El tiempo transcurrido desde que salió de Hato Mayor, no parece haber sido tanto como para borrar de su memoria aquella casa de madera, techada de zinc y con lustrosos mosaicos donde vivió sus primeros años. Fue en Hato Mayor donde a sus escasos nueve años supo lo que era perder a un ser querido. La imagen del cadáver de su querido primo cubierto de flores, con quien horas antes, y como cada tarde, había montado bicicleta por las calles del pueblo, es uno de los recuerdos más tristes de su infancia. Su vida continuó y el paso de los años la fue convirtiendo en una joven de carácter fuerte y espíritu revolucionario, con una hermosa voz, que unas veces le canta al amor y muchas otras se eleva como protesta social, como un grito contra la desigualdad y la injusticia. Considera que la mejor enseñansa que ha recibido es que la vida es una aventura y que “todos los días debemos levantarnos dispuestos a vivir la aventura, sin apegarse a los resultados y disfrutando el camino. A veces no importa el resultado de la caminata, sino lo que uno aprende en el camino”.
Sonia se siente satisfecha y agradecida de los frutos recogidos durante su carrera como cantante “yo sería una malagradecida si dijera lo contrario, fíjate, tú estás aquí haciéndome esta entrevista y yo tengo más de 20 años que no tengo un tema pegado en la radio. Eso es muestra del cariño de la gente de mi país”.
1. Infancia
Nací en San Pedro de Macorís porque mi madre fue a darme a luz en el hospital de esa ciudad, pero nunca viví ahí pues mis padres son de Hato Mayor del Rey, y para allá nos fuimos desde que nací. En Hato Mayor viví hasta que cumplí 10 años, así que me siento y soy hatomayorense. Mis recuerdos de infancia, aunque tengo algunos muy buenos de mis viajes por el Este y de mis vacaciones en la capital, son principalmente los de mi vida en Hato Mayor.
Recuerdo muchas cosas: las noches con todos los carajitos del barrio jugando en la acera y la calle frente a mi casa, mientras mi mamá y sus amigas sacaban haraganes y mecedoras para afuera y conversaban animadamente hasta las 10 de la noche, hora sagrada de recogerse en el interior de los hogares.
2. Sin diferencias sociales
Otra cosa que recuerdo es que en mi pueblo yo nunca sentí la diferencia de clases, tal vez por influencia de mis padres; pero nos relacionábamos con todos por igual y la gente era apreciada, no por su dinero, sino por su conducta. Mi casa era grande, de madera y lustrosos mosaicos, techada con zinc y tejas, tenía jardín y patio y un balcón amplio en forma de L que era mi delicia. Somos cuatro hermanos, tres hembras y un varón y mis padres, inteligentes y modernos, nos criaron con respeto y amor. Mi papá se llamaba Manuel (Manolo) Silvestre y mi mamá Estelita Ortiz.
3. Buena estudiante
Fui buena estudiante, a veces un poco rebelde y contestadora, y aunque nunca se me dieron bien las matemáticas, me interesé y disfruté de todas las materias que se relacionaran con humanidades. Estudié casi toda mi vida con monjas y por eso atesoro el recuerdo de la hermana Rosa, que me dio disciplina y afecto en mi infancia, y de la hermana Visitación, que en el bachillerato me enseñó el insondable mundo de la literatura.
4. ¡Qué dolor!
Uno de los castigos que más recuerdo, por lo mucho que me dolió, fue cuando me quitaron y rompieron la foto a color de mi ídolo, el actor Michael Landon, el Joe Cartwright de la serie de televisión Bonanza, porque alteré la atención del curso pasándola de mano en mano.
5. La revolucionaria
Mi adolescencia fue intensa, profundamente conmovida por la Revolución de Abril y la intervención norteamericana. Me hice militante de los movimientos juveniles católicos y apasionada defensora de la teología de liberación. De ahí a militar en la izquierda fue un paso lógico y natural, mientras el rock, los hippies y la nueva canción fueron mi telón de fondo. No fui muy noviera porque tenía muchas otras cosas que hacer, y porque las muchachas respondonas e intelectuales nunca son muy populares entre los chicos. Mi primer noviazgo terminó pronto, pues mi novio se fue a estudiar fuera.
