¿Es el colesterol malo o bueno por fin?

El colesterol, lípido ceroso de los vertebrados, es una sustancia complejamente dual. Niveles excesivos en sangre aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, pero nuestro cuerpo necesita determinada cantidad para funcionar bien, pues es componente básico de las membranas celulares; precursor de la vitamina D, de diversas hormonas y de la importante bilis.

El colesterol, lípido ceroso de los vertebrados, es una sustancia complejamente dual. Niveles excesivos en sangre aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, pero nuestro cuerpo necesita determinada cantidad para funcionar bien, pues es componente básico de las membranas celulares; precursor de la vitamina D, de diversas hormonas y de la importante bilis.

El hígado y el intestino producen colesterol, denominado “endógeno” para diferenciarlo del “exógeno”, que es el que proviene de la dieta. (Las mayores fuentes de colesterol son huevos, carne roja, mariscos, lácteos).

Menos de 300 mg diarios de colesterol en la dieta es lo recomendable para una persona sana. Solamente un huevo, por ejemplo, tiene de 250 a 300 mg, lo que da una idea de cuánto podemos excedernos.

Sin embargo, en el año 2015, el Comité Asesor de Guías de Alimentación del Gobierno Federal de Estados Unidos concluyó que el colesterol de los alimentos “no es un nutriente cuyo consumo exagerado deba causar preocupación”. Más que el mucho colesterol exógeno, el “demonio” sería la genética.
El colesterol de la sangre, que es el que determina el riesgo de enfermedad del corazón, depende más de factores genéticos que de la cantidad de colesterol en la comida, pues se sabe ahora que la cantidad de colesterol que se fabrica diaria y constantemente en el hígado y los intestinos es muchísimo mayor que la que podría entrar la boca, incluso con dietas muy ricas en colesterol.

Además del colesterol sanguíneo, hay otros tres factores muy importantes al evaluar el riesgo cardiaco: 1) la cantidad de lipoproteína de baja densidad (LDH) o “colesterol malo”, que no es más que la molécula que transporta el colesterol total a los tejidos, y por tanto capaz de hacer que el colesterol se pegue a las arterias. 2) La concentración sanguínea de los triglicéridos ; y 3) de la lipoproteína de alta densidad (HDL), o “colesterol bueno”, partícula que transporta el colesterol total al hígado para su destrucción.

Y según se ha determinado, la concentración de esas cuatro sustancias: colesterol, LDH, HDL y triglicéridos está principalmente determinada por factores genéticos, la que se cree explica el 80% de los casos de colesterol sanguíneo elevado, dejando el 20% restante no a la cantidad de colesterol, sino de grasas saturadas y trans en la alimentación.

La ciencia de la nutrición cambia constantemente, y ahora el colesterol de la dieta no sería tan enemigo como se pensó durante cuatro décadas. No obstante, la recomendación sigue siendo limitada a grasa saturada y ejercicio. No conocemos nuestra genética individual.

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