Los niveles de amor y de compresión de nuestro Padre celestial no son comparables a ninguno que hayamos visto en el mejor padre terrenal conocido. En una forma magistral nuestro Señor Jesús entrega otra gran enseñanza, como miles escondidas en cada una de sus palabras, cuando explica el “Padre Nuestro”. Generalmente oramos a la inversa. El orden enseñado es: primero pedimos pan, luego perdón.

Dios, ante todo, es padre y luego juez. Va a bendecirte de todas maneras, no puedes comprar ni manipular la gracia divina. ¡Él es extraordinariamente, bueno! Conoce que sus bendiciones nos transformarán y su pan nos saciará. No nos bendice porque lo merecemos, lo hace porque nos ama. ¡Él te dará lo imposible, lo complicado y el pan necesario para cada día!

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