En los denominados barrios “calientes” de la capital, la jornada de protesta por la reforma fiscal no incidió en el ritmo normal de sus residentes.Un recorrido por los sectores donde tradicionalmente se producen desórdenes en huelgas o paros de las labores productivas, las actividades cotidianas se desarrollaban normalmente. La gente iba y venía de un lugar a otro, sin temor a ser sorprendido por una piedra, balazo o cartuchazo.
Los comercios recibían y compraban mercancías de todo tipo. En los colmados, mercados y ventorrillos, el flujo de personas era igual que siempre.
Las calles eran vigiladas por agentes de la Policía, pero sin el extremismo que suele caracterizarlos, incluso con el solo anuncio de protestas.
Todo parece indicar que los barrios 24 de Abril, Simón Bolívar, Capotillo y Gualey, otrora bastiones de los movimientos populares, aunque apoyaron esta convocatoria, prefieren un tipo de protesta que no peligre sus vidas.