San Juan. En el distrito municipal de Pedro Corto, muy pocos se animan a hablar de la muerte de Freddy Encarnación. Ni siquiera sus propios hijos quieren hablar del tema.Todos en esta comunidad están consternados. Sus hijos alegan que para qué hablar de un asunto que ya no tiene remedio. No esconden su indignación y por eso prefieren el silencio. Lo que no pueden esconder es el estrago por la tragedia que les ha tocado vivir: su padre fue asesinado por su propio hijo, al menos eso dicen los informes preliminares de la investigación policial.
Todo ocurrió el martes en la noche, quizás en cuestión de minutos. Don Freddy fue supuestamente llamado por Efrín Encarnación para que le ayudara a remolcar un vehículo, diciéndole que lo esperaba en la entrada de Pedro Corto. Versiones recogidas entre parientes y vecinos, indican que la intención de Efrin iba más allá de una simple ayuda de su padre.
Era de noche y eso favorecía los planes macabros de Efrín, quien viajó desde Santo Domingo Norte, en la capital, para materializar su propósito criminal. Cuando don Freddy acudió presuroso a socorrer al más querido de sus hijos, encontró por sorpresa un tubazo para derribarlo, seis puñaladas por la espalda y un balazo en la cabeza, según certificó el legista que recibió su cadáver en Azua.
¿La razón? Nadie se aventura a hacer afirmaciones contundentes. El hermetismo rodea el primer parricidio ocurrido en Pedro Corto. Mirando hacia todos lados para no ser escuchados, algunos dicen que el motivo que llevó a Efrín a matar al hombre que lo engendró, fue la presunta diligencia de Freddy con un brujo de la zona para “vender” a sus cinco hijos.
Reporteros de este diario recorrieron gran parte del territorio de este pueblo de San Juan de la Maguana, en busca del brujo que habría convenido satanizar a los hijos de Freddy. Pero nadie supo dar pistas certeras de este personaje. “Eso hay que preguntárselo a los dos detenidos, para que digan si es cierto lo que dicen del brujo”, dijo Danilo Alberto Pérez, quien se resiste a creer que su primo hermano haya muerto de esta forma. Y como Danilo, son muchos los que en Pedro Corto expresan que Freddy no merecía una muerte así, a traición y planificada por el hijo que en el barrio dicen gozaba de todo el amor que un padre comprometido puede brindarle a un hijo. Posiblemente por eso no lo pensó dos veces para auxiliar a Efrín, cuando éste inventó la avería de su automóvil.
Los vecinos que decidieron hablar de la vida de don Freddy eran mirados con recelos por cuatro de los primeros cinco hijos del hombre aniquilado en la oscuridad de la noche. “Perdonen si ofendemos, pero no queremos hablar de eso”, dijo uno de los hijos que se identificó como Wascar.
La única hija del primer matrimonio, llamada Solange, vive en Santiago, donde termina sus estudios secundarios. Tiene tres años viviendo en esa ciudad cibaeña. No tenía previsto viajar a su tierra natal, pero la tragedia apresuró su desventurada visita. En la mañana de ayer, su rostro reflejaba la misma expresión que proyectan sus hermanos: la de cuatro seres confundidos que no saben a quién odiar o perdonar. Mi padre, era un buen padre”, dijo Solange, con voz quebrada.
Danilo dijo que el día del entierro los hermanos de padre y madre de don Freddy mostraron su descontento por su muerte, marchándose del lugar sin dejarles un mensaje de consuelo a sus sobrinos y sin visitar la humilde morada donde vivió con su hijo menor. Peor todavía, Danilo solo recuerda haber visto a uno de los hijos de Freddy en su sepulcro.
Los vecinos más cercanos de Freddy lo recuerdan como un hombre honesto y trabajador. Se dedicaba a la agricultura. Hace varios años se había divorciado de su primera esposa. Sin necesidad de preguntar, quienes lo conocieron recuerdan casi al unísono que Efrín era el hijo más allegado al padre que mató. Lo cierto: don Freddy está muerto y sepultado. Su hijo está en poder de la justicia y sus hermanos incontablemente irritados. Solo ellos saben con quién.