En la iglesia católica, los seminarios eclesiásticos son escuelas de prueba y formación para las personas que descubren su vocación para la vida religiosa y aspiran a ejercer el sacerdocio hasta el final de sus vidas.
La historia de estas instituciones se remonta al 1545 cuando fueron creadas mediante el Concilio de Trento en la ciudad del mismo nombre, ubicada al norte de Italia.
Surgieron como una necesidad de la Iglesia para la formación de los hombres que se encargarían de difundir la fe y acompañar al pueblo de Dios.
Otro motivo para su surgimiento fue que en el 1500 se inició el reclamo de reformas o protestantismo a lo interior del cristianismo católico, que ameritaba una formación rigurosa para quienes tenían disponibilidad y vocación para el ministerio.
El padre Francisco Antonio Jiménez Rosario, (padre Cualo) doctor en teología y rector del Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, explica que la iglesia -siguiendo el modelo de Cristo que escogió a doce para ser sus discípulos y formarlos- creó los seminarios.
“Los creó con tres ideas fundamentales: primero, la formación espiritual; segundo, la formación doctrinal para que aprendan la forma de pensar de la iglesia a nivel de pastoral y de biblia, de teología y de psicología, y tercero a nivel pastoral”.
La idea era y sigue siendo, que los aspirantes egresados del seminario estén dispuestos a responder situaciones diversas que les van a llegar a la comunidad una vez sean ordenados como sacerdotes.
Explica que en el país se creó el primer seminario en 1848 y aún se mantiene.
Funcionaba primero junto a la Universidad Santo Tomás de Aquino (hoy Autónoma de Santo Domingo), luego fue trasladado al lugar donde hoy está la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en la avenida Abraham Lincoln, y desde 1975 el seminario Santo Tomás de Aquino, o Seminario Mayor, funciona en la avenida Sarasota a esquina Núñez de Cáceres.
“¿Significaba que antes no había seminarios? En realidad sí, pero los aspirantes eran enviados a España y Roma.
No había necesidad de crear seminarios aquí porque congregaciones como los franciscanos y dominicos mandaban su gente a España”, cuenta el padre Cualo.
Existen once seminarios donde se forman los aspirantes, uno en cada diócesis, incluyendo el Santo Tomás de Aquino, donde se hacen los estudios superiores antes de los votos.
Están los seminarios menores a los que ingresan los muchachos con vocaciones sacerdotales y completan sus estudios secundarios y luego pasan al mayor, de donde salen con dos licenciaturas: una en Filosofía y la otra en Ciencias Religiosas.
Sacerdotes en formación
Actualmente el Seminario Mayor “Santo Tomás de Aquino” tiene 230 seminaristas, 160 en Santo Domingo y 70 que fueron trasladados a Santiago por falta de espacio en la sede principal.
El sacerdote informa que además hay 270 seminaristas distribuidos en grupos, de acuerdo a su capacidad de acogida, en seminarios menores bajo la autoridad y la doctrina de diócesis y de religiosos que pertenecen a congregaciones como los franciscanos, paúles, Sagrado Corazón de Jesús, entre otros. Cuando pasan al grado superior, todos van al Santo Tomás de Aquino. En total, el país tiene alrededor de 500 aspirantes a sacerdotes.
“En mi tiempo, nosotros éramos 130 seminaristas en el 1980; en 1998, yo estuve aquí (en el seminario) como formador y el número no bajaba de 200 y 230 seminaristas”, señala Jiménez.
El Santo Tomás de Aquino es uno de los seminarios que ha ganado más reputación en la región del Caribe, por eso acoge actualmente a seminaristas de Haití, Puerto Rico y Jamaica.
Aquí se han formado muchos obispos de Puerto Rico y de Cuba. El religioso señala que en el resto de las Antillas Mayores, las condiciones para formar seminaristas son precarias, por lo que sus obispos remiten a los aspirantes a República Dominicana y España. l