El envío de soldados de las Fuerzas Armadas Dominicanas a la guerra en Irak fue una decisión política de su comandante en jefe de entonces, Rafael Hipólito Mejía Domínguez, que la jefatura de Estado Mayor acató y respondió con firmeza al escoger a sus más capacitados soldados.
La Constitución de la República en su artículo 128, sobre las atribuciones del Presidente de la República establece: “La o el Presidente de la República dirige la política interior y exterior, la administración civil y militar, y es la autoridad suprema de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los demás cuerpos de seguridad del Estado”.
Más adelante la misma Carta Magna en su capítulo 1, artículo 252 establece que las Fuerzas Armadas “son esencialmente obedientes al poder civil, apartidistas y no tienen facultad, en ningún caso, para deliberar”.
Amparado en esos preceptos establecidos en la vieja Constitución, y ratificados en la modificada en 2010, fue que el presidente Mejía ordenó el envío de las tropas a territorio iraquí.
La justificación militar
A la sazón, el secretario de las Fuerzas Armadas era el teniente general José Miguel Soto Jiménez, quien afirma que solo se limitó a cumplir una orden de su comandante en jefe. “Era una impertinencia decirle al presidente de la República, ¿usted pasó eso por el Congreso? ¡ Por favor! La pregunta del presidente fue simple, en el lenguaje del presidente: “Soto, ¿estamos en capacidad de hacer eso? Sí señor (le respondió) porque este vio que hay la capacidad. Ahora, decirle al presidente que esa es una cosa geopolítica, esa no es labor de ningún militar. No del secretario, de ningún militar”, afirmó.
Soto Jiménez, en parte, justifica la decisión de Mejía bajo el argumento de las relaciones de cooperación histórica entre ambas naciones ante la situación geopolítica del momento, que requería una respuesta positiva a sus demandas.
“Porque si Estados Unidos ayuda a la República Dominicana en términos comerciales, cuando ellos necesitaban del país, no se debía decir que no”, dice.
Recuerda que la economía nacional depende en parte de los aportes que hacen muchos dominicanos que viven en los Estados Unidos e hizo una comparación con la situación de Venezuela que en la actualidad suministra parte del petróleo que consume el país, entendiendo que no sería prudente para el gobierno negarle su solidaridad. Recordó que ahora el mundo se compone de alianzas entre los países.
Decisión hizo renunciar al Canciller
La renuncia del Canciller por el envío de soldados a Irak se sumó a otras de funcionarios que no comulgaban con el proceder del presidente Mejía.
Tolentino Dipp está convencido de que la invasión fue una injusticia y como tal la rechazó. No se arrepiente de haber colocado en la historia su desacuerdo a esa acción con su renuncia de la entonces Secretaría de Relaciones Exteriores.
¿Se arrepiente usted de haber tomado esa decisión?, se le preguntó. Tolentino Dipp respondió: “Si se me presentara mil veces el caso, mil veces renunciara. Es un problema de principios, yo soy parte de un país que ha sufrido las intervenciones de las grandes potencias, yo no puedo de ninguna manera aceptar intervenciones como esa, que provocaron mentirosamente en Irak, porque fue efectuada haciéndole creer al pueblo norteamericano que había armas de destrucción masiva, cuando no las había. Eso fue un crimen, fue una excusa para intervenir. Eso es un negocio, la guerra es un negocio”.
La República Dominicana podía negarse a la petición de Estados Unidos de apoyar la invasión, como lo hicieron otros países, pero el presidente Hipólito Mejía ya tenía compromiso con ellos porque dos años antes, cuando fueron derribadas las torres gemelas, el 11 de septiembre de 2001, uno de los primeros gobiernos en manifestar su repudio al acto terrorista y de expresar su solidaridad y ponerse a disposición de Estados Unidos fue República Dominicana.
Mejía, al parecer, no quería romper el vínculo histórico que por años mantenían las dos naciones.
La invasión a Irak en el contexto internacional
Estados Unidos logró el apoyo, al menos en palabras, de 30 países para intervenir Irak, luego de que su gestión diplomática fracasara ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Los países centroamericanos y la República Dominicana estuvieron en la lista de los primeros solicitados. No hicieron la petición a Costa Rica porque desde 1948 no tiene ejército; Tampoco a Panamá, debido a que desde la invasión precisamente de Estados Unidos durante el régimen de Manuel Antonio Noriega tampoco tiene militares, ni a Guatemala porque aún quedaban vestigios del problema de la guerrilla levantada en Chiapas, en la frontera con México.
Hubo presidentes, como el chileno Ricardo Lagos, que rechazaron enviar tropas a la coalición sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
El jefe de Estado Mayor conjunto de los Estados Unidos y los embajadores de cada país hicieron los contactos con los entonces presidentes para convencerlos sobre la necesidad de su apoyo al supuesto plan para despojar de armas de destrucción masiva a Irak.