Parejas con problemas de dinero, preocupaciones y malos hábitos financieros pueden llevar un matrimonio infeliz

El dinero, el sexo y los parientes suelen ser las tres principales fuentes de conflictos dentro del matrimonio, según los psicólogos.
Las decisiones de mayor peso dentro de un matrimonio giran en torno a las finanzas, al presupuesto, al gasto, a las prioridades. Tener un presupuesto común con objetivos comunes resulta lo más saludable para la relación dentro de un matrimonio. Lamentablemente, no siempre suele darse así.

El matrimonio es una comunidad que opera como una sociedad. Si sus miembros desean que su relación sea exitosa debe primar la confianza y la comunicación. Y es precisamente la falta de confianza y de comunicación lo que provoca conflictos en el manejo económico.

Tener prioridades diferentes, gastar más de lo que ingresa, querer mantener el control restringiendo el gasto a su pareja, son factores que conducen al desacuerdo en el manejo de las finanzas.

“En estos tiempos de crisis económica mundial, desde la quiebra de Wall Street, que llevó a muchos gobiernos a rescatar los bancos quebrados, porque el sistema capitalista está diseñado, entre otras cosas, para evitar la quiebra del sistema financiero, que ha generado como resultado una deuda que está siendo pagada por la clase media, cada vez más empobrecida por la subida de los impuestos, y una clase obrera trabajadora que vive en la marginalidad, más que nunca se hace necesario haber desarrollado en la pareja habilidades comunicativas, para poder ponerse de acuerdo en cómo van a manejar las finanzas del hogar, habiendo elaborado un presupuesto según sus ingresos”, así lo explica la doctora en psicología Vanesa Espaillat, terapeuta familiar y clínica.

Por otro lado, abunda, la sociedad occidental también se ha caracterizado por crear necesidades falsas, que orientan la vida hacia un consumo indiscriminado, confundiendo la felicidad y cambiando la intimidad, el compartir, por la felicidad efímera de una adquisición material.

“Si no identificamos esta debilidad del sistema, podemos estar viviendo para consumir y gastando el dinero en cosas innecesarias. Gastar más que lo que se ingresa en el hogar, hace que se creen deudas impagables, como por ejemplo el uso indiscriminado de las tarjetas de crédito, de préstamos personales, en la clase media; y en la clase obrera con los prestamistas, que se llevan el sueldo con los intereses tan altos que prestan a los insolventes trabajadores. Cada vez recibimos más casos en consulta de pareja con problemas, por no estar de acuerdo con el manejo de las finanzas, por no poder sostenerse con sus ingresos por el alto costo de la vida”, enfatiza Espaillat.

Otro aspecto que resalta la profesional es la falta de habilidades comunicativas en la pareja, por haber crecido en hogares que no saben ponerse de acuerdo, por tener padres impositivos, no dialogantes, por no saber negociar las diferencias, ser empáticos con el otro y tomar en cuenta otro punto de vista, lo que hace que las parejas se muestren rígidas en sus posturas y que no puedan encontrar solución a sus conflictos. Piensan y sienten que su punto de vista es el único y descalifican cualquier idea diferente a la propia, en lugar de ver como una riqueza la unión de ambas ideas.

“Esta lucha de poder puede manifestarse en muchas áreas de la convivencia de la pareja, una de ellas es precisamente en el manejo del dinero. En la lucha de poder cada cónyuge tiene su idea de cómo manejar el dinero, lo impone al otro y nadie es capaz de ceder un poco para que ambas ideas sean puestas en consideración buscando un punto medio”, subraya.

Asegura que la desconfianza y la separación de la pareja, que no se concibe como un equipo por el conflicto prolongado con el tema del manejo del dinero, puede manifestarse cuando un miembro de ella, sin decirle nada al cónyuge, se endeuda, gastando más dinero de lo que su presupuesto le permite, evidenciando dificultad para controlarse y una falta de aceptación de su realidad que puede llevarle a la quiebra. El no comunicarle a su pareja esta situación, puede verse como una deslealtad para el otro miembro.

“El conflicto de pareja por el manejo del dinero también puede tener otro matiz, independientemente de la clase social. Por ejemplo, si existe una relación de abuso, pues una manera del hombre tener el control de la pareja es manejando el dinero y restringiéndole el acceso al mismo, creando una relación de dependencia, donde hay un dominante y un dominado. El que maneja el dinero tiene el poder”, subraya Vanessa Espaillat.

Una mala decisión

Vanessa Espaillat.

También- continúa Espaillat, si uno de los cónyuges oculta cuentas bancarias, certificados financieros y no se sincera con su pareja sobre los bienes que se tiene en el matrimonio, evidencia también una falta de confianza y un deseo de tener el poder y el control de la pareja. Realmente no percibe al cónyuge como un equipo, y mantiene esa área de su vida separada. Esto genera que el otro se sienta engañado y excluido. “Generalmente son personas más leales a sus familias de origen que a sus parejas, por lo que no se han independizado emocionalmente de ellos y no ven el proyecto del matrimonio como un proceso de integración e inclusión.”

Entiende que en una pareja democrática ese poder se comparte, ya sea que ambos trabajen fuera del hogar y aporten dinero a la economía de la familia, o que uno de los miembros de la pareja, por decisión de ellos, haya elegido quedarse a trabajar en el hogar administrando los recursos, ahorrando dinero al presupuesto de la familia, y cuidando de los hijos, mientras el otro sale a trabajar fuera del hogar.

“Para llegar a tener este tipo de relación se necesita una actitud hacia la pareja, donde se busque desarrollar un sentido de pertenencia, pues tendremos un presupuesto común con objetivos comunes, donde ambos aportarán a la economía del hogar, ya sea que ambos produzcan o que uno de los miembros de la pareja trabaje en el hogar ahorrando dinero por su trabajo y donde también se mantenga cierta autonomía, pues ambos podrían tener ahorros y cuentas propias, con el conocimiento del otro”, puntualiza.

Asegura que muchos matrimonios mejoran su condición de vida cuando se ajustan a vivir con los ingresos que poseen, haciendo un presupuesto común que pondrá de manifiesto sus habilidades de negociación, su capacidad de ceder, de escuchar y de ser empático con el otro. “Cuando priorizan sus necesidades, dejando de lado las que impone la sociedad de consumo, que deshumaniza a nuestros hijos, volviéndolos adictos a la adquisición de bienes materiales. Cuando podemos poner el afecto, el aprecio, el sentido de pertenencia sobre el conflicto. Cuando superamos el miedo a perder el control y el deseo de poder, para dar paso a una relación plena y de confianza”, sostiene.

Dialogar sobre sobre las finanzas

El dinero no tiene mayor trascendencia al comienzo de una relación porque normalmente ambos son responsables de sus gastos. Pero, cuando ya hay una unión legal de por medio como el matrimonio, el asunto se puede volver fácilmente espinoso. Normalmente uno gana o tiene más dinero que el otro, por lo cual negociar y dividir entre sí las responsabilidades de la casa no es una tarea fácil de manejar. En este caso, la comunicación es muy importante para evitar problemas futuros.

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