La vocación de servicio es una condición sine qua non para ser miembro de la Defensa Civil, manifestada en el desinterés material de la persona que ayuda y es solidaria con los que sufren daños físicos, psicológicos y materiales tras desastres causados por fallas humanas o fenómenos naturales.
La mayor parte de los miembros de esa organización, en cualquier parte del mundo, ingresan a la misma por la vocación de ayudar a otros y lo hacen con tanta entrega que, incluso, en ocasiones hasta ponen en riesgo sus propias vidas.
“Lo que nosotros hacemos no tiene precio. Cualquiera choca un vehículo, lo repara o compra otro nuevo; se le rompe un zapato y compra otro nuevo, pero el que pierde la vida no tiene forma de reestructurarla nuevamente y el trabajo que nosotros hacemos es aliviar el sentimiento humano y salvaguardar la vida, que es lo más imprescindible”, afirma Manuel Raimer, encargado de la Unidad Nacional de Respuestas Inmediatas de la Defensa Civil.
El es parte de los 9,500 miembros activos de la entidad en todo el país, de los cuales 8,595 son voluntarios que han superado pruebas que incluyen un entrenamiento durante seis meses, iniciando con el dominio de las técnicas para aplicar los primeros auxilios. En temporada alta, vale decir en Semana Santa y Navidad, la cantidad de miembros de la Defensa Civil puede llegar a los 13,000 y 14,000.
Los hay brigadistas, que tienen entrenamiento especial en diferentes ambientes. Son los que tienen una mayor responsabilidad con la institución, le dedican más tiempo al trabajo y a la capacitación. Estos cuentan con un seguro de vida y accidentes y se les ayuda económicamente.
Están además los socorristas y los voluntarios que se ponen al servicio de la entidad cuando el país lo requiere. El 98% de los miembros son voluntarios el restante 2% es personal contratado, de acuerdo con el director de la Defensa Civil, el general retirado Luis Luna Paulino.
Hay otro tipo de personal, como los de administración que laboran permanentemente en la institución. También hay técnicos y demás que son llamados cuando se requieren para servicios específicos y algunos trabajan por contrato.
El encargado de operaciones de la Defensa Civil, Delfín Antonio Rodríguez, explica que la preparación del personal está a cargo de instructores nacionales con mucha experiencia en distintas áreas relacionadas con situaciones de riesgo de vidas y propiedades.
Pero además, parte del personal central, regional, provincial y municipal recibe entrenamientos frecuentes en varios países como México, Brasil, Estados Unidos, Panamá, Colombia, Corea del Sur, Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Argentina y España. En esos países adquieren los conocimientos para luego multiplicarlos a sus compañeros en el país.
Presencia nacional
La Defensa Civil tiene representación en todo el país, en los 155 municipios, en todas las provincias y en nueve regiones. En las provincias la dirección de la entidad trabaja en coordinación con los gobernadores como manda la ley. Cuentan con nueve directores regionales, 32 directores provinciales, 155 directores municipales y 282 directores de distritos municipales.
Las estaciones distribuidas en todo el país se aproximan a las 370 y todas son coordinadas desde la dirección ejecutiva en su sede central de la capital.
Sus miembros son capacitados en áreas como la búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, en inundaciones, en montañas, huracanes e incendios.
Cuando la vocación traza la ruta de vida
Una vez estuve con mi compañero José Capellán en Neiba, cortando un árbol de flamboyán y caí desde una altura de once metros encima de un camión y luego reboté sobre cinco neumáticos encendidos que me quemaron todos los cabellos, eso me dejó una lesión en el muslo y algunas cicatrices por las quemaduras”, Narro Cáceres indicando que en otra ocasión, en plena labor lo llamaron porque su madre había muerto. Esas son algunas de las vicisitudes que ha tenido que enfrentar por ser miembro de la Defensa Civil. Dice no hallar explicaciones de por qué lleva en la sangre el ayudar a otras personas. “La Defensa Civil es para mí la mitad de mi vida, porque mi profesión original es la de técnico electricista y mecánica en general. Solté eso y estoy dedicado a tiempo completo a esta labor”, dice.
Descubrió su vocación de servicio a finales de los años 80 cuando se incendió el pico Duarte, un grupo de amigos lo pasaron a recoger por su barrio y se iban sin saber, lo que lo motivó a preguntarle a uno por lo que hacía y este le dijo que estaba en la Defensa Civil para no estar en la calle sin hacer nada.
Eso lo motivó y fue con uno de sus amigos al local de la entidad cuando estaba en la calle doctor Delgado y allí recibió los primeros entrenamientos y la disciplina que hoy le sirven para hacer su trabajo de Coordinador Nacional de Brigadas de Emergencias.
Habla con orgullo de la institución que le ayudó a descubrir su vocación por ayudar a los demás, sobre todo en situaciones difíciles como huracanes, inundaciones, terremotos e incendios aún a expensas de poner en peligro su propia vida.