Conflictos ambientales y sociales en Valle Nuevo

Compatibilizar intereses disímiles, en una sociedad cada vez más heterogénea, cada vez más dividida y cada vez más individualizada, es una tarea cada vez más compleja porque cada individuo vela por sus propios intereses y los defiende por encima&#82

Compatibilizar intereses disímiles, en una sociedad cada vez más heterogénea, cada vez más dividida y cada vez más individualizada, es una tarea cada vez más compleja porque cada individuo vela por sus propios intereses y los defiende por encima de las leyes vigentes, por encima de la prudencia, por encima de la razón y por encima de los grandes intereses de la nación, al extremo de que en cada cerrada defensa individual se pierde la oportunidad de reflexionar y de entender que algunos intereses personales son perjudiciales a los intereses nacionales y que algunas defensas de los intereses colectivos nacionales han de terminar produciendo muchos beneficios personales que en el mediano plazo beneficiarían a quienes hoy se oponen a medidas estructurales.

Y ese es el caso del Parque Nacional de Valle Nuevo, donde los intereses agrícolas individuales chocan con los intereses hidrológicos y ambientales nacionales, siendo un choque público que se produce de manera frontal por el dominio de ese especial lugar, pues mientras desde el lado correcto el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la comunidad ambiental, toda la prensa nacional y la mayor parte de la sociedad se empeñan en hacer cumplir la Ley de Áreas Protegidas 202-04, la cual no permite actividades productivas intensivas y extensivas dentro de los parques nacionales en interés de proteger recursos naturales colectivos que permitirán la futura subsistencia de todos los ciudadanos, desde el otro lado algunos de los agricultores que por años se han asentado ilegalmente en al altiplano de Valle Nuevo se resisten a salir del protegido lugar bajo el alegato de que por años han estado allí produciendo flores y alimentos para una subsistencia familiar.

Pero la producción agrícola de flores, fresas, manzanas, cebollas, ajo, brócoli, zanahorias y papas en Valle Nuevo no sólo requiere de las bajas temperaturas que caracterizan los altiplanos y laderas muy inclinadas de la cordillera Central, donde las elevaciones son del orden de los 2,200 metros sobre el nivel medio del mar, sino que también requiere de toda el agua que corre por pequeños arroyos que constituyen las cabeceras de ríos que aportan agua para los acueductos y zonas agrícolas de las zonas bajas, lo que indica que los agricultores que están emplazados arriba están secuestrando el agua que debe llegar a los acueductos y a los agricultores que están abajo, y como la agricultura generalmente consume tres veces más agua que los acueductos, debíamos ya saber que de continuar la explotación agrícola de Valle Nuevo allí se consumiría el agua que necesita gran parte de nuestra población, y llegaría un día cercano donde sería la propia gente sedienta que vive abajo la que subiría de manera airada a Valle Nuevo, machete en mano, a desmontar los miles y miles de metros de tuberías para agua que los agricultores han instalado en las cabeceras de esos arroyos, en el entendido de que estarían defendiendo su derecho fundamental a saciar la sed, pues el código universal del agua establece que el acceso al agua para consumo humano, es decir, el agua de tomar, está por encima del acceso al agua para uso agrícola.

Los pocos agricultores que se resisten a salir de Valle Nuevo deben comprender que sus intereses agrícolas particulares están afectando a los intereses hidrológicos y ambientales de los ciudadanos que viven en las zonas bajas, incluyendo a los que viven en Santo Domingo, Haina, San Cristóbal, Baní, Ocoa, Azua, Constanza, Tireo, La Vega, Bonao, San Francisco de Macorís, Cotuí, el bajo Yuna y muchos otros pueblos, pues los efectos directos de un Cambio Climático cada vez más evidente y cada vez más acentuado nos están exponiendo como isla tropical a largos períodos de sequías donde la insostenible agricultura de montaña será la más afectada, y ya los agricultores de Constanza, Tireo y San José de Ocoa sufrieron los estragos de una larga sequía que se extendió desde finales del año 2012 hasta principios del año 2016, cuando todos ellos salieron desenfrenadamente a contratar la perforación de pozos para extraer las escasas aguas que se acumulan en las fracturas de una roca volcánica que al no poseer porosidad primaria prácticamente no constituye acuífero, obligando a las autoridades ambientales a frenar en seco esa mala práctica de perforar pozos para sacar del subsuelo la escasa agua que se infiltró desde la superficie, pero que es la misma agua que luego sale a través de pequeños manantiales que alimentan cabeceras de pequeños arroyos que irrigan otras tierras vecinas.

Los agricultores que cultivan dentro del Parque Nacional de Valle Nuevo deben saber que las aguas que salen de ese altiplano, y que ellos secuestran para usufructo agrícola personal, son propiedad de todos los dominicanos que habitan en el territorio nacional, y que la lucha ambiental por la preservación de las aguas de ese protegido lugar no es una lucha en contra ellos, sino una lucha a favor de ellos y a favor del agua de sus hijos y de sus nietos, pues cuando el agua de arriba se acabe ellos serán los primeros en salir apresuradamente de ese alto lugar para tratar de ubicarse en algún otro bajo lugar donde haya un poco de agua para tomar, y es mucho mejor hacerlo ahora para el beneficio de ellos y el beneficio de la mayor parte de la población, que hacerlo después en medio del perjuicio que la propia naturaleza provoque a ellos y a toda la nación. l

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