Grata es la sopresa, cada vez más frecuente, de los avances de la literatura dominicana en todos sus géneros, lo que paradójicamente se produce junto al desdén del público lector y hasta de muchos medios de comunicación impresos y electrónicos. El acendrado “pesimismo dominicano”, diagnosticado pero sin el debido tratamiento de nuestros psicólogos, parece haberse constituido en el “nublazón” que impide hacer visible la grandeza de nuestra literatura, cuyos logros podrían compararse parabólicamente con la belleza de la mujer que mientras se vuelve más exquisita provoca menos galanteos.
Nuestra percepción sobre la calidad de la literatura y del libro dominicano en general, compartida por ejecutivos periodísticos cultos y de pura raza, nos permitió rastrear una lista de obras de indiscutible valor, cuya vigencia se ha reducido a las reseñas sociales de los diarios. Decepcionante debe ser para el autor que ve recibir tan fríamente el parto supremo de su creatividad. Y más cuando cuenta con las cualidades que aquí resaltamos.
Alas de mar, antología poética del Taller Literario René del Risco Bermúdez, de San Pedro de Macorís, es uno de esos libros gratificantes, que nos confirman que la gran literatura dominicana va más allá de los nombres encasillados, cuyas obras no trascienden más allá de los cerrados círculos de amigos.
Federico Jóvine Bermúdez no exagera cuando destaca la maestría de los desconocidos poetas antologados. Quizás la infravaloración de lo nuestro nos afecta lamentablemente, Guacanagarix incluido.
EL LIBRO VIVE, con el aliento de la dirección de elCaribe, se propone reconocer la sorprendente calidad de nuestra literatura, frente al desdén y el bullicio del tiempo presente. Que Alas de mar sea también nuestras alas.
Distribución gratuita: Editorial Santuario, cortesía de la alcaldía de San Pedro de Macorís.
