Cuando una pareja se encuentra a la espera de un hijo o hija muchas inquietudes llegan a sus pensamientos, en especial cuando son primerizos. ¿Cómo alimentarlo? ¿Cómo saber cuando le pasa algo? ¿Quién los ayudará a cuidarlo? Son solo algunas de las interrogantes que se van haciendo durante los nueve meses de gestación. Pero también está la preocupación de la inversión en pañales desechables y en leche.
Pero estas inquietudes son insignificantes en comparación al legado más grande e importante que los padres pueden hacer a su prole: la educación, la cual probablemente es uno de los mayores retos al que se enfrenta todo padre.
¿Cuándo debe iniciar este proceso de formación? Según explica Clarissa Guerrero Subero, terapeuta infanto-juvenil del Centro de Asistencia Familia (CAF), en estos tiempos en el que las responsabilidades laborales y económicas se convierten en una obligación para poder subsistir (clásico de las “selvas de cementos”, como describe Joan Brady en uno de sus libros a las metrópolis), ha hecho que la edad en que los niños se escolarizan sea cada vez más temprana.
La proliferación de los centros de estimulación temprana y las guarderías se debe precisamente a la inquietud de los padres en querer desarrollar las destrezas y capacidades de los pequeños en lo que llega la edad para inscribirlos en una escuela o colegio para la enseñanza básica, además de que también se les da cuidados.
¿Cuándo y cómo iniciar?
“Para las edades más tempranas ya existen los centros de estimulación que se basan en la etapa de desarrollo de los niños donde estimulan cada una de las áreas para que el desarrollo sea equilibrado y óptimo. El infante debe iniciar en estos programas luego de los 9 o 10 meses de edad, esto porque tanto el sistema inmunológico como la relación que se establece con las figuras de apego están más afianzados a esta edad”, detalla Guerrero.
Sin embargo, es importante tomar en cuenta las diferencias individuales de cada niño, sobre todo cuando en los casos de los infantes que sufren de un sistema inmunológico debilitado, y que por alguna situación en particular debe consultarse siempre con un pediatra.
En el caso que te encuentres buscando donde inscribir a tu bebé tienes que tener claro la diferencia entre una guardería y un centro de estimulación temprana. Esto te ayudará a establecer lo que es beneficioso para el niño o la niña, pues en las guarderías solo se limitan al cuidado y actividades lúdicas con los niños; mientras que en los centros de estimulación cuentan con profesoras especialistas en educación temprana y/o desarrollo infantil para estimular áreas específicas del desarrollo, según la etapa en que se encuentre el niño.
“Existen muchos aspectos positivos de los centros de estimulación, ya que el niño se encuentra en un ambiente seguro y regulado por profesionales del área, en donde puede socializar con compañeros desde temprana edad, y así ir internalizando los códigos sociales y las normas. También va desarrollando habilidades a cada momento específico de su desarrollo y, en caso de ser necesario, ir detectando cualquier ayuda adicional que este pudiera necesitar”, comenta la psicóloga.
En cuando a las desventajas, comenta, el principal inconveniente que se puede presentar es con los niños con sistemas inmunes muy debilitados, a los cuales pueden ser perjudicados por la exposición a un medioambiente distinto al que está acostumbrado y con menor regulación.
Pero un infante que haya sido expuesto a diferentes estímulos durante los primeros dos o tres años de su vida se presenta como un niño feliz, más vivaz y activo, estados que lo hará más despierto y que le favorecerán al momento de enfrentarse a la educación en la primera infancia cuando tenga que ingresar a la educación formal.
La motivación inicia en casa
“El niño absorbe todo lo que su ambiente le puede ofrecer y, curiosamente, lo que se aprende en las primeras etapas de vida es lo que nos queda para siempre. La afectividad, regulación emocional, códigos sociales y expresión de las emociones son aspectos sumamente importantes de trabajar, de manera adecuada para una vida adulta equilibrada. A su vez los niños aprenden conceptos básicos que son muy importantes también para la educación prescolares inicial posterior”, dice Guerrero.
Una forma de reforzar estos aspectos desde la casa son realizando actividades con materiales rústicos, los cuales son ideales para poder trabajar con los niños en edades tempranas y poder estimularles, como el periódicos, papel de baño, pintura de dedos, pelotas, masilla casera, botellas plásticas vacías, libros de lectura según la edad, entre otros, son materiales que sirven para estimular y potencializar desde casa.
Tiempo
Entre los 18 y los 24 meses puede ser una buena edad para empezar con esta experiencia, aunque hay que tener en cuenta las distintas situaciones (familia, disponibilidad horaria, estado del niño). A veces resulta necesario adelantar unos meses dicha experiencia y no significa que vaya a ser perjudicial para el pequeño.
Consejo
Se recomienda llevar al niño a la guardería cuando es capaz de andar, de decir algunas palabritas, y cuando se encuentren en condiciones de adaptarse a las nuevas situaciones.