Emma Polanco inicia su rectoría de la Universidad Autónoma de Santo Domingo despertando importantes expectativas entre quienes damos seguimiento a procesos y dinámicas que contribuyan al avance del país.

Relanzada en la impronta esclarecedora de la insurrección de 1965, por un Movimiento Renovador que democratizó su gestión, la descentralizó y alcanzó otras importantes conquistas, la vieja Universidad de Santo Domingo, convertida en UASD, sin embargo, no ha logrado sus objetivos filosóficos, académicos y sociales que han debido conducirla a ser efectivo faro de luz que ilumine el desarrollo integral del país.

La masificación, sí, pero otros factores relacionados con la politiquería, el protagonismo de grupos de intereses particulares, y un entorno estatal y privado generalmente adverso, han postrado a la que debe ser academia de academias en una situación que demanda un relanzamiento.

Mi amigo el intelectual y destacado académico Tirso Mejía Ricart, resume el reto actual planteando que si bien el Movimiento Renovador, convirtió a la UASD en la academia pública del siglo XX, un nuevo Movimiento Renovador debe lanzarla como alma máter de la calidad y la excelencia del ya entrado XXI, con su carga de revolución tecnológica.

En ese contexto es importante que la nueva rectora pueda lograr una exitosa gestión, para lo cual puede apoyarse en una coalición de fuerzas comprometidas con las nuevas transformaciones que demanda hoy la Primada, de cara a los desafíos institucionales, económicos y sociales que urge nuestra sociedad.

Siendo, como es, la primera mujer en alcanzar la rectoría de la UASD, doña Emma tiene también por delante el reto de hacer una gestión que por impulsar las reformas y transformaciones de la universidad estatal, basada en el pulcro manejo de los recursos económicos y la transparencia que ella ha postulado, tenga un impacto en los avances de la mujer dominicana.

Hemos tenido en doña Milagros Ortiz Bosch y en Margarita Cedeño de Fernández a dos vicepresidentas de la República; presidentas del Senado y de la Cámara de Diputados y de otras importantes entidades estatales.

Por igual en el sector privado hemos tenido destacadas mujeres en la gerencia y el liderazgo empresarial.

Todo esos avances, sin embargo, no han tenido un impacto que rompa el entramado de inequidades que obstruyen el reconocimiento definitivo de que mujeres y hombres somos iguales, que debemos tener los mismos derechos y oportunidades.

Una Emma Polanco que junto a su equipo relance a la UASD, otorgándole principalía como promotora del conocimiento, el avance de las ciencias y la tecnología, especialmente la investigación al servicio del desarrollo, hará también una contribución fundamental al liderazgo de nuestras mujeres.

Ese doble de desafío de doña Emma contribuirá al desarrollo general del país, y al mismo tiempo ensanchará los espacios de la mujer.

Hago esta apuesta seguro, como estuvo García Márquez, de que en nuestro Caribe las mujeres son la civilización y el amor, y los hombres la barbarie y los conflictos.

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