6. Una gran tristeza
Mi primera pérdida fue en mi infancia. Un primito fue atropellado por un carro cuando montaba bicicleta. Recuerdo su cadáver cubierto de flores en la cama, el dolor infinito de sus padres y el aullido profundo y lastimero de su perro en el patio. La segunda fue la muerte de mi gran amigo y hermano René de Risco, días interminables de dolor y desamparo. Luego, con los años, he tenido que enterrar más amigos y familiares, entre ellos a mis inolvidables padres.
7. Inicio de su carrera
Sobre mis inicios he hablado mucho, pero para nuevos lectores les diré que comencé en el 1970 del siglo pasado, acompañada por el grupo del maestro Luis José Mella, en el programa Gente, que conducía Freddy Ginebra, los sábados a la 1:00 d ela tarde en Radio Televisión Dominicana. Mi debut en vivo fue poco tiempo después en la Boîte La Oficina, acompañada por el grupo Los Bemols.
8. Cantante desde chiquita
Comencé a cantar desde chiquita, recuerdo que mi papá me sentaba en sus piernas y nos poníamos a cantar. Con él me aprendí muchas canciones viejas. Pero además yo era fanática de la radio y de la televisión y me aprendía todas las canciones de moda y las que salían en las películas. ¿Mis favoritas?, Carmen Sevilla, Lola Flores, Sarita Montiel, Amalia Mendoza, y por ahí pa´arriba Monna Bell, Estela Raval, la de los cinco latinos, etc.… Me pasaba los días oyendo música y aprendiéndome canciones y cantando en el coro del colegio y en cuantas veladas se armaban. Ya en la adolescencia, llegaron los amigos con guitarra y las interminables noches de cantadera.
9. ¡Qué vergüenza!
Vergüenzas he pasado muchísimas, pero hay una que recuerdo en particular: fue cuando en los inicios de mi carrera fui la contraparte del cantautor italiano Nicola D’bari en una gira que hizo por el país. En una de las presentaciones, creo que fue en La Vega, me presentaron con mucha rimbombancia y cuando iba a subir al escenario, tropecé con los escalones y me caí de boca frente a todo el público. Esa es, sin duda, una de las vergüenzas más grandes que yo he pasado.
10. La maternidad
Mis dos recuerdos más felices son los dos nacimientos de mis hijos André y Eloísa. Pero tengo muchos recuerdos felices, pues he tenido una vida bastante feliz. Tengo también muchos recuerdos tristes, pero no privilegio a ninguno.
Su talento y su hermosa voz han sido premiados
Sonia Silvestre se ha presentado en Puerto Rico, Cuba, Nicaragua, Venezuela, España, Colombia, México y los Estados Unidos.
Fue finalista en el Festival de la Canción de Bogotá en 1971. Entre los reconocimientos y premios obtenidos durante su carrera figuran los premios El Dorado, como cantante más popular en los años 1975, 1976 y 1977. El jurado de los premios El Dorado reconoció su trabajo, premiándola con el galardón al mejor espectáculo en el año 1977.Obtuvo el premio Casandra como cantante más destacada y mejor video-clip en 1990. En Puerto Rico fue reconocida con el Premio Paoli, como artista internacional del año en 1991. Formó parte del equipo de Tony Raful en el Ministerio de Cultura, directora general de las Casas de Cultura, donde trabajó para impulsar estas instituciones. Actualmente es ministro consejera de Asuntos Culturales de la Embajada Dominicana en Cuba.
Ejemplo
“En mi pueblo yo nunca sentí la diferencia de clases, tal vez por influencia de mis padres; pero nos relacionábamos con todos por igual”.
Rebelde
Mi adolescencia fue intensa, profundamente conmovida por la Revolución de Abril y la intervención norteamericana. Defendí la teología de liberación”
En otra onda
No fui muy noviera porque tenía otras cosas que hacer, y porque las muchachas respondonas e intelectuales nunca son muy populares entre los chicos”.