Fritz Cineas:“La República Dominicana es el país al que más cariño le he tomado”

Al hablar de lo que ha significado República Dominicana para él, Fritz N. Cineas manifiesta que entre los países donde él ha ocupado el cargo de diplomático durante estos 50 años de ejercicio, este ha sido al que más cariño le ha tomado. “Aquí&

Al hablar de lo que ha significado República Dominicana para él, Fritz N. Cineas manifiesta que entre los países donde él ha ocupado el cargo de diplomático durante estos 50 años de ejercicio, este ha sido al que más cariño le ha tomado. “Aquí en esta tierra he vivido momentos maravillosos e inolvidables de mi vida”.

Cineas señala que, en particular, el tratamiento que le han dado sus amigos, el gobierno y el pueblo dominicano ha sido excepcional, y por esto siente un profundo agradecimiento, aunque asegura que le da mucha tristeza el mal trato que a veces le dispensan en el país a sus compatriotas.

El diplomático también aprovechó esta entrevista para expresar su pesar por las informaciones mal intencionadas de algunos medios de comunicación dominicanos en lo relativo a los inconvenientes que en ocasiones surgen entre ambas naciones, que en realidad “lo único que  hacen es empeorar la situación”.

Cineas manifestó que contrario a lo que muchos piensan, para Haití, República Dominicana ocupa el puesto número uno en su diplomacia y que para su gobierno una de las principales prioridades es mantener una buena relación con este país hermano.

En el ámbito personal, este profesional de la medicina, especializado en ginecología y obstetricia, nos narró cómo, por casualidad, se vio involucrado en el mundo de la diplomacia y también nos habló del amor por su madre, sus hermanos, su padre, sus hijas y sus nietos, entre otros aspectos de su vida.

1. Mi niñez
Los recuerdos que tengo de mi niñez son relacionados con mi abuelita paterna Virginie. Ella me quería mucho, le gustaba sentarme en sus piernas, me acariciaba, me daba de comer y me daba gusto en todo. Fueron tiempos maravillosos. Todavía pienso en ella. En ese entonces las mujeres de mi país utilizaban una especie de estola que las hacía lucir mucho mayor de lo que eran en realidad, y yo veía a mi abuela como una vieja, pero en realidad era joven, solo tenía 50 años o quizás un poco más. También recuerdo que me gustaba jugar bolitas con mis amigos y hermanos, además de practicar soccer y otros deportes.

2. Mis padres
Mi madre biológica falleció siendo muy joven, a los 37 años. Fue su hermana, Susana Eveillard, quien se encargó de criarnos y educarnos a todos. Ella era siete años menor que mi mamá e iba a casarse con un médico, pero prefirió renunciar a él para dedicarse a nosotros en cuerpo y alma, en una entrega total. Es por esto y por el gran amor que nos dio que para mí ella es una santa, un ser maravilloso, excepcional y de grandes cualidades. Siempre la llevaré en mi corazón con el mismo amor.  De ella aprendí la abnegación”.

Mi padre Nerval Cineas, también fue un ser excepcional y maravilloso. Desde la muerte de mi madre se dedicó por completo a nosotros junto a mi tía y no fue hasta que terminamos el bachillerato cuando volvió a casarse.

3. Mis hermanos
Vengo de una familia numerosa compuesta por ocho hermanos, cuatro mujeres y cuatro hombres, una falleció. Con mis hermanos tengo una relación excelente. Todos están vivos y nos queremos mucho. Siempre que podemos nos reunimos, principalmente en épocas especiales, como es el aniversario del nacimiento de nuestra madre Susana. Yo siempre viajo a mi país en esa fecha, pero “no pasa un día sin que hablemos por teléfono”.

4. Mis estudios
Yo realicé mis estudios primarios en la escuela de los hermanos cristianos, que era la mejor de Haití en ese entonces. Luego pasé al liceo que lleva el nombre del primer presidente de Haití, Alexandre Pétion, que es la más antigua escuela secundaria de la nación y era la más importante. Terminado los dos bachilleratos seccionados por un examen de Estado que se realizan en Haití (bachillerato primero y bachillerato segundo). Luego ingreso por concurso a la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Haití, al concluir hice la especialidad en ginecología y obstetricia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

5. Cargos desempeñados
Inicié mi carrera diplomática como Primer Secretario en la Embajada de Haití en México; luego fui nombrado primero como ministro plenipotenciario en Chile y luego cónsul general de Haití en San Juan, Puerto Rico, embajador extraordinario y plenipotenciario en México, y en los siguientes países; Italia, Argentina, Uruguay, Paraguay, en la República Dominicana, durante el gobierno del fenecido presidente Antonio Guzmán. Más tarde, fui nombrado embajador, representante permanente de Haití ante la Organización  de las Naciones Unidas (ONU) y  también fui llamado a presidir la Asamblea General de dicha organización. En Washington, D.C., me desempeñé como embajador de la Organización de Estados Americanos (OEA) y embajador ante la Casa Blanca durante el mandato de Ronald Reagan. Luego presenté cartas credenciales ante el Rey Juan Carlos  de España.

