Se acabó la búsqueda. No hay suspenso ni angustia por su desaparición. Ya todos saben dónde está la doctora Soanny Montero: muerta y sepultada. Pero, ¿qué sucedió?
La doctora Soanny no estaba viva, como hasta la propia Policía presumió desde el principio. Llevaba días de viaje al mundo de los muertos. Y en este mundo de vivos dejó a unos padres y a un hermano demolidos. Nadie sabe aún cómo y por qué falleció de esa forma tan desastrosa. Los rumores son tan profusos, como abundantes eran ayer las muestras de dolor en su sepelio.
Ya sus padres no la esperarán más. Les queda la ilusión de verla en ese lugar incógnito que muchos imaginan venturoso y sin malicias; donde solo reina la paz.
Soanny se fue acompañada de bondadosas plegarias que le desean reposo eterno a su alma. “Quiero decirle a la doctora Soanny Montero, que nosotros, su familia, la perdonamos”, pudo decir un padre angustiado que fingía fortaleza.
Pero en el momento “duro y fuerte”, como lo definió el sacerdote celebrante de la misa para despedir a Soanny, don Arístides Montero no pudo más. Es como si hubiese salido del shock que lo mantuvo emocionalmente ausente, aunque expectante y optimista, desde aquel funesto lunes 15 en que su hija se marchó para no volver.
Y dejó salir sus lágrimas. Comenzó a hablar y se detuvo; estaba quebrado; traspasado delante de aquel ataúd gris. Finalmente, sacó fuerzas, quién sabe de dónde, para decirle adiós a su muchachita; a su primera hija; a su niña hecha mujer y convertida en doctora; quien prometió a su papi que jamás dejaría de atender a un enfermo por falta de dinero.
“Ella me decía que en mi casa todos teníamos que ser profesionales. Y dentro de poco, mi hijo (Rafael) se gradúa de ingeniero. Tu título será recordado para siempre”, expresó. Este productor de plátanos, campesino de Tamayo, dijo más de lo que pensaba. Sí que sacó fuerzas para despedir a su amada Soanny en el cementerio Parque del Prado, ubicado en el municipio de Guerra.
Cada palabra, cada gesto de expresión hacia las cualidades de esta mujer, eran corroboradas con lágrimas de sus colegas vestidos de blanco. Se vistieron así para demostrarle cuánto les dolió su partida sin despedida; sin un adiós para su padre y ni siquiera para su madre, Marilín Vargas, a quien siempre tuvo como su mejor amiga. Los médicos, su otra familia, no pararon de llorar. Lucían tristes.
Rumores
Ayer la Policía no dijo nada distinto de lo que divulgó el domingo, cuando encontraron el cadáver de Soanny irreconocible en el parqueo soterrado de la empresa Caribe Tours. Se limitó a exhibir un video que muestra a la doctora entrando a esa compañía, a las 4:25 de la tarde.
Pero todo cae en el campo especulativo: alegados problemas con su novio, depresión, problemas familiares, envenenamiento, homicidio, embarazo…Nada concreto. Las fílmicas no proyectan más de lo que el país ya sabe: una mujer parqueándose y colocando un tapasol al cristal de su vehículo, su ultima imagen en vida.
Solo el informe forense dará luz al oscuro caso
La insistencia de los reporteros obligó a que el vocero policial, Diego Pesqueira, intentara decir algo nuevo respecto a la muerte de Soanny. Entonces habló de una botella de agua que apareció dentro del carro de la doctora. Reiteró que en el video no se aprecian signos de violencia. Y no dijo más nada novedoso. Pesqueira sabe bien que solo la autopsia realizada al cadáver putrefacto de Soanny sacará de dudas a parientes, amigos, compañeros de carrera y de trabajo, a los medios de comunicación y al país, que siguieron paso a paso la misteriosa desaparición, y luego el triste desenlace.