Celeste Woss y Gil, pionera de la plástica femenina nacional

Celeste fue la primera mujer dominicana que se dedicó de manera formal a las artes plásticas. Nacida en Santo Domingo el 5 de mayo de 1891, fue hija del presidente Alejandro Woss Y Gil y Maria Ricart Pérez. Sus primeros estudios artísticos…

Celeste fue la primera mujer dominicana que se dedicó de manera formal a las artes plásticas. Nacida en Santo Domingo el 5 de mayo de 1891, fue hija del presidente Alejandro Woss Y Gil y Maria Ricart Pérez. Sus primeros estudios artísticos los lleva a cabo de la mano del pintor Abelardo Rodríguez Urdaneta y luego en la Academia de Bellas Artes de Santiago de Cuba, bajo la dirección de José Joaquín Tejeda.

Tras sus viajes por Europa, donde tuvo la oportunidad de ponerse en contacto con la actualidad pictórica del momento y escoger del impresionismo francés sus mejores recursos de iluminación, utilizando tonos neutros, terminó sus estudios de arte en The Arts Students League (Nueva York, EE. UU.) con notas sobresalientes.

Expuso en Santiago de Cuba en 1911 y 1912 y en Estados Unidos en 1923 y 1939. Su primera exposición individual en Santo Domingo fue en 1924. Woss y Gil dirigió una importante academia de pintura y dibujo de donde egresaron los artistas dominicanos que luego asistieron a la Escuela Nacional de Bellas Artes que fundó en 1942 junto a José Gausachs, Manolo Pascual y José Vela Zanetti.

Paula Gómez Jorge y María Ugarte, importantes críticas de arte, al referise a su obra, a propósito de la colección del Museo Bellapart, expresan que «la fisonomía de sus figuras discurren en completos espacios coloquiales y francos movimientos. La interiorización humana de muchos de los personajes que simboliza en sus lienzos tienen la característica de los contrastes en relación a su entorno y temperamento».

«Los valores plásticos de su pintura se distinguen por el diseño y la expresión. Tuvo un gusto refinado, cualidad que le permitió pintar con rigor, sin tocar el formalismo ni la retórica. Pintó siempre con emoción porque amaba el arte como a su vida misma», agregan. 

En líneas generales, sigue siendo la artista más destacada y una de las más cotizadas de nuestra historia. En su taller, situado en la calle Luperón de la Zona Colonial, pintó con regularidad desnudos de hombres y mujeres. Su obra es abundante, pero pocas veces llegó a venderlas.

Falleció en Santo Domingo en 1985, a los 95 años.

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