6. Llegó el amor
Antes de casarme había tenido varias novias. Por poco me caso con una mexicana, pero me dijo que debía quedarme en su país y esto no estaba dentro de mis planes. Luego conocí a mi hoy esposa, Gladys Magloire, ella era hermana de uno de mis mejores amigos. El  me invitó a su casa y me la presentó, nos enamoramos y luego nos casamos, llevo casi 50 años de matrimonio. Mi esposa nunca viene al país, yo vivo solo aquí y ella vive en Washington junto a nuestras hijas y nietos. Yo voy cada vez que tengo la oportunidad.

7. Ser padre
Tengo dos hijas, la primera es Régine. Ella nació en Puerto Príncipe, nueve meses y cinco días después de haberme casado. Yo como soy médico estuve presente en el parto de mi esposa y aspiré de la boca y nariz de mi hija toda las flemas que  trae consigo un recién nacido. Ver a tu hijo por primera vez es una sensación de alegría, de gozo, es algo incapaz de ser descrito. Luego la más pequeña Sybil, nació en México, durante mi estancia como embajador en esa nación. Con ella también sentí una emoción incalculable al tenerla en mis brazos.

8. Ser abuelo
Tengo dos nietos que son mi gran felicidad, mis amores y debilidad. La mayor es Torshie, tiene 20 años, ya está en la universidad y el pequeño Cedrick Fritz Michel Bonnet, tiene nueve, estudia en un colegio en Washington. Yo podría afirmar que el sentimiento de ser abuelo es distinto al de ser padre. A ellos los puedes querer sin tener que regañarlos y estar pendiente de su cuidado todo el tiempo. Mi hija mayor me reclama lo severo que fui con ellas dos y lo dócil que ahora soy con los nietos y le digo que no estoy para educarlos, solo para darles cariño, lo demás es su responsabilidad.

9. Grandes amigos
Tengo y he tenido grandes amigos, tanto haitianos como extranjeros. Unos están vivos y otros ya han fallecido. El haber vivido en tantos países ha hecho que mis amigos estén relacionados con el mundo de la diplomacia, con algunos he mantenido el contacto y con otros lo he perdido.  Pero la mayoría de mis amigos están aquí en la República Dominicana, donde he sido embajador en dos ocasiones, en un espacio de 25 años, esto ha sido muy provechoso para mí. Muchos de mis amigos lo son desde mi primera gestión y ahora están en el poder y me han brindado su respaldo desde sus funciones.

10. Pérdida de un ser querido
Yo diría que la pérdida que más me ha afectado ha sido la de mi madre Susana, nunca podré reponerme de su muerte. Para mí es la persona que más he querido y quiero en toda mi vida. Su memoria la evoco con mucha emoción. Nunca olvidaré su gran amor y entrega. Si estuviese dentro de mis posibilidades pediría al Papa que la santificara. También me afectó mucho la pérdida de mi querida abuela Virginie, de ella también guardo lindos recuerdos. Además de la muerte de mi padre, a quien recuerdo como un hombre ejemplar. l

Sorpresa inesperada

Mi carrera como diplomático inició cuando yo era muy joven y vivía en México. Recuerdo que en ese entonces Francois Duvalier, que era médico, yo lo había conocido porque éramos vecinos. Él era un intelectual y nos pasaba libros, fue también nuestro consejero en la asociación que teníamos de los estudiantes católicos. En una ocasión llegó a México el ex candidato a las elecciones de Haití a quien Duvalier había derrotado en las elecciones y  durante una entrevista creó una imagen del presidente que yo estimé que no era propia. Entonces escribí un pequeño artículo al jefe del diario diciendo que aquella entrevista para mí no era objetiva, dado que el doctor Duvalier era un hombre que se identificaba con la nación. Yo hice esto de una forma casual, pero no esperaba que la prensa publicaría mi pequeña carta y el embajador de Haití en México envió la carta al Ministerio de Relaciones Exteriores que se la comunicó al presidente y este a su vez me envió una tarjeta. Cuando el embajador me llamó para decirme que pasara a verlo, me entregó la tarjeta que decía: “La lectura de su magnífico artículo me ha consolado de las frialdades del poder. Por eso amo a la juventud. El contenido de su artículo está marcado al rincón del más puro duvalierismo, ese duvalierismo que muchos no comprenden. Sea paciente, pienso en usted”. Esa frase me molestó, porque yo no esperaba nada. Yo había terminado mis estudios y mi ambición era irme a Estados Unidos o Canadá, para especializarme más y regresar a Haití para poner mi consultorio. Un mes o dos meses más tarde, el presidente me nombró como Primer Secretario de la Embajada de Haití en México. Es así como pongo los pies en una carrera diplomática, en la que he permanecido por más de 50 años. También estudié Derecho Internacional, en México.

Un país
Me declaro un ferviente amante de la República Dominicana. En esta tierra he vivido momentos muy agradables e inolvidables”.

Nostalgía
Siento tristeza por el trato que algunos dominicanos le dan a mis compatriotas. Ellos no tienen la culpa de los conflictos que surgen”.

Distinción
Una de las más significativas que he recibido ha sido la Gran Cruz de la Orden Duarte, Sánchez y Mella, de la República Dominicana”.

Abnegación
Valoro la abnegación de mi madre Susana, quien dejó de hacer su vida por dedicarse en cuerpo y alma, a mí y a mis seis hermanos”.

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