Al doctor Yin Thieh Hsieh las actividades en el sector agrícola le han ocupado tanto tiempo que cumplió 85 años de edad y ni cuenta se ha dado.
“Yo no sabía que estaba tan viejo; no me di cuenta cuando me pasaron los años”, dice Hsieh, el hombre que le ha hecho a República Dominicana los principales aportes en producción y desarrollo del cultivo de arroz. Es considerado el padre del arroz dominicano.
Nació en Taiwán el día 14 de abril del año 1929, pero su memoria sigue tan firme y brillante como muchas de las variedades de arroz que ha desarrollado y que han alcanzado fama y éxito en el país. Al doctor Sieh las festividades de Navidad del 29 de diciembre de 1965 le agarraron en República Dominicana, porque ese día llegó como subjefe de la Misión Técnico Agrícola de China.
Comenzó a trabajar en enero de 1966, con un objetivo expreso: organizar y mejorar la producción nacional de arroz; los resultados de su trabajo no entran en discusión. “Cuando llegué al país, el rendimiento por tarea de arroz era de apenas 1.1 saco; actualmente el productor consigue cinco, seis o más sacos en la misma cantidad de tierra”, calcula el experto, mientras suelta algunos chistes entre una conversación y otra.
Al doctor Hsieh humor no le falta; hace casi siete años que no visita su país, Taiwán; no ve la casa donde nació ni a su hermano, aunque extraña hacerlo. Eso no evita una interesante conversación. Recientemente, le han practicado tres operaciones, pero sentado en una silla de ruedas y en una modesta vivienda dispone tiempo para reír, leer periódicos y recibir visitas. Shieh no está solo, su esposa Esther Chou le aporta mucho y se encarga de que no hable más de lo sugerido por los médicos.
“Yo no sabía que era tan pobre, no me había dado cuenta de eso”, expone el padre del arroz, poco después de haber “echado” una conversación con el ministro de Agricultura, Ángel Estévez, quien le visitó luego de un evento en Bonao, y se marchó para cumplir otros compromisos, minutos antes de que Hsieh concediera esta entrevista. Estévez antes de marcharse le recuerda a Yin Tieh Hsieh que es el símbolo del arroz dominicano, y el director del Instituto Agrario Dominicano, Emilio Toribio, se apresura a saludar al taiwanés con un tono propio de dos personas muy conocidas.
“Usted le ha dado demasiado a este país y usted no sabe todo lo que le agradecemos. Así que todo lo que usted necesite tenemos que ofrecérselo”, le dijo Ángel Estévez al especialista asiático.
Cuando al doctor Shieh se le pregunta cuántas variedades de arroz le ha aportado al país, evitar que se sonría es una tarea difícil. El tema le genera pasión y no hace el mínimo esfuerzo por esconderlo. Comenzó con la variedad Juma I, y siguió con Juma 57, Juma 58, Prosequisa 4, Prosequisa 5, y Prosequisa 10 entre muchas otras. Su aporte no tiene límites.
“Yo quisiera que esos 50 años que han pasado desde que llegué aquí se devolvieran para yo volver de nuevo a este país”, dice el exitoso genetista.
Posiblemente por su estado de salud el doctor Shieh tiene una voz queda, pero rememorar episodios del pasado le resulta fácil.
Asegura que cuando llegó al país en Bonao no existía la Estación Experimental Juma, y para cubrir ese vacío le planteó esa recomendación al Gobierno de entonces. Buscaba que se ofreciera asistencia a los productores. En los años que refiere, existía lo conocido como Servicio de Extensión, que era la vía para apoyar a los productores. Más de 7,000 personas recibieron cursos de los que se ofrecían sobre producción de arroz.
“Lamento que la estación experimental donde estuve tanto tiempo no esté funcionando como antes”, dice Shieh y recuerda que en el pasado no se aceptaba la intervención de políticos. “Pero me siento bien porque, en adición a lo del arroz, hice un proyecto de bambú y el proyecto de peces y camarones de Azua”, indica. El recuerdo positivo sobre esa crianza dura poco, porque el proyecto no existe ya. Shieh no se explica por qué el proyecto se dejó caer.
Lo acusaron de comunista
En 1970 el país producía apenas tres millones de sacos de arroz para 7.2 millones de personas, según el genetista taiwanés, y el presidente (ya fallecido) Joaquín Balaguer estaba muy preocupado. “Yo mensualmente andaba en avioneta de la Fuerza Aérea investigando cuántas tareas había y cuántas se iban a cosechar”, indica.
Todavía se niega a pensar que desde Taiwán (siendo él jefe de la Misión Técnica en RD) lo cancelaron en 1992. En ese tiempo querían sacarlo del país para enviarlo a Costa Rica y se negó. “Me acusaron hasta de comunista, pero yo no soy político y si lo fuera, quizás fuera millonario”. Sonríe.