Siete jovenes atletas encienden pebetero de los Juegos Olímpicos

LONDRES (AP) — Gran Bretaña inauguró los Juegos Olímpicos con una entrada real como jamás ha habido.

LONDRES (AP) — Gran Bretaña inauguró los Juegos Olímpicos con una entrada real como jamás ha habido.

Londres recibió al mundo del deporte celebrando lo viejo y lo nuevo en una ceremonia dramática e imaginativa, que incluyó la llegada de la reina Isabel II —o, mejor dicho de una doble_, al Estadio Olímpico en paracaídas acompañada por James Bond.

El encendido del pebetero, uno de los secretos mejor guardados de los Juegos, estuvo a cargo de siete jóvenes atletas británicos, que recibieron el fuego olímpico de manos del ex campeón olímpico de remo Steve Redgrave para luego encender pétalos de cobre que habíán portado las delegaciones durante su desfile.

Una vez encendidos, los 204 pétalos ascendieron hasta formar una anotorcha gigante, que arderá en el Estadio Olímpico durante los 16 días de los Juegos.

La fiesta cerró con una emotiva interpretación de Paul McCartney de la famosa canción «Hey Jude» de los Beatles, que fue coreada por las 60.000 personas en el estadio.

Durante el desfile de las delegaciones, Usain Bolt, el abanderado de Jamaica, recibió una tremenda ovación, al igual que el equipo de Estados Unidos, que fue vitoreado por el público y la primera dama Michelle Obama. Por supuesto, nada en comparación con la delegación anfitriona que clausuró el desfile.

«Londres 2012 inspirará a toda una generación», proclamó después del desfile el líder del comité organizador, Sebastian Coe. «Las próximas dos semanas demostrarán todo lo que ha convertido a Londres en una de las grandes ciudades del mundo».

«Esta es la única ciudad que ha albergado los Juegos tres veces, y cada vez que lo ha hecho el mundo ha enfrentado momentos de conmoción y problemas, y cada vez han sido un éxito», agregó. «Algún día le diremos a nuestros hijos y nietos, que cuando llegó nuestro momento, lo hicimos bien».

Buena parte de la ceremonia inaugural fue un recorrido por la historia de la música británica, desde el himno del club de fútbol West Ham hasta el tema «My Generation» de The Who y «Bohemian Rapsody» de Queen.

Después de siete años de preparativos y el gasto de miles de millones de libras esterlinas, los Juegos se pusieron oficialmente en marcha con un recordatorio de los momentos claves de la historia británica, incluyendo sus orígenes campestres y la Revolución Industrial.

La ceremonia incluyó una presentación de JK Rowling, la célebre autora de Harry Potter, leyendo un pasaje de Peter Pan.

Además, hubo una secuencia filmada en la que el actor Daniel Craig, en su papel de James Bond, visitó a Isabel II en el Palacio de Buckingham y la escoltó hasta un helicóptero decorado con la «Union Jack», como se conoce a la bandera del Reino Unido, que luego sobrevoló lugares famosos de la ciudad como el Puente de Londres hasta llegar —ahora en vivo— al Estadio Olímpico.

Después de salto en paracaídas del doble, Isabel II apareció luego entre el público acompañada por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge.

La gala dirigida por el cineasta Danny Boyle, a un costo de 42 millones de dólares y 15.000 voluntarios, debe alcanzar una audiencia televisiva global de 1.000 millones de dólares.

Su desafío fue enorme: ser tan inolvidable como el extraordinario despliegue hace cuatro años en Beijing, el más caro en la historia.

Boyle apeló a Shakespeare, la cultura pop, literatura y música para comunicar la esencia británica al resto del mundo. Y se divirtió encandilando al público con escenas de películas famosas entremezcladas con los actos en vivo.

En la apertura de la ceremonia, el ciclista Bradley Wiggins, ganador del reciente Tour de Francia y luciendo la casaca amarilla que conquistó en esa prueba, hizo sonar la campana olímpica en la misma fundición que produjo el Big Ben.

El espectáculo apeló al peculiar humor británico con participación de cómicos como Rowan Atkinson, quien encarna al célebre personaje de Mr. Bean.

Como no podía ser de otra manera, la música dominó en todo momento la escena y también brilló con luz propia la dinámica escenografía ideada por el imaginativo Boyle, quien retrató con destreza y poesía tanto el tono gris de la Revolución Industrial, como la colorida década de los años 80 o el amplio estampado musical británico de los 90.

Iniciado el tradicional desfile, la primera gran ovación de la noche fue para la delegación argentina, efusiva también en su respuesta al público, con la mayoría de integrantes portando dispositivos móviles para inmortalizar la ocasión. Integrantes veteranos del básquetbol como Manu Ginóbili o Luis Scola, de exitoso palmarés olímpico, se mostraron algo más comedidos que sus jóvenes compañeros.

Brasil siguió, mientras las banderas eran plantadas, una a una, en la verde loma al fondo del estadio, las delegaciones se ubicaban sobre el escenario y los flashes de las cámaras fotográficas brillaban en un graderío iluminado en azul eléctrico, también con punteos blancos.

La música de baile sonó por los altavoces, en especial la atronadora voz de la artista local Adele, mientras el público bailaba, ondeaba sus banderas y alentaba a favoritos como Bolt, quien esta vez reservó los bailes para una mejor ocasión.

Rogge recordó en su mensaje que los Juegos de Londres son los primeros en la historia en que todas las delegaciones incluyen atletas mujeres.

«Ese es un gran impulso a la igualdad de género», señaló Rogge. «En un sentido, los Juegos Olímpicos vuelven a su hogar».

Y dirigiéndose a los atletas, agregó: «Rechacen el dopaje, respeten a sus oponentes, recuerden que son ejemplos. Si lo hacen, inspirarán a toda una generación».

Acto seguido, Isabel II inauguró oficialmente los Juegos.

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