Primeros meses de 1966

Algunas personas que han seguido las Páginas Retro de Pedro María Pimentel han comentado que parece todo tan irreal, que casi piensan que mucho ha sido artificioso. Nuestra respuesta ha sido que todo es tan fantástico, que difícilmente alguien tenga la creatividad suficiente para inventar esta saga. Aparte, por supuesto, de que ningún periódico serio se iba a prestar a falsear documentación o hechos. Pero, para satisfacción de los incrédulos, reproducimos dos cartas recibidas en El Caribe, cuyos facsímiles incluimos, para que nuestros lectores puedan cerciorarse de la veracidad de la documentación que hemos reseñado. Adelantamos que este asunto caló tan hondo, que otro medio, la Revista Ahora, dedicó una portada a Pedro María Pimentel, y una reseña de varias páginas a este caso, reseña que incluiremos en la Retro de la próxima semana.

He aquí las cartas:

Santo Domingo, D.N.
21 de marzo de 1966
Señor Doctor Germán E. Ornes C.
Director de El Caribe
Ciudad.
Señor Director:

Para mi es de gran satisfacción felicitarle de todo corazón con motivo de los dos editoriales que ha publicado ese importante diario en relación con la trágica sentencia que ha condenado a seis meses de prisión al joven campesino Pedro María Pimentel, por el único delito, según usted lo apunta, de ser pobre.
Como una madre dominicana que soy, que veo crecer a mis hijos en este ambiente de inseguridad-inseguridad inclusive ante un juez que nos hace recordar a Poncio Pilatos—no puedo dejar de hacer pública mi admiración y simpatía por la eficiencia de un periódico independiente y honesto como ése, sin cuya existencia sabe Dios cuántos abusos de esta naturaleza se cometerían.
También hago llegar por su medicación mis felicitaciones al columnista José F. Penson, por su destacado enfoque en relación al mismo caso del joven Pedro María Pimentel.
Atentamente le saluda,
Piedad de la Rosa de Mercedes
Calle Oviedo No. 18 bajos. Ciudad
Santo Domingo. D.N.
22 de marzo 1966

Señor Director de “El Caribe”
Ciudad

Señor Director:

La justa preocupación demostrada por ese periódico ante la sentencia antijurídica dictada por la Tercera Cámara Penal de esta ciudad, contra el nombrado Pedro María Pimentel, me mueven a escribirle la presente.

Pues bien señor Director, la mencionada sentencia se ha debido según mi parecer, entre otras cosas, a que el Ministerio Público en esta capital nunca estuvo tan mal representado como actualmente. Así usted se encontrará en las Cámaras Penales con ayudantes del fiscal tales como a un tal García Vargas, Taveras Lucas, Prince y otros que son verdaderas nulidades.

De lo anterior está consciente el señor Procurador General de la República, pero como en nuestro país se obtienen los cargos públicos por política o por amistad, nunca por capacidad, continuaremos padeciendo una mala administración de justicia.
En espera de que la presente sea publicada en la sección la Opinión del Lector de ese importante diario, le saluda,
Atentamente,
José Altagracia Díaz
Ced. 7420, S- 54

Como parte de las complejidades lingüísticas y judiciales y humanas que surgieron del extenso, confuso, borroso, indeterminado, y muchos otros adjetivos más del asunto Bosch-Pedro María Pimentel, El Caribe publicó esta reseña, sin firma ni identificación, por lo que se interpreta que representa la posición de este diario con referencia a este tan manido asunto.
El Caribe 16 de marzo de 1966 pág. 10

La palabra uniforme crea acertijo legal

¿Qué es un uniforme? Toda una serie de elucubraciones legales parece surgir ahora en torno a esta pregunta que se hacen las autoridades respecto de un caso que ocupa desde hace varios días la primera plana de los diarios nacionales.

Aparentemente la respuesta revelaría un aspecto que se supone secundario en cuanto a las investigaciones realizadas en relación con un joven cuya posible comparecencia ante los tribunales todavía no se sabe si la ha determinado el azar o una alegada conjura política: Pedro María Pimentel.

Pimentel, obrero de 19 años, fue detenido hace varios días en circunstancias “sospechosas” próximo a la residencia del expresidente Juan Bosch, vistiendo un atuendo militar perteneciente a las tropas brasileñas de la Fuerza Interamericana de Paz.
48 horas después y en ausencia de una orden judicial que autorizara su permanencia en prisión, fue puesto en libertad, bajo palabra de que se presentaría luego a la Policía para continuar las investigaciones.

La labor de los investigadores estuvo dirigida a determinar qué hacía Pimentel y por orden de quién en los alrededores de la casa de Bosch.

El coronel Luis Arzeno Regalado, comandante del Departamento Secreto de la Policía Nacional, dijo que no se había podido comprobar que el joven obrero poseyera armas o estuviera vinculado a organismo alguno.

Existe la posibilidad de que Pimentel pueda encarar un juicio por el uso público de un uniforme que no le corresponde, amén del resultado final de las indagaciones de la Policía.

El artículo 259 del Código Penal establece la pena de seis meses a dos años para “los que públicamente hubieran usado uniforme o traje que no les corresponda.”

Se tiene entendido, sin embargo que el Código es vago en cuanto a esta disposición, pues no establece qué se entiende por uniforme.

Y aquí surge la cuestión: ¿Qué es un uniforme? Mientras se busca una respuesta a esta interrogante y se trata de aclarar la presencia de Pimentel en los alrededores de la residencia del exmandatario, pende en el ambiente el reto que hiciera al profesor Juan Bosch el general Antonio Imbert Barrera.

Bosch relacionó a Pimentel con el industrial José Agustín Pimentel, a quien identificó como amigo del general Imbert.

Unas declaraciones del político aseguran que Pimentel dijo al ser detenido que espiaba a un cuartel de hombres rana por encargo de un sargento de apellido William. Posteriormente el detenido declaró a la Policía que hizo la confesión bajo intimidación.

Continuará la próxima semana

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