segunda, al tiempo que de inicio nos da el tono de su narrativa al mostrar dolorosos momentos que reflejan las contradicciones entre personajes protagónicos y los villanos en una narrativa maniquea al extremo. Estamos ante un irredento remake de Los Siete Samuráis (1954), de Akira Kurosawa, realizado por el director japonés, Takashi Miike. Ese filme de Kurosawa ya fue objeto de otros similares remakes. En éste son 13 los sicarios citados para liquidar a un cruel asesino que está por encima de la ley por ser hermano de un autoritario gobernante que está acabando con el país. Luego vemos que serán esos 13 matones pero contra 200 espadachines, de manera que la pelea va a ser feroz. Eso sí, sin los consabidos cliché del tipo wire-fu de las películas de karate en que los luchadores muestran malabarismos que subvierten las leyes de la física con grandes saltos (escenas en que se usan cables para esos malabarismos hechos por dobles). Su estética narrativa aunque sanguinolenta con violentísimas escenas, tiene mayor interés en acentuar la reacción de los personajes permitiendo sensibles performances interpretativos, con lo que nos recuerda al filme Samurái Rebellion, 1967, considerado, sino el mejor, uno de los más emblemáticos del cine de samuráis. Pues bien, el filme en su infinita ambición por llegar a un punto superior de impacto en nosotros elige una escena que nos retrotrae al filme Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969), de Sam Peckinpah. Y como aquel, éste nos muestra el resultado de una guerra: no hay triunfadores, solo sangre y destrucción. Ambas tienen en común una última y larga secuencia de violencia desmedida, pero se diferencian en que la de Peckinpah dura 8 minutos de tiros y tiros y la de Miike dura 45 minutos, que hoy por hoy está entre las más largas. La película muestra la visión tradicional sobre el honor y la justicia, tan usual en el cine nipón, y en esta historia están todas las tradiciones en el feudalismo japonés del siglo XIX. En Netflix como 13 Assassins.

HHHH Género: acción. Duración: 125 minutos.

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