“Para reducir el déficit fiscal, el Gobierno debe reducir los gastos personales, pues la nómina pública está muy abultada”. Esa fue la receta que me planteó un empresario amigo la semana pasada como fórmula para enfrentar la presente crisis fiscal.
Regresé a la oficina y la idea del amigo empresario seguía dándome vueltas en la cabeza. Entré al portal de la Contraloría para edificarme. A agosto del 2012, el sector público consolidado empleaba 618,375 personas, de las cuales 143,973 son pensionados y 474,402 activos. De esos, 323,968 trabajan en el Gobierno Central, y 150,434 en el sector descentralizado y autónomo, incluyendo ayuntamientos, empresas públicas no financieras y bancos estatales.
De los 323,968 empleados que trabajan en el Gobierno Central, 110,800 son maestros y empleados del Ministerio de Educación; 59,928 son médicos, enfermeras y empleados del Ministerio de Salud; 58,909 son militares y 34,733 son policías. Revisando la experiencia de recortes de empleos públicos en algunos países, observé que esas áreas son consideradas intocables por razones comprensibles. Quedarían por tanto 59,518 empleados en los restantes 16 ministerios del Gobierno.
Observando los datos de cada ministerio se podría inferir que hay algunos con exceso de personal. Agricultura tiene 13,161 empleados, 2.2 veces más que en Chile, que opera con 5,999 empleados a pesar de tener un territorio 15.6 veces mayor que el nuestro y una población 1.75 veces la nuestra. Mientras Obras Públicas (incluyendo la Oficina Supervisora) tiene 11,915 empleados, en Chile opera eficientemente con 7,836. Relaciones Exteriores tiene 4,166 empleados, casi tres veces los 1,549 empleados en Chile. En el Congreso pasa lo mismo; mientras los chilenos operan su sistema bicameral con 940 empleados, nosotros necesitamos 4.4 veces más empleados (4,110).
¡Sopla! El empresario amigo tiene razón, fue mi primera reacción. Me dije hacia dentro, aquí lo que hay que hacer es reducir la nómina pública y con eso eliminamos el déficit.
Antes de lanzar la propuesta, quise cerciorarme de que ese exceso de personal que existe en algunos ministerios del Gobierno y entidades descentralizadas y autónomas, estaba generando un nivel anormalmente alto de la nómina pública. Entré el portal del FMI y revisé un conjunto de países para comparar. ¿Qué esperaba encontrar? Que como % del PIB, la nómina pública de República Dominicana, ascendente en el 2011 a 3.4% del PIB para el Gobierno Central y 4.8% para el sector público consolidado, era la más elevada de la región.
Para mi sorpresa, encontré todo lo contrario: la de RD es una de las más bajas de la América Latina. Para mencionar sólo tres casos, en Costa Rica es de 10.4% del PIB, Brasil 9.3% y Chile 7.4%, mucho mayor que el 4.8% nuestro.
Pensé que esto se debía a que los latinoamericanos somos muy dispendiosos y por eso quedábamos bien. Pero al comparar con Europa pude ver que si nuestra nómina es abultada, el promedio de la nómina del gobierno general en Europa es 3.4 veces más. ¡Por eso están jodidos!, pensé. Pero al revisar otras regiones del mundo, vi que en Estados Unidos es 10.8%, Canadá 12.8%, Sudáfrica 11.7%, Tailandia 7.6%, Corea del Sur 7.4%, y Japón 6.2%.
Ahí fue que caí en cuenta. Tenemos exceso de personal en algunas áreas del sector público, pero el salario que gana la mayoría de los empleados públicos es tan bajo, que la nómina como % del PIB es de las más bajas del mundo. El salario promedio mensual en el Estado dominicano es de RD$12,842, apenas 30% más alto que el mínimo en el sector privado. Un análisis de 34 países realizado por el Banco Mundial muestra que RD exhibe el mayor nivel de compresión salarial en el sector público. El salario promedio percibido por el empleado público perteneciente al noveno decil de ingresos es 33 veces mayor que el percibido por el empleado público del decil que agrupa al 10% de los empleados que ganan menos. Como los salarios del noveno decil no son altos, ese resultado se debe a que los salarios de la mayoría de los empleados públicos son bajísimos.
Un político amigo terminó de aclararme las dudas: “Andy, durante décadas en el país no teníamos seguridad social, mucho menos seguro de desempleo. Eso llevó a los partidos en el poder a convertir el empleo estatal en un sustituto de lo que no teníamos, y eso a su vez, ha fomentado el clientelismo. Fíjate que según Latinobarómetro somos el país latinoamericano donde la gente se siente más cercana a algún partido político, reflejando no sólo una altísima politización de la población, sino también la aspiración de un empleo público.
Dile a tu amigo empresario, que podemos echar gente a la calle, pero tendremos entonces que duplicar el gasto en seguridad ciudadana. Y como los policías lo que ganan es una miseria, la empresa de tu amigo tendrá que invertir más en la seguridad de sus ejecutivos y empleados. ¿O acaso él cree que si echamos 50,000 empleados a las calles para ahorrarnos 0.3% del PIB, todos los despedidos se irán tranquilamente a sus casas? ¿Podrían las empresas privadas darles empleo rápidamente? Al final, el ahorro en nómina lo gastaríamos en más seguridad ciudadana”.